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Batistuta y Crespo, la dupla imposible de leyendas de la Serie A

Gabriel Omar Batistuta y Hernán Jorge Crespo, dos de los delanteros más potentes de la seleccióna argentina de finales del siglo XX y principios del XXI. Dos artilleros letales que por caprichos del destino, y Marcelo Bielsa, tan solo coincidieron sobre el terreno de juego 77 minutos en tres encuentros disputados defendiendo la albiceleste.

Dos astros irrepetibles de la Serie A que fueron leyendas en Parma y Florencia, respectivamente. Hernán Jorge Crespo el máximo goleador de la historia del Parma FC con 94 goles y el cuarto máximo goleador argentino en la historia del fútbol con 35 goles, y Gabriel Omar Batistuta el máximo goleador de la historia de la Fiorentina con 207 anotaciones y segundo máximo goleador de la selección argentina con 54. Destacable su paso también por otros clubes del calcio italiano como la Lazio, Inter, Genoa y Milan en el caso de Crespo, y el Inter y la Roma en el caso de Batigol.

Una dupla imposible que elevó a debate nacional su posible cohexistencia en el ámbito de selecciones, los jugadores entendían que podían complementarse perfectamente, pero prevaleció el esquema táctico de un entrenador que no quiso dar oportunidad a una idea que no compartía.

 

La relación entre ambos delanteros, dentro y fuera de los estadios, era fantástica, su entendimiento un misterio que nunca pudimos revelar. Batistuta podía desbordar, correr, sacarse de encima a un rival y fusilar al arquero en una misma jugada. Crespo siempre fue más de quedarse en el área, con una marcha menos pero con la presencia asegurada para ganarle la posición a cualquier defensor.

«¿Que si tuve alguna vez problemas con Batistuta? Fue cuestión dialéctica entre la gente. ¿Escuchó alguna vez a Bati hablar mal de mí o viceversa? Los dos queríamos lo mejor para nosotros y yo, lógicamente, disfrutaba cuando jugaba y me molestaba cuando no lo hacía. Pero siempre supe que competía con un grande. Una batalla buena, jugaba el que estaba mejor. Creo que para él fue peor que para mí, por más que la gente me diga: “Si no hubiese estado Batistuta, hubieras hecho mucho más”. Es todo lo contrario. Yo cuando llegué, él ya estaba. Es como si quieres poner una empresa de computación y está Apple. Vas a tener que intentar robarle un par de clientes. A él le podía llegar a molestar, que de intocable pasó a no serlo tanto. Aunque conociéndolo a Bati no creo que ni siquiera lo haya pensado» aseguró Hernán Crespo.

 

¿Podrían haber jugado juntos en la selección argentina de Marcelo Bielsa, Gabriel Batistuta y Hernán Crespo durante el Mundial 2002 de Corea-Japón? El amargo final de la campaña de aquel equipo de alguna forma diluyó la discusión posterior, pero en el recorrido previo hacia esa Copa del Mundo la disyuntiva alimentó muchas discusiones entre fanáticos e hinchas.

“Ambos son jugadores muy destacados, desde hace muchos años. Y que por lo menos desde hace cuatro años conviven en la Selección. Sin embargo, no han jugado juntos. No me parece bien decir yo no voy a hacer esto, ni digo que sea posible o imposible. Lo que digo es que habría que articularlo y que, para que jueguen juntos, habría que renunciar a un wing o al volante creativo, y esa es una idea que no me atrae. Es mi predilección, pero en un entrenador la predilección es significativa. Yo prefiero jugar con un centrodelantero y no sacrificar a un wing. Momentáneamente yo elijo por este estilo, sin creer que es el mejor, pero es el que desde mi punto de vista permite la convivencia de la mayor cantidad de jugadores que para mí tienen que estar en el equipo. Pero sin tiempo para armonizar la convivencia de los dos jugadores con el resto de la estructura, la posibilidad se hace más difícil”, reconocía en el año 2000 Marcelo Bielsa.

Al regresar a Buenos Aires, tras la eliminación, la cuestión seguía latente aunque el entrenador la hubiese descartado hacía tiempo, por más que lo disimulase: “No consideré una opción válida poner juntos a Batistuta y Crespo, aunque eso no quiere decir que no lo sea. De hecho, cuando faltaban 30 minutos para terminar el partido con Suecia barajé la posibilidad de que compartieran el ataque, pero finalmente elegí no hacerlo. Argentina estaba generando suficientes opciones de gol con un centroatacante y no le faltaba sino concretarlas”.