Fernando Morena es una de las máximas estrellas del firmamento de Peñarol, del fútbol uruguayo, y de toda Sudamérica. Máximo goleador histórico de Peñarol con 440 goles y del Campeonato uruguayo con 230 goles, segundo máximo goleador histórico de la Copa Libertadores con 37 goles, 7 veces campeón uruguayo con Peñarol (1973, 1974, 1975, 1978, 1979, 1981 y 1982), 7 veces máximo goleador del campeonato uruguayo, campeón de la Copa Libertadores 1982, 4 veces goleador de la Liguilla Pre-Libertadores de América, 2 veces goleador de la Copa Libertadores de América y campeón de la Copa Intercontinental 1982. Casi nada.
«El Potrillo» nació en Montevideo el 2 de febrero de 1952, y tras formarse en el Racing Club de Montevideo posteriormente pasó a River Plate de Montevideo, institución que lo llevó a debutar en primera división con 17 años, en 1969. En enero de 1973, a los 21 años, Morena se había convertido en el gran objetivo de Peñarol y Nacional, e incluso hubo interés de clubes argentinos, luego de surgir como hombre gol en River Plate. Incluso había sido el puntero izquierdo de Uruguay en la Minicopa de Brasil 1972.
Pero eran tiempos de aguda crisis en los equipos grandes, lo que complicaba el negocio. Al final, el «Nando» fue a Peñarol, gracias a la amistad entre el presidente de River, Eduardo Castro Quintela, y el entonces vice de Peñarol, Washington Cataldi, más la decisión del futbolista, que dejó de lado su pasión de niño por Nacional. El arreglo se produjo a través de un préstamo que costó 30.000 pesos de entonces. Si Morena era transferido al exterior, los darseneros llevaban el 75% del monto y los aurinegros el resto.
El delantero alcanzó pronto gran repercusión en Peñarol y la Selección, por lo cual a fines del 73 se empezó a hablar de su pase al exterior. Se informó del interés de Fluminense, ante lo cual fue cotizado en un millón de dólares. También se habló del Milan, para el caso que Italia reabriera su mercado a los extranjeros. Pero se venía el Mundial de Alemania y en aquellos años se vedaba las transferencias a los integrantes del seleccionado. Pocos clubes estaban en condiciones de pagar aquel millón. Italia seguía cerrada y los clubes ingleses solo llevaban jugadores británicos. El principal comprador era Real Madrid. Morena fue observado durante el Mundial 74, pero apenas se lo vio en medio del desastre de todo el seleccionado uruguayo, lo que hizo desistir al presidente merengue Santiago Bernabéu.
Un año después, sin embargo, cuando los aurinegros jugaron un amistoso ante los madridistas, el Real hizo una oferta concreta: 650.000 dólares al contado. Cataldi la rechazó. Años después, Morena contó en una entrevista que el dirigente le admitió que con el porcentaje que le quedaba al club iba a resultar imposible encontrar un sustituto.
El Nando, desequilibrante en el fútbol local, recibía el salario más alto por lejos en Uruguay e incluso era uno de los más caros en América del Sur. River argentino se interesó varias veces por su concurso, pero nunca llegó a la cifra deseada por el River de Montevideo y Peñarol. Además, cada tanto la AUF volvía a decretar listas de futbolistas intransferibles e indefectiblemente lo incluían. Por eso, Morena se quedaba siempre una temporada más.
Mientras tanto, el préstamo se iba renovando mediante trabajosas negociaciones que eran noticia durante varios días. Hasta que en septiembre de 1977 los aurinegros se quedaron con el 100% del pase. Para ello se comprometieron a abonar 400.000 dólares: 200.000 al contado, una cuota de 30.000 a fines de ese mes, otra de 20.000 a fines de noviembre y el resto en 24 cuotas mensuales de 6.250.
En 1978 fue especialmente destacado para Morena en Peñarol, ya que no solo logró superar su propia barrera de cantidad de goles en un torneo (alcanzó la cifra de 36), y además logró el hito de convertir 7 goles en un mismo partido: ante Huracán Buceo, el 16 de julio de aquel año. En su carrera, el hombre gol también cuenta con otros destacados registros de 6 y 5 goles en un mismo encuentro.
En 1979, Raúl Bentancor pasó a dirigir la Selección mayor luego de sus éxitos con los equipos juveniles. Su primera decisión provocó sorpresa: hizo una nómina de 49 intransferibles y no incluyó a Morena. Quizás la noticia llegó a Madrid, o tal vez fue el pedido de Héctor Núñez, el técnico uruguayo del Rayo Vallecano, recién ascendido a primera. Núñez llegó a Montevideo junto a dirigentes del club español decidido a llevarse a Morena. Luego de un par de días de conversaciones, en la noche del 6 de agosto se acordó la transferencia. No fue el millón de dólares reclamado en 1973, sino 750.000 para Peñarol: 250.000 al contado, 200.000 en 1980 y 200.000 en 1981, más 100.000 por un amistoso, según la reconstrucción de la operación realizada por Pablo Muró en su libro El Nando.
A sus 27 años, Fernando Morena era, por derecho propio, uno de los delanteros sudamericanos más cotizados y en el equipo madrileño siguió con su efectividad goleadora en una temporada espectacular, marcando 21 tantos en 34 partidos, pero no fueron suficientes para evitar el descenso del conjunto de Vallecas. Antes, en diciembre de aquel año, el Rayo Vallecano viajó a Montevideo para enfrentarse en un amistoso ante Peñarol, que celebraba el título uruguayo de 1979. Morena salió al campo con la camiseta aurinegra 500: pocas semanas antes había llegado a esa cifra goleadora en España. Luego vistió la albirroja del Rayo y le hizo un gol a su exclub.
En 1980 el Valencia no desaprovechó la situación y lo contrató para asociarle en el ataque con Mario Alberto Kempes. En Mestalla se mostró como un jugador de gran técnica y fortaleza física, con un impresionante juego aéreo y una zurda letal. Además, acumulaba gran experiencia que ayudó a crecer al equipo. Marcó 24 goles en 40 partidos oficiales en una temporada en la que el Valencia podría haber aspirado al título a poco que hubiera apretado y se lo hubiera creído más. Peñarol se lanzó a repatriarlo en 1981 gracias a la recordada campaña «A Morena lo traemos todos», animando a todos los aficionados a aportar su granito de arena para hacer realidad el traspaso. Su retorno marcó su registro como goleador del Campeonato Uruguayo de 1982, y la conquista de la Copa Libertadores de América y la Copa Intercontinental de aquel mismo año. Se retiró en Peñarol el 28 de diciembre de 1984, aunque posteriormente tuvo un fugaz regreso para defender al Carbonero en la Copa Libertadores de América de 1986.
Leticia Sagné