Gabriel Omar Batistuta antes de convertirse en leyenda de la Serie A, selló una gran temporada en Boca Juniors formando una dupla demoledora con Diego Latorre. Un solo ejercicio brillando en La Bombonera, con 19 goles (13 en torneos locales y 6 en copas internacionales) en 47 partidos (34 y 13, respectivamente), le valió para llamar la atención de los principales clubes europeos, como el FC Barcelona, y de la propia selección argentina.
La llegada a Boca Juniors procedente del gran rival
Gabriel Omar aterrizó en 1990 al barrio de La Boca de Buenos Aires, procedente de su gran rival capitalino, gracias a una ingeniosa maniobra de su representante Settimio Aloisio, que compró la mitad de su pase. En River Plate Gabriel Omar había ganado su único título oficial en Argentina bajo la dirección técnica de Daniel Passarella. A pesar de que era un jugador de mucha potencia que estaba en etapa de maduración, le fue imposible encontrar un sitio en el equipo millonario.
Batistuta conseguía así por fin su sueño de vestir la camiseta de Boca Juniors, equipo del que siempre ha sido hincha confeso. Debutó en Boca, con 21 años, el 30 de septiembre de 1990 frente a Rosario Central, con una derrota por 2-1 en La Bombonera, de la mano de Carlos Aimar como director técnico. Sus inicios en La Boca no fueron nada fáciles, al haber jugado en River la temporada anterior, los hinchas xeneizes tuvieron cierta reticencia con su fichaje, además no se terminaba de afianzar en el equipo jugando en una posición más escorada a la banda. Con la llegada del uruguayo Oscar Washington Tabárez a la dirección técnica de Boca a principios de 1991 todo cambió, incluso su posición en el campo, y «Batigol» se adueñó del 9 con su esfuerzo y talento.
La perseverancia y la potencia de Batistuta para ir a luchar todos los balones, marcando las diagonales (preferentemente de afuera hacia adentro) eran ideales para Diego, que necesitaba registrar los movimientos del 9 para hacer el pase-gol, y a él le venían al anillo esos pases que sus movimientos fomentaban. «Yo jugaba para él, y él, para mí. No competíamos entre nosotros; contrariamente, estar juntos hacía que surgiera lo mejor de cada uno. Coincidimos hasta en la edad, en esa complicidad que se genera cuando se está viviendo prácticamente lo mismo», aseguraba en una entrevista Latorre.
Por otra parte, la vida privada del delantero también iba viento en popa, el astro argentino coronó una historia de amor de antaño al casarse con su novia Irina en la iglesia de San Roque el 28 de diciembre de 1990.
El año terminó de la mejor manera con un doblete en la Copa Libertadores en el Monumental contra su antiguo equipo, River. Después de cada gol, «Bati» pasó por delante del banquillo contrario, mirando fijamente a los ojos a su «enemigo» Passarella. Era sin duda una dulce venganza.
Con Boca concluyó el Torneo Clausura ´91 de manera invicta, pero no fue suficiente para que salieran campeones, ya que perdieron la final contra Newell’s por penales, que había ganado el Apertura 90 (en esa época se jugaba una final para dictaminar al campeón de la temporada). Batistuta no jugó el partido definitorio por estar con la Selección Argentina en vísperas de disputar la Copa América de Chile. El «Bati» a pesar de todo ello fue el goleador del Clausura ´91: hizo 11 goles en 19 partidos.
Su participación con Boca en la Copa Libertadores del ´91 fue clave, llegando a semifinales, instancia en la que fue eliminado por Colo Colo en Chile tras «La Batalla de Santiago», partido recordado por la actuación de la policía y los perros que mordieron a algunos jugadores del equipo argentino (a Carlos Navarro Montoya, entre otros, arquero de Boca en ese entonces). El delantero nacido en Reconquista jugó 12 partidos e hizo seis goles en esa copa, de los cuales dos de los más recordados fueron precisamente ante River, su exclub (le convirtió en el Monumental en la victoria por 2-0 en la fase de grupos).
El último partido en el Xeneize fue el 11 de agosto de 1991 frente a San Lorenzo de local, con una derrota por 1-0, y partió hacia la Fiorentina de Italia, donde es ídolo indiscutible. Le faltó, si se quiere, dar la vuelta olímpica en Boca, pero, en tan solo un año, se metió a los hinchas en el bolsillo y será recordado para siempre.
Un retorno que no se llegó a dar
El delantero argentino Gabriel Batistuta rechazó por primera vez su retorno a Boca Juniors el julio de 2003 tras recibir una oferta para jugar en la liga argentina y la Copa Intercontinental contra el AC Milan, según informó su representante, Settimio Aloisio.
Batistuta, de 34 años por aquel entonces, estudiaba una oferta del Al-Arabi de Qatar, que acabaría aceptando. El delantero había terminado contrato con la Roma, aunque en los últimos seis meses jugó cedido en el Inter de Milán y ganaba unos 15.000 dólares por día, mientras que en Argentina eran pocos los jugadores que cobraban esa suma por mes.
La intención de Boca Juniors de fichar a Batistuta se conoció a partir de su visita a Argentina, donde pasaba unas vacaciones en la provincia de San Fe con su familia, pero el delantero no esperó a reunirse con Macri para anunciar el rechazo a la propuesta y el agradecimiento a los dirigentes por haber pensado en él.
En diciembre de 2004, volvió a estar cerca de volver a Argentina, ya que disponía de ofertas de San Lorenzo, y de Boca Juniors, donde deseaba jugar la última temporada como profesional. Sin embargo, las crónicas lesiones en los tobillos y el gran momento del goleador histórico de Boca Juniors, Martín Palermo, hicieron que ese deseo no prosperara. Otras de las razones fueron los secuestros que tenían en vilo a toda Argentina, y que habrían atemorizado a la familia Batistuta, quien también evaluó el atraso de un año en la educación de sus hijos por el cambio de país. El propio goleador terminó retirándose en marzo de 2005 de la actividad profesional agobiado por las lesiones en sus tobillos. Finalmente, anunció el retiro como futbolista profesional en marzo de 2005.