La historia del Súper Dépor es una de las más bellas que nunca nos ha regalado el fútbol español: éxito y tragedia, pero por encima de todo fe. Tras 18 largos años sin competir en la Primera División española, el Deportivo de la Coruña logró el ascenso directo un 10 de junio de 1991, fecha en la que empezó una historia que difícilmente se repetirá.
Aquel Deportivo de la Coruña no solamente plantó cara a los gigantes FC Barcelona y Real Madrid durante años, sino que a menudo los superó y puso a casi toda Europa contra las cuerdas. No olvidemos que en 2004, lo único que se interpuso entre el Dépor y la final de la Liga de Campeones fue el silbato de Pierluigi Collina y un penalti de Derlei. Aquel partido de semifinales, contra el Oporto, era su oportunidad de alcanzar la verdadera grandeza, y la desaprovechó… Lo que un día fue un sueño bellísimo, hoy es una terrible pesadilla. Lejos quedan los días de gloria con jugadores del carisma y la talla de Mauro Silva, Donato y Fran, artífices de los 6 títulos que se sumaron entre 1995 y 2002.
Augusto César Lendoiro, el arquitecto
El Súper Dépor empezó y terminó con Augusto César Lendoiro, un presidente que tocó el cielo con el Deportivo de la Coruña. Lo rescató tras casi 20 años en Segunda División A para ganar una Liga (2000), dos Copas (1995 y 2002) y pasearse por competiciones europeas como uno de los grandes. Aunque sí es cierto que lo hizo a costa de generar una deuda de unos 160 millones.
Él y el club coruñés habían comenzado su ascenso juntos en los años ochenta. Hasta ese momento, el Dépor había sido un club más del fútbol modesto español. Gran parte de su historia había girado en torno a la Segunda División A y B, mientras que la mayoría de sus temporadas en la máxima categoría habían sido mediocres en cuanto a posiciones finales. Pero al ascender a Primera División en 1991, por primera vez desde 1973, las cosas cambiaron rápidamente para el Dépor. Lendoiro comenzó a invertir de forma más significativa en mejorar la calidad de su plantilla.
La campaña 1990-1991, en Segunda División A, se planificó con la experiencia de gente curtida en Primera y se alcanzaron los 17.500 socios. El objetivo era el ascenso. Tuvo que ser otra vez en los últimos compases cuando se decidió el futuro del club coruñés, pero después de los años de sufrimiento en segunda, se consiguió el merecido premio. Tras ganar al Murcia el color blanquiazul se extendió por A Coruña y por toda Galicia: el Dépor era, dieciocho años después, de Primera.
Tras un duro año de regreso, en el que se logró la permanencia tras una iguala Promoción para evitar el descenso frente al Real Betis Balompié, comenzó el despegue del proyecto. Ese mismo verano en el que el club se convierte en Sociedad Anónima Deportiva, aterrizan en A Coruña, desde Brasil, Mauro Silva y Bebeto, así como jugadores de postín a nivel europeo, como Miroslav Djukic y Aldana. A estos increíbles fichajes, se le unirían otros grandes futbolistas españoles, que serían claves en el esquema del Súper Dépor, como el portero Paco Liaño, el crack de la cantera Fran González, Ribera o Claudio Barragán. Años después lo harían Rivaldo, Djalminha, Luizao, Kostadinov, Begiristain y Julio Salinas, entre otros muchos futbolistas internacionales con sus respectivas selecciones. Las amplias contrataciones de Lendoiro, combinadas con la astucia del entrenador gallego del club, Arsenio Iglesias, conocido como «El Zorro de Arteixo», tuvieron un efecto casi inmediato.
Aquella temporada 92/93 se producirían grandes cambios dentro del modelo de negocio del fútbol español, con la conversión en Sociedades Anónimas Deportivas de todos los equipos de fútbol que hubieran tenido algún número rojo los 5 años anteriores, entre los que se incluía el Dépor. Además, a nivel europeo, la antigua Copa de Europa pasaría a denominarse Champions League, con el consecuente cambio de formato, que permitía participar a más equipos por país, y no únicamente al campeón de cada campeonato. Esta circunstancia provocó que muchos clubes, como el Dépor, apostaran fuerte por poder conseguir una de estas plazas.
A partir de ese momento se sucedieron las buenas noticias. Una remontada ante el Real Madrid en Riazor supuso el nacimiento del equipo conocido como “Súper Dépor”, que logró el honorífico título de “campeón de invierno” y alcanzó la primera clasificación del club para competición europea. Medios de comunicación del mundo entero visitaban A Coruña para encontrar la respuesta a cómo un equipo de una ciudad de un cuarto de millón de habitantes era capaz de hacer sombra a los gigantes del fútbol español. De hecho, el nivel mostrado por el Deportivo fue tan sobresaliente, que dos de sus jugadores consiguieron obtener títulos individuales: Bebeto se hizo con el Trofeo Pichichi, con 29 goles, por delante de Iván Zamorano, artillero del Real Madrid. Igualmente, el guardameta Paco Liaño obtendría el Trofeo Zamora, al recibir 31 goles en 37 partidos. Como premio a su excelente temporada, el Dépor se clasificó para disputar competiciones europeas por primera vez en su historia, accediendo a la competición de la Copa de la UEFA.
Dos veces consecutivas subcampeón de Primera, en 1993 y 1994, la suerte de este club modesto parecía haberse transformado, y su estatus le había convertido en un nuevo rico. La prueba de su llegada a lo grande fue la victoria en la Copa del Rey de 1995 y la posterior goleada por 5-1 al Real Madrid en la Supercopa de España.
De hecho, el equipo coruñés podría haber ganado la liga en 1994 si el FC Barcelona no hubiera incentivado a los jugadores del Valencia CF para que se esforzaran un poco más contra el Dépor en un partido decisivo para el título. Diez años antes de que el penalti de Derlei volviera a romperles el corazón, fue otro penalti el que privó al Dépor de la gloria. En esta ocasión, sin embargo, fue un fallo de Miroslav Đukić, del Dépor, el que resultó decisivo, dando al Barça el título de Liga. El portero del Valencia, que detuvo el disparo, bailó como un loco en la celebración, cuando nada había en juego para el equipo ché.
Arsenio Iglesias, la llave maestra
Si Lendoiro fue el arquitecto del Súper Dépor, Arsenio Iglesias fue la llave maestra que tuteló con sabiduría táctica, mano izquierda y retranca gallega aquel equipo memorable. No hay que hacer mucho esfuerzo para recitar de carrerilla su alineación tipo en su tercera etapa en el club: Liaño; Rekarte, Ribera, Djukic, Albístegui, Nando; Mauro, Aldana, Fran; Bebeto y Claudio. «El Zorro de Arteixo» formó un bloque casi impenetrable. Tres centrales, carrileros largos y un medio posicional poderosísimo convertían al portero en un espectador durante muchos encuentros. Seguridad antes de la fantasía. En tres años asombrosos se quedó a once metros de una Liga y abrió la vitrina de la Plaza de Pontevedra con la primera Copa del club, en su último partido como entrenador blanquiazul.
Los datos de Arsenio son bien conocidos, como también su carácter, afable y encantador. Era capaz de acompañar a un periodista a través del vestuario de Riazor tras un partido liguero contra el Sevilla hasta su despacho para sentarse cómodos durante la entrevista prometida. Habitual en una cafetería de la ciudad, con su eterno colaborador Carlos Ballesta, puso rostro a la sencillez y la humildad frente a los poderosos.
Arsenio Iglesias estuvo ligado prácticamente toda su vida al Deportivo de la Coruña. Primero como jugador entre 1951 y 1957, posteriormente como entrenador del filial entre 1967 y 1970, y en 1970 fue el entrenador del primer equipo de 1970 a 1973. Su segunda vuelta al club se daría de 1982 a 1985, y la última de 1987 a 1995. Los años han puesto en su sitio a aquel hombre que temió fallar a la ilusión de las gentes. Nunca lo hizo. Arsenio nos hizo a todos un poco del Dépor por su sencillez, ahora tan poco común en el mundo del fútbol de élite.
Etapa Jabo Irureta, el conquistador
La marcha de Arsenio Iglesias en 1995 de un banquillo blanquiazul que se volvió más inestable que nunca, además de la salida de Bebeto, supuso un punto de inflexión para la entidad coruñesa. El Dépor dejó de pelear por la Liga, aunque alcanzó las semifinales de la Recopa de Europa y una tercera plaza en la división de honor, antes de lograr el mayor éxito de su historia. Tres años después de la salida de Arsenio, llegó Jabo Irureta para asumir el cargo de entrenador del Dépor, tras haber catapultado a su rival local, el Real Celta de Vigo, desde la zona media baja de la tabla hasta los puestos de la Copa de la UEFA. El Dépor había terminado seis puestos por debajo del Celta y Lendoiro quedó lo suficientemente impresionado como para traer al entrenador vasco a Riazor.
El Celta de Irureta era un equipo apasionante y bien gestionado, y Jabo fue galardonado con el premio al mejor entrenador del año en 1998 por sus hazañas en Vigo. Contaba con figuras como Aleksandr Mostovoi, Valeri Karpin y Michel Salgado. Irureta era un hombre del norte, un entrenador cuya carrera se desarrolló casi por completo al norte de la Meseta. Hizo en su día el famoso Camino de Santiago, piedra angular de la cultura gallega, y entendía el alma de esa provincia oceánica. Aunque es vasco, se convirtió en gallego de honor.
Jabo se benefició del hecho de que, a diferencia de los presidentes del Real Madrid y del Barça, Lendoiro permitía a sus entrenadores elegir sus propios fichajes. El año 2000, cuando el Real dejó pasar la oportunidad de fichar a Diego Tristán del Mallorca, Jabo dio un paso al frente. El año anterior, Irureta había traído a España a Roy Makaay después de que el holandés cautivara a los isleños de Tenerife. Con él llegaron Víctor y, por supuesto, Manuel Pablo, y se sentaron las bases para disputar el título de liga.
El centro del campo siempre fue una prioridad para Irureta. Su Dépor jugaba con un 4-2-3-1, una estructura que daba solidez a una pirámide central de dos centrocampistas de contención y un mediapunta ofensivo. Irureta, un hábil centrocampista en su época, reconocía la importancia de la sala de máquinas, y durante los siguientes siete años en el Dépor, construyó sus equipos en torno al doble pivote. Ya sea con Mauro Silva, Djalminha, Emerson, Sergio González o Aldo Duscher, el Dépor de Jabo nunca dejó de tener una base sólida en el centro del campo.
Esto permitía que los jugadores creativos y ofensivos de Irureta florecieran. A lo largo de los años, el elegante Valerón, el revoltoso Víctor, el atareado Fran y el explosivo Luque, dieron lugar a una sucesión de delanteros bulliciosos y certeros; después de Tristán, Makaay y Bassir, en el orden jerárquico, llegó Walter Pandiani. El Dépor poseía un gran talento ofensivo, así como la solidez defensiva para apoyarlo: los impenetrables Naybet, Andrade y Donato fueron durante mucho tiempo una barrera para los ataques de los rivales, una parte a menudo infravalorada del éxito del Dépor.
Así que cuando llegó a LaLiga, Irureta tenía la munición para terminar el trabajo iniciado por Arsenio Iglesias. Y lo hizo a la segunda, en la temporada 1999/2000. Cuando llegó por fin el título del Dépor, el primer clímax de la narrativa iniciada por Lendoiro poco más de una década antes. Los gigantes habían sido superados, las grandes capitales de Madrid y Barcelona humilladas por los provinciales; una victoria para la descentralización. Sin embargo, teniendo en cuenta los recursos aportados por Lendoiro, no fue realmente un triunfo de los pequeños, sino de los medianos.
En retrospectiva, el título de 2000 resultó ser el cenit del club. Los blanquiazules no pudieron repetir la hazaña en las siguientes temporadas, pero se consolaron arrasando en el fútbol europeo, hasta llegar a la semifinal de la Copa de Europa de 2004. Para muchos observadores extranjeros, fueron las actuaciones del Deportivo en Europa las que cimentaron la leyenda del club.
Una sucesión de grandes fueron derrotados: AC Milan, Juventus y Manchester United cayeron ante la espada del Súper Dépor, y el continente tomó nota. «Mi gran error fue no haber vendido jugadores cuando pude», señaló Lendoiro en 2009. «Pero la ilusión era ganar títulos. Ahora sé que tengo que buscar soluciones a los problemas derivados de ese objetivo, sin embargo como cantan los Riazor Blues: ‘¿Cómo voy a olvidar que el Deportivo ganó la Liga si es lo mejor que me ha pasado en la vida?'».
Resultó que el «gran error» de Lendoiro fue bastante más grave que eso, había sobrepasado sus recursos. Un año después de la sanción a Derlei, Jabo desapareció y el dinero también. En su lugar había una «política de cantera», que era más un eufemismo de ausencia de fondos para fichajes que una noble ambición de desarrollar el talento local. Una a una, las estrellas se fueron o se retiraron. En 2008, Luque, Makaay, Víctor, Mauro Silva, Djalminha, Pandiani, Capdevila, Duscher, Scaloni, Coloccini, Naybet, Donato, Andrade y Fran se habían ido.
La plantilla del Dépor quedó diezmada en cuestión de años, mientras que el propio Jabo fue destituido en 2005, en medio de constantes rumores de revuelta de los jugadores y descontento con sus métodos. El inestable Djalminha llegó a darle un cabezazo. La verdad es que los jugadores superaron al club y a Jabo. El vasco se deslizó hacia el semiretiro, incapaz de recuperar las cotas alcanzadas en Galicia, ni en Andalucía ni en Aragón, en sus posteriores etapas en el Betis y el Zaragoza.
A la marcha de Jabo Irureta, se sumó el retiro del capitán Fran González, un jugador que ligó toda su carrera al Deportivo de la Coruña, entre 1988 y 2005, a pesar de ofertas de clubes tan importantes como el FC Barcelona. «Si me tengo que quedar con un momento especial me quedo con la liga, muy pocos equipos lo han conseguido, veníamos del 95 de perderla. Fue un sueño hecho realidad y más en un equipo como el Dépor. Me quedo con la etapa de Súper Dépor, éramos muy jóvenes, éramos la gran sorpresa, pasamos de ser un equipo humilde, a ser un equipo muy querido y muy temido en toda España. Estábamos ahí con Madrid y Barça. Había un grupo que era una familia, muy trabajadores”, señala.
Los últimos compases del Súper Dépor
El 21 de mayo de 2011, una derrota en casa ante el Valencia CF condenó al Depor al descenso a la Segunda División A, categoría que no pisaba desde 1991. Dos veteranos vivieron aquella trágica noche: Juan Carlos Valerón y Manuel Pablo. Ambos siete años antes también habían vivido una dolorosa derrota, aunque muy distinta, ante el Oporto de José Mourinho en las semifinales de la Champions League. Resumiendo, el Súper Dépor había pasado del clímax del mítico 4-0 al AC Milan en Riazor a descender a la Segunda División A.
El dúo Valerón-Manuel Pablo era el único resquicio de aquel mítico Súper Dépor, un par de reliquias que decaían lentamente en compañía de una generación endeble. Entonces, con 39 años, Manuel Pablo, que llevaba en el club desde el año anterior a que el Dépor ganara su primer título de LaLiga en 2000, seguía ejerciendo de capitán del club. En cuanto a Valerón, sabía lo que se sentía al formar parte de una gran institución que se hundía sin dejar rastro. Era el segundo descenso catastrófico que el mediapunta vivía en primera persona: había llegado al Deportivo procedente del Atlético de Madrid en 2000, el año en que los rojiblancos dijeron adiós a la Primera. En muchos sentidos, la caída del Depor de Valerón reflejó la situación del Atleti de Valerón, un equipo hundido por la bacanal de la era Jesús Gil.
El Dépor se echó atrás sin luchar demasiado, acobardado en la mediocridad por las restricciones financieras y la apatía administrativa. Pero cuando se produjo el descenso a Segunda División A, el dolor no se vio atenuado por la previsión. El descenso fue gradual, tangible ya en 2005, sin embargo, la desesperación de haber tocado fondo no fue menos grave. «Por supuesto, durante estos años al frente de la presidencia también hemos cometido errores», dijo Lendoiro al dimitir de la directiva del Dépor en 2014. «Nunca hemos negado eso. Y por ello pedimos disculpas, pero aseguramos que todo se hizo siempre con el firme objetivo de que nuestro Deportivo llegara lo más alto posible.»
El descenso de LaLiga en 2011 les convirtió en un club yoyó, ascendiendo en 2012, para volver a descender en 2013 y volver a ascender a la máxima categoría en la temporada 2014/15. A pesar de ser líderes durante 15 semanas, subieron de la Segunda como subcampeones ante el pequeño Eibar. La temporada pasada volvieron a descender tras terminar en un humilde 18º puesto. Sin Lendoiro, el Dépor es ahora una bestia mucho más humilde.
La alineación tipo del Súper Dépor
La portería del equipo tipo del Súper Dépor estaría cubierta por Molina; la defensa por Manuel Pablo, Capdevila, Djukic y Donato; el centro del campo Mauro Silva, Fran, Djalminha y Rivaldo; y en la delantera Bebeto y Diego Tristán.