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Bebeto en el Sevilla FC, una historia para olvidar

 

Bebeto fue la apuesta personal de José María González de Caldas para salvar al Sevilla FC del descenso. El ariete campeón del mundo con Brasil en 1994 no fue de gran ayuda para el club del Nervión, ni congenió con su entrenador, José Antonio Camacho, ni disputó más de 5 partidos con la elástica rojiblanca, ni marcó un mísero gol.

 

 

Bebeto había dejado la que fue su casa durante 4 años y había regresado al Flamengo brasileño, buscando un retiro dorado en las playas de Río de Janeiro. Pero tras cuatro meses de vida plácida, el ariete brasileño consideró que todavía podía rendir algún año más a buen nivel en la élite y se puso en el mercado.

El Sevilla pagó al Flamengo casi 600 millones de pesetas por su fichaje, cerca de cuatro millones y medio de dólares. No parecía mucho por un delantero estrella con cifras anotadoras sublimes y con contrastada calidad en LaLiga, era una operación que se realizó sin dudas y que suponía una inyección de moral innegable para la afición sevillista. El equipo estaba hundido en la clasificación, a pesar del dispendio en fichajes para afrontar la temporada con garantías para clasificarse para competiciones europeas, y se necesitaba un fichaje estrella.

 

 

Bebeto formaría parte de un vestuario con jugadores como Mornar, Almeyda, Oulida, Jelicic, Prosinečki, Marinakis, Aranalde o Colusso, e inspiraría a un niño prodigio de la cantera sevillista de nombre Sergio Ramos, que vestiría su camiseta con orgullo en sus partidos en la hora del recreo.

 

Tras llegar en noviembre de 1996 tan solo pudo disputar 5 partidos, y se pasó casi dos meses sin jugar un minuto más. Prosinečki y el resto de compañeros de vestuario se hundió anímicamente tras ver el bajo rendimiento del que tenía que ser su salvador. Varias lesiones, el presunto interés del Dépor en recuperarlo y fundamentalmente la complicada situación económica que atravesaba el club presidido por José María González de Caldas propiciaron su venta al Vitoria de Bahía por 440 millones de pesetas, reportándole a las arcas sevillistas una pérdida de casi un millón de dólares.

 

 

«Soy un profesional y aunque estoy a gusto en Sevilla me siento un poco preocupado por la situación del club, que está teniendo muchos problemas económicos. Tengo tres hijos, una familia. No sé si el Sevilla va a tener condiciones para mantenerme…» estas declaraciones fueron el detonante final de que la situación entre club y jugador habían entrado en vía de no retorno.