La Brasil campeona del Mundial de Corea del Sur y Japón fue una auténtica máquina de ganar capaz de arrollar a todos sus rivales, sumando pleno de victorias y convirtiéndose así en uno de los equipos, junto a la Italia del Mundial de 1938 y la Brasil del Mundial de 1970, que lo han logrado hasta día de hoy. Su capacidad ofensiva era superlativa, contando con una histórica cuádruple R formada por Rivaldo, Ronaldinho y Ronaldo, con la ayuda del defensa francotirador Roberto Carlos. Los 4 astros brasileños realizaron nada más y nada menos que el 89% de los goles de su selección en la fase final.
El peor escenario para llegar a un Mundial
Brasil llegó al Mundial de Corea del Sur y Japón habiendo sufrido la peor campaña clasificatoria de su historia con 6 derrotas. Sus verdugos fueron Paraguay, Chile, Ecuador, Uruguay, Argentina y Bolivia, que le obligaron a conseguir un buen resultado en su último clasificatorio contra Venezuela, que por suerte acabó bien para los brasileños. Para entender lo complejo que llegó a ser aquel momento para Scolari hay que recordar que Brasil llegó a utilizar hasta ¡65 jugadores diferentes!
Pero con la clasificación para el Mundial los problemas no cesaron. La primera alarma se detonó cuando Rivaldo coqueteaba abiertamente con la prensa con la idea de retirarse del fútbol internacional, y la segunda llegó a tan solo 5 días antes de que Scolari hiciese pública su convocatoria de 23 jugadores. Djalminha propinó un leve cabezazo a su entrenador en el Deportivo de La Coruña, Javier Irureta, provocando un escándalo mayúsculo en la prensa brasileña. Poco antes de la agresión, el seleccionador de Brasil había cenado en Barcelona con el talentoso mediapunta expresamente para evitar situaciones como aquella… Finalmente, Scolari dejó fuera a Djalminha y convocó a un joven Kaká, ante la sorpresa general del público brasileño.
La tercera alarma, y por suerte la última, llegó un día antes de que Brasil iniciara su andadura, el capitán Emerson se puso de portero en un partidillo y, al detener un disparo de Rivaldo, se dislocó el hombro. Ricardinho, de vacaciones en Curitiba, oyó que había una posibilidad de que mandasen a casa al capitán brasileño; pero como a él nunca le había convocado Scolari, se imaginó que tenía «cero posibilidades» de ser citado, así que apagó su teléfono y se fue a misa. Afortunadamente, su esposa Juliana sí había «creído en el milagro», por lo que volvió a encender el móvil, contestó a la llamada y le dijo al directivo de la CBF Américo Faria que su marido tomaría el primer vuelo cuando volviese de la iglesia. Tras pasar por São Paulo, Estados Unidos y el consulado brasileño en Japón (¡allí le concedieron un permiso especial para renovar su pasaporte caducado!), Ricardinho llegó por fin a la República de Corea.
Y si todo esto no fuera poco, Luiz Felipe se empeñó en no convocar al jugador más amado por su afición, Romário, el único héroe y máximo goleador de aquella gris selección en la fase clasificatoria. En contrapartida sí convocó a un delantero que apenas había tocado un balón en dos años y medio debido a las lesiones… Ronaldo Nazário de Lima. Con aquel incierto panorama pocos creían de verdad que la «Canarinha» podría obtener su quinta estrella en aquella 17ª Copa Mundial de la FIFA…
Prueba de ello era que en las apuestas antes del torneo Brasil era la cuarta favorita por detrás de Argentina, Francia e Italia, mientras que Ronaldo era el sexto favorito por detrás de David Trezeguet, Christian Vieri, Thierry Henry, Michael Owen y Raúl.
Rumbo a un éxito totalmente inesperado
Brasil se impuso en la fase inicial, primero a Turquía (2-1, con goles de Ronaldo y Rivaldo de penalti), luego a China (4-0, con goles de Roberto Carlos, Rivaldo, Ronaldinho de penalti y Ronaldo), dirigida por Velibor «Bora» Milutinovic, en su quinta fase final consecutiva con un equipo diferente tras haber dirigido a México (1986), Costa Rica (1990), Estados Unidos (1994) y Nigeria (1998), y después a Costa Rica. El partido contra los turcos se vio empañado por una espantosa «simulación» de Rivaldo, que fingió una lesión en la cara después de que Hakan Unsal, expulsado por sus molestias, le diera una patada al balón en las rodillas cuando se disponía a sacar un córner. El brasileño fue multado posteriormente con 5.180 libras.
En octavos de final Brasil se encomendó al guardameta Marcos para superar un animado desafío de Bélgica. Rivaldo en el ’67 y Ronaldo en el ’87 acabaron con las esperanzas belgas.
Con varios de los grandes equipos caídos en el camino, el vencedor del choque entre Inglaterra y Brasil en cuartos de final tenía una oportunidad muy real de alcanzar la gloria final, e Inglaterra esperaba una vez que Michael Owen aprovechara un error para ponerles en ventaja. Sin embargo, un momento de brillantez de Rivaldo justo antes del descanso fue seguido por Ronaldinho, que engañó a David Seaman desde la distancia al superar al veterano guardameta en un tiro libre. El brasileño fue posteriormente expulsado, pero Sven-Goran Eriksson no tuvo respuesta a la oportunidad que se le presentaba y los ingleses se retiraron mansamente, con otra oportunidad perdida.
En semifinales los brasileños se volvieron a enfrentar con su rival en la fase de grupos, la sorprendente Turquía. Gracias al gol de Ronaldo los brasileños se plantaron en la final ante una Alemania que tiraba de orgullo y garra con Oliver Kahn como gran líder.
El cuento de hadas de Corea llegó a su fin para los alemanes, que pagaron cara su victoria en semifinales (1-0) al perder a Michael Ballack por acumulación de tarjetas amarillas. Una falta técnica cuando Corea del Sur parecía acercarse a la portería fue un acto de sacrificio personal, pero que puso a su equipo en enorme desventaja en la final contra Brasil.
Ronaldo marcó los dos goles de la victoria por 2-0 sobre los alemanes en la final. Con la ayuda de una poco ortodoxa cabeza parcialmente afeitada, que le hacía parecer un personaje de dibujos animados, Ronaldo llevó a Brasil a su quinta, y más reciente, victoria en la Copa del Mundo, además de coronarse Bota de Oro del torneo.
Una victoria explicada con números y datos
21 jugadores de Brasil dispusieron de minutos en Corea/Japón 2002, récord compartido con la Italia de 2006 para una selección campeona mundial. Solamente los porteros suplentes Dida y Rogerio Ceni no llegaron a jugar. 18 clubes de procedencia tenían los 23 jugadores de Brasil; un récord para una selección campeona mundial.
12 minutos es el intervalo de tiempo de partido en el que Ronaldinho fue gran protagonista de los cuartos de final ante Inglaterra: empezó sirviendo a Rivaldo el gol del empate tras una espléndida cabalgada de 40 metros, marcó luego uno de los golazos de falta más extraños en la historia de los Mundiales y acabó siendo expulsado por golpear al inglés Danny Mills.
7 estadios distintos en un mismo Mundial pisó Brasil; siendo la única selección que lo ha hecho hasta día de hoy.
3 finales mundialistas ha disputado Cafú, siendo el único jugador que lo ha hecho. En 1994, el lateral derecho saltó al césped por un lesionado Jorginho en la primera mitad contra Italia, antes de competir contra Francia en 1998 y de capitanear a Brasil contra Alemania en 2002.
2 días después de marcharse cojeando del choque de cuartos contra Inglaterra, Ronaldo tuvo la descabellada idea de pedir a Dida que le rapase la cabeza (exceptuando un semicírculo en la frente). «Todo el mundo seguía insistiendo con la lesión, conque había estado varios años de baja, cuestionando si jugaría en la semifinal», explicaba Ronaldo. «En cuanto hice eso, de lo único que hablaban era de mi corte de pelo. Fue divertido; pude relajarme».
1 gol marcaron tanto Júnior como Edmilson en toda su carrera con Brasil y, curiosamente, ambos lo hicieron en el mismo partido, contra Costa Rica en Suwon (separados por media hora escasa).
En un torneo caracterizado por una capacidad de sorpresa abrumadora, en el que prácticamente todos los perdedores tienen su día, parecía poco apropiado que la final de la Copa del Mundo de 2002 fuera disputada por dos equipos que, entre los dos, habían disputado 12 de las 16 finales de la competición.
Ronaldo marcó los dos goles, el séptimo y el octavo del torneo, y le valió la Bota de Oro de la competición al mismo tiempo que mataba los fantasmas de Francia 98. Al menos, se guardó una anomalía para el desenlace de la competición: el jugador estrella del torneo, Oliver Kahn, fue el culpable del primer gol de Brasil, al desviar un disparo especulativo de Rivaldo a los pies de su alegre compañero de ataque. Y eso que el indomable alemán solamente había encajado un gol en los seis partidos anteriores de su país.