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Falcao en River Plate, el tigre millonario

 

En River Plate, Radamel Falcao García Zárate creció y se convirtió poco a poco en «El Tigre», cumpliendo su sueño de llegar a ser futbolista profesional. El delantero internacional colombiano llegó a River con 15 años y más allá de extrañar y de tener a su familia lejos, siempre le movió la voluntad de querer triunfar en el mundo del fútbol. Radamel se fue en 2009 de River con 45 goles y el Torneo Apertura en 2008, sin embargo, nunca se olvidó de su casa, donde creció y se hizo jugador al lado de otros jugadores destacados como «El Burrito» Ortega, Gonzalo Higuaín, Alexis Sánchez o Marcelo Gallardo, entre otros.

«Llegué muy chico y River prácticamente a mí me terminó de formar como persona y como futbolista. Tenía muchísima expectativa y mucha ilusión. Soñaba con jugar en la Primera de River, consolidarme e ir poco a poco. Quería conseguir mi sueño y conseguir el objetivo, que era jugar al fútbol profesional. Y estando en River me encontré con un grupo de personas maravillosas, compañeros que me abrieron las puertas y me ayudaron. Yo era muy de preguntar: cómo era Saviola, cómo era Aimar y qué hacía Cavenaghi, ese tipo de cosas. Les preguntaba mucho a los utileros o quizás a alguien que haya tenido contacto con ellos y ahí iba aprendiendo, porque me interesaba saber qué hacer para poder cumplir mi sueño». El colombiano también recordó los momentos difíciles: “Era muy difícil el no poder jugar porque no podía demostrar toda mi capacidad. Tuve que ser muy fuerte mentalmente, aguantar, perseverar y tratar de crear una estrategia para luego poder tener continuidad y empezar a jugar. Cuando pasas por River estás preparado para cualquier club en el mundo”.

 

 

El origen

«Del 97 al 2000 jugué en Bogotá, en Fair Play. Parte del 2000 lo pasé entre Fair Play y Millonarios. En 2001 entré en la selección colombiana y ese mismo año pasé a River. En 2005 jugué el Sudamericano Sub-20. En 2005 jugué el Mundial Sub-20. El 6 de marzo de 2005 debuté en River, y el 8 de febrero de 2007 con la absoluta. Mi papá era jugador de fútbol, así que teníamos una vida de nómadas. A mis tres o cuatro años nos fuimos a Venezuela. San Cristóbal, Puerto Ordaz, Mérida. Allí no se practica mucho el fútbol, entonces practiqué fútbol y béisbol. A veces me cansaba y no quería ir a entrenar, y decía ‘Ay, no, me quedo en la casa hoy’. Y tomaba la merienda viendo los dibujitos animados y disfrutando de la niñez. Pero, si hacía eso, mi papá se enojaba».

 

 

En 1996 Radamel, el padre, decidió regresar a Colombia. Y fue allí, en Bogotá, donde la carrera de Falcao, el hijo, empezó. En Bogotá la familia empezó a asistir a la Casa sobre la Roca: una iglesia que tiene un colegio con equipo formativo de fútbol que es entrenado por un pastor argentino de nombre Silvano Espíndola. «Él vio mis cualidades, y me puso en su equipo de fútbol que se llamaba Fair Play. Y pasé los cuatro años más lindos de mi vida. Llegaba a las ocho y media, tenía dos horas para estudiar y comer, pero me gustaba. Eran años difíciles: mi padre no tenía trabajo, y pasamos penurias. Yo tenía un solo par de zapatillas, un solo par de botines, y si quería invitar a una novia había que luchar para poder pagar una salida. Pero tuve amigos, pude crecer con ellos, y eso fue muy bueno. Claro que mi padre me había inculcado desde pequeño que tenía que venir a jugar a la Argentina. Así que yo estaba entrenando en la selección sub-17, y con la Primera de Millonarios, pero en 2001 Silvano, mi entrenador, me dijo “Mira, te quieren en River”. Y ahí dije ‘Bueno, me voy'».

Antes de incorporarse en la disciplina de los millonarios, Falcao debutó en la Primera B Colombiana con el Fair Play de Chía, y también pasó las pruebas con Vélez Sarsfield, aunque tuvo siempre claro que la oportunidad de River era única, «sabía que era la oportunidad de mi vida».

 

 

La llegada al Estadio Monumental

Cuando llegó a River, en 2001, Falcao tenía 15 años, era un adolescente tímido y disciplinado y nadie, ni su padre, le había enseñado a lidiar con lo que se le vino encima: soledad a chorros. «Los cuartos en la pensión de River eran para tres, había un televisor para ochenta personas, horarios para desayunar, almorzar, merendar y comer, tenía que estar antes de las ocho de la noche adentro y a las doce irme a dormir. El fin de semana mis compañeros se iban a la casa de sus padres y yo me quedaba en la pensión, y lloraba. Me desesperaba. Quería mi libertad. Mi familia me llamaba todos los días, pero yo con ellos me hacía el fuerte, no quería preocuparlos. Sabía que mi destino era este. Durante un año y medio envié todo mi sueldo a la familia. Recién a los dos años empecé a comprarme alguna ropa de marca, a darme algún gusto».

 

 

El origen de su apodo

Gonzalo Ludueña, compañero de vestuario y creador del apodo «El Tigre» Falcao, llegó a los 14 años a la cantera de River. Allí conoció a Radamel, con quien entabló una gran amistad que aún perdura a día de hoy. El hoy exjugador de River Plate guarda con orgullo el honor de haber bautizado al atacante colombiano con el apodo que hoy lo conocen en todo el mundo. «Sí, fui yo. El apodo se lo puse en Séptima División de las Inferiores de River. Fue en el primer año de Falcao en Argentina, yo también estaba recién llegado de Córdoba. En realidad surgió como una broma… Le habíamos ganado un partido a Huracán en el campo auxiliar de River y esa tarde Falcao había hecho dos goles. Entonces, como en el programa de TV «Fútbol de Primera» premiaban al mejor jugador de cada partido con el Tigre de Esso (de una petrolera), lo empecé a joder, le decía «fuiste el Tigre de la cancha» y en los entrenamientos lo empecé a llamar El Tigre, y quedó… ¡Mirá la repercusión que tuvo que todo el mundo ahora lo llama así!».

 

Gonzalo Ludueña con la camiseta de River Plate.

 

El momento de la verdad

«Mientras jugaba el Sudamericano Sub-17, el sudamericano Sub-20 y el Mundial de esa categoría de Holanda 2005, un día estaba durmiendo la siesta en casa de un amigo, y me despierta la empleada diciendo que me necesitaban urgente en River, que esa noche tenía que ir a concentrar con el plantel de Primera. Me miré los pies: todos ampollados. Había entrenado con unos botines nuevos, de cuero muy fuerte, y estaba muerto de dolor, y pensé ‘Pero si yo no puedo ni caminar’. Sin embargo, no me importó: entrené, y el domingo jugué. Era el 6 de marzo de 2005, un partido contra Instituto».

Fueron cuatro minutos, cada uno de ellos en el cielo. Volvió a jugar veinticuatro más contra Racing, tres contra Arsenal, setenta contra Gimnasia. Y el 2 de octubre, en la novena jornada del torneo Apertura, Reinaldo “Mostaza” Merlo, el técnico de entonces, le dio empujón final: lo coronó titular en un partido contra Independiente.

 

 

«River venía muy mal en el torneo. Mostaza Merlo me concentró, y en la mañana del domingo me dice ‘Si yo te llevo al banco y te meto veinte minutos, ¿vos te asustás?’. ‘Si tuviera miedo no estaría acá; estuve esperando toda mi vida por esto’, le dije. Y me dijo ‘Bueno, no vas a ir al banco, vas a estar de titular. Pero no le digas ni a tus compañeros, ni a los medios de comunicación’. Así que no dije nada. Esa tarde salió el equipo a la cancha y salí yo y todo el mundo decía ‘¿Y este quién es?’.

 

 

Ese día Falcao hizo dos goles de los tres con los que River ganó el partido. Los diarios hablaron de esa aparición inesperada con elogios y con fe. El periódico deportivo Olé dijo que “además de sus toques, de un delicioso caño a Fernando Cáceres y de un sombrero a Eduardo Domínguez, en su quinto partido en Primera División metió dos golpes vitales” e incluyó una columna titulada “Bienvenido”: “Con sus dos nombres (Radamel Falcao) y sus dos apellidos (García Zárate), la carta brava que apostó Merlo gambeteó a todos: a sus propios nervios, fue el segundo compromiso como titular, a la impaciencia popular y a cualquier jugador de Independiente que se le pusiera adelante. Abrió su galera y sacó un poco de todo: habilidad, técnica, velocidad, osadía, guapeza, definición”.

 

 

«Hice en siete partidos siete goles. Creo que sorprendí a todos, porque yo era muy chico, nadie sabía quién era y era un poco subestimado. Venía de cuatro años solo, de luchar, de ver a mi familia una o dos veces por año, de perderme muchas cosas de mi adolescencia, de sacrificarla por un sueño. Así que un día llamé a mi mamá y le dije que viniera con mis hermanas». Pero poco después de aquellos triunfos una distensión en los ligamentos de la rodilla izquierda lo dejó fuera de los partidos finales. Y, apenas después, en enero de 2006, se rompió el ligamento cruzado, los meniscos de la rodilla derecha, y estuvo diez meses sin jugar. «Fue duro, sin embargo, hay que esperar y confiar. Cuando hace tiempo que no juego y entro a la cancha, siempre me detengo un segundo, y digo ‘Gracias, Señor”.

 

 

La garra del «Tigre»

Tras recuperarse físicamente, Falcao hizo por primera vez como profesional un hat-trick el 28 de septiembre de 2007 frente al club brasileño Botafogo, donde River Plate hizo una remontada para la historia. Días después, el 7 de octubre, marcó su primer gol en un Superclásico del fútbol argentino. Fue el primero de los dos goles de River Plate sobre Boca Juniors en el triunfo por 2-0. River rechazó ofertas del AC Milán, del Real Club Deportivo de La Coruña, del Fluminense y del Aston Villa por valor de 20.000.000 de dólares en el verano de 2008. Este sin duda pudo ser el gran salto del atleta. El 8 de junio gana con River Plate el torneo Clausura 2008, bajo la dirección técnica de Diego Simeone. Estuvo con este club durante la Apertura 2008, cuando quedó último, siendo la peor campaña de la historia del River.

En el 2009, River Plate tuvo un comienzo complicado: eliminado en fase de grupos de la Copa Libertadores de América 2009 y luchando en el Clausura 2009, sin embargo, Radamel fue pieza clave en el esquema de Néstor Gorosito.

 

 

Su marcha a Europa

El delantero de River Plate y de la selección colombiana Radamel Falcao García fue traspasado al Oporto por 5,5 millones de euros, un 15 de julio de 2009. «Ya está todo acordado», dijo a una emisora de radio local el vicepresidente de River, Domingo Díaz, confirmando la marcha de Falcao, que firmaría por cinco temporadas con el Oporto.

Falcao García, con 23 años por aquel entonces, se mostró feliz de llegar a un club como el luso, donde reemplazaría al argentino Lisandro López, quien fue vendido al Lyon. «El Oporto es un gran club, un equipo que ha ganado la liga local en los últimos cuatro años y que ha sido protagonista también en la Champions League», dijo Falcao.

El futbolista disputó 111 partidos, anotó 45 goles y dio 9 asistencias de gol con la camiseta de River. «De todas maneras me cuesta pensar en lo que dejo, y realmente llevo a River grabado en mi corazón», expresó el colombiano, que se reencontrará con dos excompañeros, Fernando Belluschi y Ernesto Farías. En el Oporto también jugaban los argentinos Tomás Costa, Mariano González, Nelson Benítez y Andrés Madrid.

«No tengo palabras para explicar lo que significa River en mi vida que me dio mucho más de lo que yo hubiera querido darle. Viví mucho tiempo en este club y siempre será mi casa», destacó. La venta dejó a River el 50 por ciento de la operación, el 30 por ciento será para el jugador, un 10 por ciento para su representante y el otro 10 para Fair Play, su club de origen en Colombia.