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Roberto Carlos en el Foot-Ball Club Internazionale Milano

 

Roberto Carlos vivió en el Foot-Ball Club Internazionale Milano una de las mejores etapas de su carrera, llegando a Italia con 22 años como un completo desconocido, a pesar de haber sido campeón con el Palmeiras y haber conseguido la medalla de plata en la Copa América de Uruguay con Brasil. Así lo aseguraba el propio jugador en una entrevista, «me tuve que dar a conocer en Italia, lo hice en un torneo de verano en Monza con el Inter, y dar alguna entrevista porque no me conocía nadie».

El lateral brasileño llegó a disputar 34 partidos oficiales, marcando 7 goles y dando 5 asistencias de gol. «Fue estupendo jugar en el Inter, con muchos recuerdos, como mi primer gol en la Serie A, que fue contra el Torino, y todos esos derbis de Milán. ¿Por qué me fui? No quería perder mi puesto en la selección».

 

 

Para el astro brasileño era su primera oportunidad en Europa, tras su fallido fichaje por la Unió Esportiva Lleida de la Segunda División A española unos años antes. Su gran nivel exhibido en el mítico Palmeiras de los años 90 le valió para llamar la atención de Massimo Moratti en 1995, recién llegado a la presidencia (febrero) tras tomar el relevo de Ernesto Pellegrini. Desde el principio, el hijo del gran Angelo quiso hacer un gran regalo a los hinchas del Inter para ganarse su confianza, y trató de traer a Milán primero a Eric Cantona, luego a Roberto Baggio y después a Hristo Stoichkov, sin conseguir, sin embargo, convencer a ninguno de ellos. No hay que olvidar que por aquellos tiempos previos a la aplicación de la Ley Bosman (diciembre de 1995), los clubes europeos centraban mayoritariamente sus refuerzos en la contratación de extranjeros de corte ofensivo.

 

 

Un Inter de lujo que prometía más de lo que ofreció

En el Inter Roberto Carlos fue entrenado por tres entrenadores que acabaron perfeccionando de una manera u otra su estilo de juego: Ottavio Bianchi, Luis Suárez y Roy Hodgson. Junto a Bergomi, Festa y Paganin, con el joven Zanetti en la rampa de salida y el excelente Pagliuca en la portería, Roberto Carlos formaba parte del potente bloque defensivo neroazurri.

En el centro del campo, el pivote era Paul Ince, otro fichaje llegado del Manchester United, con el inmortal Nicola Berti y el fantasioso Dell’Anno en sus bandas.

En la delantera, el dúo atacante formado por Ganz y Delvecchio, con Benito Carbone y Davide Fontolan listos para tomar el relevo. Rambert, un bombardero argentino que prometía muchos goles, era posiblemente la máxima esperanza en ataque para la nueva campaña.

 

 

Tras hacerse un nombre en la Copa América, y antes en Brasil, Roberto Carlos era ya un lateral izquierdo de gran velocidad, con una destacada capacidad ofensiva, con un físico impresionante (también ayudado por su muy baja estatura). Se hablaba de él como un jugador que correría la banda docenas y docenas de veces por partido, ayudando al equipo especialmente en la fase ofensiva, presentándose como un hombre más en la fase de ataque. Además, estaba dotado de una zurda terrorífica, útil en los tiros libres y los centros. Con aquella carta de presentación, los aficionados soñaban a lo grande.

 

El debut en la Serie A

Entre muchas esperanzas y cierta incertidumbre, el Inter de Ottavio Bianchi debutó en San Siro en agosto de 1995, contra el recién ascendido Vicenza de Guidolin. Lo que debía ser un paseo, acabó siendo un aviso, el Inter se vio enjaulado por el orden táctico de Di Carlo y sus compañeros, y el partido parecía abocado a un inevitable 0-0…

A cinco minutos del final, el Inter aprovechó un tiro libre desde treinta metros. Roberto Carlos, en ese momento, colocó el balón y se marchó en carrera: su violento zurdazo superó la barrera y batió al portero Mondini: 1-0 para el Inter y los primeros tres puntos en el bolsillo. Ahora sí, Italia acababa de conocer a Roberto Carlos.

 

 

En el cómputo de un Inter decepcionante, Roberto Carlos fue el único que no traicionó las expectativas partido tras partido. Otro gol en el segundo partido en Parma, y otro en el quinto contra el Toro. Sus disparos eran mortales, y cada tiro libre era un verdadero peligro para la portería contraria. Jugaba por fuera de la defensa en la izquierda, pero en realidad era un delantero más.

 

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El problema, era la relación del vestuario con Bianchi, que no entendía sus enseñanzas. El atrofiado comienzo en el campeonato (en el que, salvo Roberto Carlos, el equipo rindió por debajo de las expectativas) llevó a Moratti a la primera exoneración de su presidencia, al llamar a Milán a Roy Hodgson, entrenador inglés de la selección nacional de Suiza.

Hodgson trató inmediatamente de sistematizar la formación tácticamente, viendo en el joven Fresi una posible perspectiva en el centro del campo e imponiendo una defensa de 4 hombres con marcaje en zona, en el equilibrio de un sistema de juego que no preveía el empuje hacia delante de los laterales. Se compró a Branca como compañero de ataque de Ganz, así como al joven lateral izquierdo Pistone, del Vicenza.

Hodgson, en su visión del juego, juzgó a Roberto Carlos como demasiado «indisciplinado tácticamente». El técnico inglés, de hecho, puso a Pistone en su lugar y desplazó al brasileño al centro del campo, donde, sin embargo, el ex jugador del Palmeiras no parecía estar especialmente a gusto. El Inter terminó la temporada en un decepcionante séptimo lugar.

 

El adiós del Giuseppe Meazza

Hodgson fue confirmado por Moratti, y Roberto Carlos, hasta ese momento uno de los mejores laterales izquierdos que se recuerdan en la Serie A, 34 partidos y 7 goles en total, acabó sensacionalmente en la lista de transferencias ante la indignación de los aficionados. «Roberto Carlos era un lateral izquierdo muy ofensivo, era joven y yo era nuevo en el equipo. No tuvimos una mala relación, pero cuando se fue se desató el infierno. La decisión de dejarlo ir fue del club y se relacionó principalmente con el hecho de que el nuevo CEO del Inter, Luigi Predeval, estaba muy ansioso por reducir la cantidad de dinero que se gastaba en los fichajes y quería llevar algo de dinero al club. Roberto Carlos era uno de los jugadores vendibles. Así que fue vendido», aseguró años después el entrenador inglés.

 

 

«La gestión de Hodgson en el Inter me arruinó. Me hizo jugar en el centro del campo y tuve que considerar que esta variación táctica podía arruinar mi carrera internacional. Sería injusto decir que no tenía una buena relación con Hodgson, simplemente no entendía mucho de fútbol. Capello tenía otra concepción del fútbol, y yo me fui al Real Madrid por él’.

Bajo el epígrafe «arrepentimientos», en el diccionario nerazzurro, solamente puede aparecer la cara sonriente del fortísimo Roberto Carlos: durante más de veinte años, los aficionados del Inter no han tenido ninguna tranquilidad, al haber acariciado durante solo unos meses a uno de los jugadores más fuertes de la historia del fútbol, que fue despedido por un entrenador cuestionable (que, irónicamente, sería destituido unos meses después).

 

 

El exentrenador del Real Madrid, Fabio Capello, reconoció que fue él quien advirtió al presidente del club, Lorenzo Sanz, de que el Inter pretendía vender a Roberto Carlos y exigió su incorporación a los micrófonos de Sky Sports: «En menos de un día compramos al jugador. Solo el Inter no entendía quién era Roberto Carlos. En Milán estaban convencidos de que no sabía marcar».

El italiano, que dirigió a los blancos en dos etapas diferentes, se mostró satisfecho con aquel movimiento que a la postre marcaría una época: «Fue una compra muy importante. Un día llegó Branchini y me dijo que el Inter quería vender a Roberto Carlos. Pensé que era una broma. No me lo creí. Pero me envió un fax donde ya estaba el precio fijo y no discutible». «Inmediatamente, llamé al presidente del Real y le dije que volara inmediatamente a Italia», sentenció.

Roberto Carlos recuerda así su fichaje por el Real Madrid en 1996: «En el Inter me pusieron a jugar de extremo e incluso de delantero. El gran problema es que yo en los primeros siete partidos metí siete goles. Entonces me pusieron arriba y sufrí un montón. Hablé con el presidente para decirle que no podía jugar ahí porque liego venía la Copa América y para ir yo tenía que jugar de lateral. Lo curioso es que ese día hubo una reunión con Lorenzo Sanz y en diez minutos me desvinculé y fiché por el Real Madrid».

 

 

El defensor, que costó poco más de seis millones de euros, resultó ser uno de los fichajes más relevantes del club en aquella década. Internacional con Brasil, Roberto Carlos conquistó tres Champions League y cuatro Ligas, además de tres Supercopas de España, una Supercopa de Europa y tres Copas Intercontinentales. Con la selección, nada menos que un Mundial y dos Copa América.

Con Roberto Carlos en el Real, el Inter no encontró un sustituto digno durante años, y de hecho en Milán se habló mucho de la «maldición del lateral izquierdo». Solamente con Chivu y Zanetti, en la época del triplete de Mourinho, el Inter no tuvo problemas en ese papel: en cualquier caso, esta historia nos enseña realmente lo importante que es pensar dos veces antes de renunciar a un prospecto de tanto valor.