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«Halcones y Palomas», una historia de Boca Juniors

 

Boca Juniors logró dar la vuelta olímpica en 1992 acabando por fin con una sequía de once años sin títulos en el ámbito local, sin embargo, aquel triunfo acabó envenenando el vestidor. Una guerra conocida como «Halcones y Palomas» estaba por venir.

El verano de 1993, dos de los máximos referentes de ese equipo, Fernando Navarro Montoya y Alberto Beto Márcico, se enfrentaron y crearon una disputa interna dentro de la plantilla confeccionada por el presidente Carlos Heller, que apostó a contratar grandes jugadores para reforzar su elenco y lo ratificó en la dirección técnica al entrenador uruguayo Óscar Washington Tabárez.

 

 

Mucho se especuló que la causa de todos los males, habría sido la ambición desmedida de algunos jugadores, aunque el verdadero motivo del conflicto habría sido la vanidad humana. En aquella plantilla se había reunido a más de veinte jugadores en la cúspide de sus carreras y con una dosis extra de carácter.

«El Mono» Montoya, uno de los protagonistas, reconoció en una posterior entrevista que en un bando estaban Blas Armando Giunta, el Beto Márcico, el Chino Tapia, Manteca Martínez y Sergio Saturno, mientras que del otro estaban él, Juan Simón, Alejandro Giuntini y Chiche Soñora. «A ellos les gustaba el champagne, la pizza y las motos de esquí. Y nosotros tomábamos agua mineral y nos gustaba salir con nuestras novias o señoras. Esa era la diferencia. En la semana pasaba que en la habitación de Beto o Blas se quedaban jugando al truco, y metían algo escondido, como una pizza. Y yo me iba a dormir. Estas cosas suceden dentro de los planteles», explicó. Aunque luego, aclaró: «Dentro del campo, Blas o el Beto Márcico eran como mis hermanos, y para ellos lo mismo».

 

 

Todo empezó cuando Tabárez decidió que el portador de la cinta de capitán fuera elegido democráticamente mediante la votación del plantel; como era de esperarse, la elección se polarizó entre los dos líderes naturales. El “Mono” acabó siendo el elegido.

Las diferencias se proyectaron en el campo de juego y los resultados negativos llegaron, con solo dos victorias en los primeros seis partidos. Con ese decepcionante panorama, se llegó a la séptima fecha, en la mítica Bombonera se enfrentaron a uno de sus clásicos rivales, San Lorenzo. Un Boca alterado emocionalmente por el conflicto interno hizo el esfuerzo, pero lució desordenado en la cancha, el resultado, una derrota humillante por 4-3 en su propio campo. Finalizado el partido, el caos se desató en el vestuario, los periodistas corrieron para identificar lo que pasaba, sin pruebas concretas se especuló con un enfrentamiento a golpes entre los dos líderes.

 

 

Se multiplicaron los rumores y todo se transformó en una telenovela mediática e incluso el propio presidente quiso minimizar la situación atribuyéndola a un bajón futbolístico y consultado por la disputa entre los referentes, sostuvo “me gusta que Márcico pretenda la capitanía, lo otro no sería propio de él…”. «El Maestro» Tabárez intentó sostener la situación, pero los niveles de conflictividad sobrepasaron su liderazgo. Tres semanas después, ante una nueva derrota, decidió renunciar a su cargo, a uno de los jugadores más cercanos le confesó «me voy porque esto explota o les tengo que cortar la cabeza a muchos jugadores».

La situación lejos de mejorar se agravó, sin Tábarez al mando el equipo terminó de hundirse, finalizando en la séptima posición en aquel campeonato; fue cuando uno de los dirigentes reconoció la gravedad de todo lo ocurrido. El siguiente título de Boca Juniors llegaría recién en el año 1998 y sin ninguno de los actores mencionados vinculados al club.

“No existieron los Halcones y Palomas. Hubo dos jugadores del plantel que no lo querían al Mono Navarro Montoya y, como yo era referente, me quisieron hacer enfrentar con él», dijo Márcico sobre lo sucedido hace más de 30 años en el plantel que conducía el Maestro Tabárez​. Y prosiguió admitiendo que también fue parte de la polémica: «En algún momento quizás entré en el juego, pero no, nos respetamos y hablamos. Puede ser que juegue un poco el ego. Hay veces que te agrandas como un bobo y crees que eres Dios. No es que eres Superman y que no te pega nada, sin embargo, hay de todo».

Finalmente, el Beto y el Mono, los dos cabecillas, compartieron equipo hasta 1995, cuando el enganche pasó a Gimnasia. Y luego de su etapa como futbolista, la relación entre los integrantes de algunos grupos mejoró: actualmente, el Mono, Chiche Soñora y Blas Giunta trabajan para las Inferiores del club y el ex arquero confesó que la dupla técnica Márcico-Giunta lo fueron a buscar cuando dirigían a Chicago en 2003.

 


Marcelo Amarilho