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Mundial de Francia de 1998

 

El Mundial de Francia de 1998 nos regaló muchas historias para la posterioridad: Hagi y compañía teñidos de rubio celebrando su pase a la segunda fase, Laurent Blanc besando la calva de Barthez a modo de ritual antes de cada partido, los hermanos Laudrup y De Boer cumpliendo el sueño de jugar juntos un Mundial, Roberto Baggio intentando redimirse de la última edición celebrada en Estados Unidos, Chilavert en su “prime”, una Croacia repleta de talento sorprendiendo al mundo, los Reggae Boyz aportando alegría caribeña, Lothar Matthäus igualando el récord del mexicano Carbajal disputando su quinto Mundial y convirtiéndose en el jugador con más partidos y más minutos en esta competición (25 encuentros y 2048 minutos), Irán y Estados Unidos escenificando la máxima deportividad sobre el terreno de juego a pesar del conflicto armado que vivían, el primer Gol de Oro de los Mundiales, la canción oficial de Ricky Martin “La Copa de la Vida”, la dolorosa expulsión de Beckham tras la picaresca de Simeone, Bergkamp marcando un gol con una maniobra «imposible», el esplendor de la demoledora dupla ZaSa, el golazo “maradoniano” de Michael Owen con tan solo 18 años, el cabezazo de “El Burrito” a Van der Sar, y como no, la coronación definitiva de Zinedine Zidane como uno de los grandes de la historia.

Pero aquella Copa del Mundo de 1998 también será recordada por el récord de expulsados, 22, e historias de terror como la que tuvo que vivir la expedición de Brasil tan solamente horas antes de disputar la gran final.

 

 

La última Copa del Mundo del siglo XX, que tuvo al gallo Footix como mascota, se celebró entre el 10 de junio al 12 de julio de 1998, en pleno auge de los móviles e Internet. La FIFA eligió al país galo como anfitrión por segunda vez (la primera fue en 1938), como antes había hecho con Italia y México, derrotando así la candidatura de Marruecos. También fue la novena vez que se celebraba en Europa, y fue la edición que supuso el retorno de los “bleus” a un Mundial tras 12 años de ausencia. Michel Platini sería un brillante presidente del comité organizador, consiguiendo un beneficio bruto final de cerca de 350 millones de francos, aunque el beneficio neto se quedaría “tan solamente” en 200. También fue el Mundial que produjo más ganancia a la FIFA, algo así como 3.500 millones de dólares, que “justificarían” económicamente las bolas calientes del sorteo de grupos que facilitaron que el cruce de Francia y Brasil, únicamente se pudiera dar en la final.

 

 

Con una duración de 32 días, fue la Copa del Mundo más larga jamás celebrada. Por primera vez la fase de grupos se amplió de 24 a 32 equipos, con ocho grupos de cuatro para dar más cabida al fútbol africano y asiático. Se disputaron 64 partidos en 10 estadios de 10 ciudades anfitrionas, y el partido inaugural y la final se celebraron en el recién construido Stade de France, en la comuna parisina de Saint-Denis. Su mejor dato fue el fútbol ofensivo, que regaló a la audiencia 171 goles en 64 partidos, el número más alto de goles en la historia de la Copa del Mundo hasta aquel entonces; el promedio fue de 2,7. Los finalistas Francia y Brasil fueron los equipos más goleadores del torneo; Francia anoto 14 y Brasil le siguió con 13, mientras que Colombia, Japón, Túnez, Estados Unidos y Bulgaria se retiraron de la competición habiendo anotado solo un gol. La curiosidad a nivel goleador la puso Austria, que anotó tres, con la particularidad que los marcó en tres partidos distintos y en el descuento.

 

 

El inicio del último gran torneo del siglo XX

Francia no solamente buscó la fiesta en los terrenos de juego, sino también en la calle. Precisamente ahí fue donde comenzó el 9 de junio, justo 24 horas antes de que el Mundial fuera inaugurado oficialmente. París se convirtió en la cuna festiva del mundo a través de un espectáculo concebido por Jean Pascal Levy-Trumet.

Cuatro gigantes de 20 metros de altura, símbolo de las cuatro grandes razas del planeta (la negra, la asiática, la americana y la blanca) se apoderaron de otros tantos puntos estratégicos de la capital parisina: el Arco de Triunfo, el campo de Marte, el Puente Nuevo y la Opera Garnier para acabar confluyendo en la plaza de la Concordia. Allí, y tras un recorrido que salpicó las calles parisinas de luz, música y color, los cuatro gigantes, convertidos ya en futbolistas, acometieron durante una hora la traca final. La fiesta, que se celebró en la víspera de la apertura del Mundial, contó con un presupuesto estelar.

 

Grupo A

Tras la fiesta inaugural, que ocupó las calles de París y culminó en el flamante estadio de Saint-Denis, Brasil tuvo que sufrir para ganar 2-1 en el partido inaugural. El equipo de Mario Zagallo era el campeón defensor del título y uno de los máximos candidatos para revalidarlo, sin embargo, la rocosa Escocia de Craig Brown luchó hasta el final. El marcador lo abrió César Sampaio a los 4 minutos de juego, mientras que John Collins empató de penalti en el 38. El gol de la victoria de la “canarinha” llegó en el segundo tiempo tras un remate forzado de Cafú que el meta escocés Jim Leighton bloqueó con tanta mala suerte que en el rebote posterior Boyd introdujo el balón en su propia portería.

 

 

Lo más espectacular del partido, más allá de los driblings imposibles de Denílson, fue la potencia bruta exhibida por el mejor delantero del mundo en aquel entonces. Ronaldo capturó la imaginación de todos los millones de espectadores del Mundial desde el primer momento, llegando a Francia tras su primera temporada en el Inter, en la que marcó 25 goles en la Serie A y añadió el título de mejor futbolista de la competición italiana en su palmarés, que previamente ya incluía el Balón de Oro. El delantero brasileño hizo honor a su fama amagando y desbordando a Colin Hendry y a cualquiera que se acercara demasiado a su radio de acción, dejándolos aturdidos en el suelo. Su nombre no figuró en el marcador ese día, pero, junto con el descarado genio de Rivaldo, hizo estragos en la defensa escocesa y dio a la gente exactamente lo que quería, un espectáculo emocionante. Una pena que no hubiéramos podido disfrutar en Francia de la dupla RoRo, ya que Romário se quedó fuera de la expedición brasileña a causa de una lesión muscular de la que no se logró recuperar a tiempo.

 

 

En el siguiente partido, la “seleção” consiguió un contundente 3-0 sobre la Marruecos de Hadji, Bassir y Naybet. Ronaldo abrió su cuenta y el marcador de la manera más contundente, colándose por detrás de la desventurada zaga y lanzando una majestuosa media volea desde fuera del área. No se dejó amedrentar por la agresividad de Saïd Chiba, y volvió a demostrar que era un jugador de otro planeta. Después llegarían los goles de sus compañeros en ataque, Bebeto y Rivaldo.

La gracia de Leonardo, la velocidad de Bebeto, la clase de Giovanni, la magia de Denílson y la maestría de Rivaldo, se convirtieron en una amenaza adicional, mientras que los venenosos golpeos de Roberto Carlos probablemente dejaban a los guardametas necesitados de crema calmante para las manos. Dunga, Aldair y Cláudio Taffarel, por su parte, apoyaban a este conjunto ofensivo con una firmeza de hierro en defensa, completando un equipo memorable.

 

 

A pesar de ello, en el cierre final del Grupo A Brasil se colapsó y esta vez la suerte no estuvo de su lado, siendo sorprendida por la Noruega de Tore André Flo y Ole Gunnar Solskjaer, que ganó en el minuto 88 de partido gracias a un gol de penalti transformado por Rekdal. 1-2 a favor de los noruegos fue un marcador que nadie se esperaba. Los otros goles fueron anotados por Bebeto para los brasileños y por Tore André Flo para los nórdicos.

En los otros duelos del grupo, Marruecos y Noruega protagonizaron un intenso encuentro en Montpellier, dejando un empate de 2-2, con goles de Hadji y Hadda para los africanos, y de Chippo (en propia puerta) y Eggen para los noruegos. Y en Burdeos escoceses y noruegos empataron a 1, con goles de Havard Flo (primo de Tore André) y Craig Burley. En la última fecha, Marruecos se despediría del Mundial con una goleada de 0-3 ante Escocia, marcando doblete Salahadine Bassir y un tanto espectacular de Abdeljadil Hadda. De esta forma, Brasil y Noruega avanzaron a la siguiente fase, respectivamente.

 

 

Grupo B

En la ciudad de Burdeos, el Grupo B se iniciaría con un empate emocionante en un espectacular partido Italia – Chile, plagado de estrellas en la convocatoria de ambos equipos: Costacurta, Vieri, Filippo Inzaghi, Pagliuca, Chiesa, Nesta, Cannavaro, Roberto Baggio, Maldini, Albertini, Dino Baggio, Toldo, Bergomi o Del Piero para los italianos; y Estay, Sierra, Rojas, Tapia, Zamorano, Reyes, Salas, Cornejo y Vega para los chilenos. El match terminaría 2-2, destacando el doblete de Marcelo Salas para los australes, y los goles de Vieri y de Roberto Baggio (de sanador penalti).

Por otro lado, en Toulouse la Camerún de Wome, Song, Omam-Biyik, Tchami, Mboma, Eto’o, Job y Songo’o, se enfrentaba a la Austria de Herzog, Polster, Feiersinger, Vastic y Konsel. Empate final a un gol en el marcador, gracias a los goles de Pierre Njanka y Toni Polster, este último en el primer minuto del tiempo de descuento.

 

 

En la segunda jornada, “El Matador” Salas e Ivica Vastic serían los goleadores en el decepcionante empate entre Chile y Austria. Mientras que la “azzurri” destrozarían a los leones indomables cameruneses por 3-0, con goles de Luigi Di Biagio y del “Toro” Cristian Vieri con un doblete marca de la casa.

En la jornada decisiva, Italia consiguió la clasificación para la siguiente ronda en detrimento de Austria, a la que vencería 2-1 en Saint-Denis con goles de Roberto Baggio y Vieri. El gol de Herzog llegó en el minuto 90 de penalti. Por su parte, la Chile de la dupla “Zasa” logró otro empate ante Camerún, que le sería suficiente para pasar a la siguiente ronda junto a Italia. Sierra marcaría para los chilenos y Mboma para los cameruneses.

 

 

Grupo C

Francia volvía a los Mundiales tras haber fracasado en las últimas dos fases de clasificación, y lo hacía de manos del seleccionador Aimé Jacquet. Dinamarca también volvería a una cita mundialista después de un largo periodo, 12 años, y con la memoria bien presente de la consecución de la Euro 92.

En la primera jornada, la Arabia Saudita de Saeed Al-Owairan y Sami Al-Jaber caería ante la Dinamarca de los Laudrup, Schmeichel y compañía por la mínima con un gol de Marc Rieper Jonsen. Por su parte, Francia debutaba ante su público logrando una cómoda victoria por 3-0 sobre Sudáfrica, con goles de Dugarry, Issa (en propia puerta) y Thierry Henry en el segundo minuto del descuento.

 

 

La selección francesa, a pesar de poder contar con las jóvenes promesas Henry y Trezeguet, careció de recursos ofensivos contrastados en punta. El seleccionador Aimé Jacquet, que alternó entre sus jóvenes promesas, Christophe Dugarry y el desdichado Stéphane Guivarc’h del Newcastle, basó su equipo en una sólida unidad defensiva, y la creatividad de sus centrocampistas.

Marcel Desailly y Laurent Blanc formaron durante todo el torneo una barrera impenetrable en la retaguardia, flanqueada por la excelente pareja de laterales formada por Lilian Thuram y Bixente Lizarazu, y apoyada por el fiable Frank Leboeuf. La zaga francesa no fue excesivamente vulnerada en el juego abierto, y menos con Didier Deschamps como primer gran obstáculo para los rivales. El talento creativo de Zinedine Zidane y Youri Djorkaeff en el medio del campo constituyó la verdadera amenaza en ataque. Francia, considerada como una apuesta arriesgada al principio del torneo, pasaría con facilidad la fase de grupos.

 

 

En la segunda jornada, daneses y sudafricanos empatarían a un gol, marcando Benny McCarthy el primer tanto de Sudáfrica en los Mundiales, y Nielsen para Dinamarca. El doblete de Thierry Henry, más los goles de David Trezeguet y Bixente Lizarazu, permitieron otro triunfo francés holgado ante los saudíes, que quedaban fuera de la competición dando una pobre imagen.

En la última jornada, el conjunto de Aimé Jacquet aseguró el liderato ante Dinamarca con una victoria ajustada por 2-1, con goles de Djorkaeff de penalti y de Petit. Los daneses solo pudieron batir la portería defendida por Barthez de penalti, gracias a Michael Laudrup, que realizó un espectacular partido.

 

 

Sudáfrica y Arabia Saudita se despidieron del Mundial de Francia de 1998 con un empate estéril para ambos conjuntos. 2-2, con goles de Barlett (partida doble), Al Jaber y Al-Thunayan. De los árabes se esperaba mucho más por la potencia ofensiva exhibida en la fase de clasificación, mientras que de la Sudáfrica de Mark Fish, Phil Masinga, Quinton Fortune, Doctor Khumalo, McCarthy, Lucas Radebe y Pierre Issa se valoró su ímpetu en el debut mundialista. No hay que olvidar que empezó a disputar las eliminatorias de la copa del mundo por primera vez en la historia en 1993, tras ser suspendida de la FIFA en 1962 por la política del Apartheid que regía en el país.

 

Grupo D

España llegó a un nuevo Mundial, como casi siempre, como favorita, con una plantilla repleta de talento y de experiencia. Nombres como los de Hierro, Morientes, Guerrero, Raúl, Alfonso, Kiko, Zubizarreta, Nadal o Luis Enrique eran más que suficientes para aspirar a algo más. Sin embargo, el conjunto de Javier Clemente no solo no logró confirmar su fama, sino que quedó eliminado en primera ronda. En el debut perdieron 3-2 ante Nigeria, con un autogol imperdonable de Andoni Zubizarreta. Los goleadores fueron Adepoju y Oliseh para los nigerianos, y los madridistas Hierro y Raúl para los españoles. El partido del día anterior entre la Paraguay de Arce, Gamarra, Ayala, Cardozo, Acuña, Benítez, y Chilavert ante Bulgaria había finalizado con un decepcionante empate a 0. Los búlgaros llegaron a la competición con prácticamente la misma columna vertebral con la que sorprendieron en Estados Unidos y algunos refuerzos de gran calidad. Hristov, Kostadinov, Stoichkov, Penev o Balakov fueron algunos de sus grandes futbolistas.

 

En la segunda jornada la talentosa Nigeria de Kanu, West, Finidi, Okocha, Babangida, Amokachi y Oliseh se impuso a los búlgaros por 1-0 con gol de Ikpeba. Los búlgaros no dieron muestras de su potencial en ningún momento del encuentro, pese a su esfuerzo. España, por su parte, estaba obligada a ganar sí o sí en el segundo partido si no quería meterse en problemas. La Paraguay del omnipresente Chilavert parecía un rival asequible… y el marcador no se movió en todo el encuentro. Otra grave decepción de los españoles.

Pero aún quedaba la tercera jornada, y España se despediría del torneo mostrando todo su potencial con una goleada 6-1 sobre Bulgaria. El problema es que el resultado no sirvió absolutamente de nada. Nigeria caería 1-3 ante Paraguay, con gol de Oruma, y de Ayala, Benítez y Cardozo para los paraguayos. Ambos conjuntos pasarían a la siguiente ronda, y España se quedaría a tan solo un punto de la clasificación. Gran decepción.

 

 

Grupo E

La prometedora México de Jorge Campos, Germán Villa, Alberto García Aspe, Cuauhtémoc Blanco, Luis Hernández y Jesús Arellano, debutaría con buen pie al doblegar a Corea del Sur 1-3, con dos goles de Hernández y uno de Peláez. Ha Seok-ju marcaría para los asiáticos, que vivían a expensas del talento de su estrella goleadora Choi Yong Soo. La jugada del partido llegaría cuando tras recibir el balón en la banda izquierda, Cuauhtémoc Blanco se vio inmediatamente acorralado por dos surcoreanos, ambos tranquilos y seguros de tener la situación bajo control. Tras un par de toques, el delantero mexicano atrapó el balón entre los dos pies y saltó por encima de los dos desconcertados defensores. Los surcoreanos y el público habían asistido al nacimiento de la popular “Cuauteminha”.

 

 

Esta sensación de diversión ingeniosa e inventiva contrastaba con la serenidad y seguridad que mostró Países Bajos en el otro partido de la jornada ante Bélgica, y que no le sirvió para pasar del empate a 0. Van der Sar, Reiziger, Stam, los hermanos De Boer, Jonk, Bergkamp, Kluivert, Seedorf, Cocu, Zenden, Overmars, Davids, Winter y Hasselbaink eran nombres suficientes para hacerse con el campeonato, de eso nadie dudaba. Además, en el banquillo contaban con la experiencia de dos porteros suplentes de lujo, Ruud Hesp y Ed de Goey. Veteranía y talento bajo el mando de un grande los banquillos, Guus Hiddink.

 

 

Algunos utilizaron la expulsión de Kluivert como excusa, aunque tuvo lugar en el minuto 82 de partido. El delantero fue expulsado por dar un codazo a Staelens, cuando el belga le llamó violador. “Estoy acostumbrado a que me llamen negro. No es muy agradable, pero estoy acostumbrado. Pero que me llamen violador fue excesivo. No me pude controlar”, se justificó el delantero del Milán, sancionado con dos partidos. Kluivert y tres amigos fueron acusados de violación por una joven de Ámsterdam hace un año, en un caso que provocó enorme revuelo. Y antes fue condenado a cientos de horas de trabajo para la comunidad por haber atropellado a un peatón que falleció posteriormente.

En la segunda fecha, aztecas y flamencos, principales candidatos para la segunda plaza clasificatoria del grupo, empatarían a dos en un emocionante partido, destacando el doblete de Marc Wilmots. García Aspe y Blanco marcarían para los mexicanos. Por su parte, en Marsella, Países Bajos le endosó una manita a los surcoreanos, poniendo un pie y medio en octavos de final. Marcaron Cocu, Overmars, Bergkamp, van Hooijdonk y Ronald de Boer, que sacaron, ahora sí, su mejor fútbol.

 

 

En la última jornada, los diablos rojos belgas desperdiciaron su gran oportunidad de avanzar a la siguiente ronda, al ceder un empate a 1 ante la débil selección surcoreana. Nilis marcaría para Bélgica, y Yoo Sang-chul para los coreanos. Una verdadera decepción teniendo en cuenta que Bélgica viajó a Francia con el talento ofensivo de los hermanos Mpenza, Luc Nilis, Luis Oliveira y la capitanía del gran Enzo Scifo.

El ‘Tri’ trabajó muy duro para conseguir un empate valioso ante los tulipanes que clasificó a ambos conjuntos. Cocu y Ronald de Boer marcaron para los neerlandeses y Peláez y Hernández para los mexicanos.

 

 

Grupo F

La República Federal Yugoslava debutó como nación independiente en la máxima competición con una plantilla cargada de gran experiencia, en especial en la liga española e italiana: Jokanović, Djukić, Brnović, Jugović, Savicević, Mijatović, Stojković, Mihajlović, Milosević, Stanković, Ognjenović y Kovacević. Su debut fue esperanzador al vencer 1-0 ante Irán, gracias a un golazo de falta de su especialista Sinisa Mihajlović. Por su parte, la siempre favorita Alemania, y campeona de la última Eurocopa en 1996, superó 2-0 a Estados Unidos, mediante los goles de Andreas Möller y Jürgen Klinsmann.

En la segunda jornada, teutones y balcánicos igualaron a 2 en Lens, con goles de Mihajlović en propia puerta y Bierhoff para Alemania, y Stanković y Stojković para Yugoslavia. Alemania contaba con un equipo de ensueño con grandes jugadores en todas las líneas: Möller, Matthäus, Babbel, Ziege, Klinsmann, Bierhoff o Wörns. En especial en la portería, donde coincidieron tres grandes que tuvieron que competir por un sitio: Köpke, Lehmann y Kahn.

 

 

Mientras tanto, en un duelo rodeado de contexto político, la esperanzadora Irán de Mahdavikia, Bagheri y Ali Daei, superó a la selección de las barras y las estrellas con un marcador de 1-2. Los goles fueron para McBride para Estados Unidos, y Estili y el talentoso Mahdavikia para Irán. Este triunfo fue vital para las aspiraciones persas, después de la derrota inicial ante RF Yugoslavia, además de dejar fuera de la competición a la selección de Estados Unidos de Friedel, Tab Ramos, Wynalda, Jones, Balboa, Keller, Reyna y Lalas.

En la jornada decisiva, la Alemania de Berti Vogts despertó del sueño a Irán, a la que doblegó 2-0, asegurando su presencia a la siguiente ronda. Marcaron Bierhoff y Klinsmann, una de las grandes duplas del torneo. Finalmente, RF Yugoslavia se impuso a Estados Unidos con un gol de Slobodan Komljenović a los 4 minutos de partido, y en ningún momento llegó a perder el control del match. De esta manera, Alemania y RF Yugoslavia avanzaron a la siguiente ronda, y la Irán de Ali Daei decepcionó por no estar a la altura de las expectativas.

 

 

Grupo G

En Marsella, el Grupo G empezaría con una victoria de Inglaterra sobre la Túnez de Sellimi 2-0, con goles de Alan Shearer y Paul Scholes. Por su parte, Rumanía ganaría a Colombia con un tanto de Adrian Ilie, amargando el debut cafetero, pese a haber dominado gran parte del partido.

La ‘Tricolor’, que clasificó para su tercer Mundial de forma consecutiva, estuvo en guerra antes, durante y después con el periodismo de su propio país. Por un lado, porque consideraban que el ‘Pibe’ Valderrama ya no estaba para la selección, por su edad, tenía 36 años y próximo a cumplir 37. Además, jugaba con el Miami Fusion de la MLS. Por otro lado, algunos periodistas pidieron con gran vehemencia al joven delantero Léider Preciado. El goleador tenía solo 21 años y finalmente ‘Bollo’ Gómez convocó al jugador de Santa Fe que vivía un gran presente.

 

 

El equipo base colombiano en los tres partidos fue: Mondragón, Wilmer Cabrera, Ever «Chaca» Palacios, Jorge Bermúdez, «Chicho» Serna, Harold Lozano, «El Pibe» Valderrama y Freddy Rincón. En la delantera, Asprilla y Aristizábal fueron titulares contra Rumania, «El Tren» Valencia y De Ávila contra Túnez, mientras que Preciado y De Ávila contra Inglaterra. En el lateral «Toño» Romero jugó un partido y José Fernando Santa lo hizo en dos oportunidades.

En la segunda fecha, un triunfo cafetero contra los tunecinos daba respiro y opciones de clasificar, gracias al tanto de Leider Preciado. Asimismo, los de los Cárpatos sorprendieron a los ingleses con un triunfo por 2-1. Marcaron Moldovan y Petrescu para los rumanos, y el joven Owen, de tan solo 18 años para los británicos. Los rumanos, dirigidos por Iordanescu, disponían de grandes recursos para llegar lejos en aquella cita mundialista: Galca, Lacatus, Popescu, Munteanu, Moldovan, Hagi, Illie, Stelea, Dumitrescu o Craioveanu.

 

 

En la última jornada incluso aseguraron el liderato del grupo con un empate intrascendente ante Túnez. Moldovan marcaría para los rumanos, y Souayah para los tunecinos. Simultáneamente, Inglaterra vencería 2-0 a Colombia con los tantos de Darren Anderton y David Beckham. De esta manera, Rumanía y la Inglaterra de Seaman, Campbell, Le Saux, Ince, Beckham, Sheringham, McManaman, Neville, Scholes, Owen, Shearer y Ferdinand avanzaría a octavos como una de las grandes favoritas del torneo, dejando por segunda ocasión consecutiva a una Colombia cargada de talento fuera de los 16 mejores.

Hay que destacar que el seleccionador Glen Hoddle prescindió para la cita mundialista de una de las máximas estrellas del fútbol inglés, Paul Gascoigne. Años después, el propio jugador reconocía que Hoddle había tomado una decisión correcta dejándole fuera de aquel Mundial. Por entonces ya tenía problemas con el alcohol y su forma física dejaba mucho que desear.

 

 

Grupo H

En el primer Mundial de la era post Diego Armando Maradona, la selección argentina hizo una primera fase perfecta. El conjunto dirigido por el campeón de 1978, Daniel Passarella, se ganó el respeto y cariño de todos. En la convocatoria de aquel plantel no podían faltar nombres del calibre de Ayala, Almeyda, “El Piojo” López, Simeone, Batistuta, “El Burrito” Ortega, Verón, Astrada, Balbo, Crespo, Gallardo o Javier Zanetti, entre otros.

Ya en la primera jornada el combinado argentino consiguió una victoria trabajada ante la debutante Japón, con un gol en solitario de Gabriel Omar Batistuta. En el otro encuentro del grupo, Croacia debutaría en el Mundial con una victoria por 1-3 sobre otra debutante, la Jamaica de los Reggae Boyz. Marcarían Earle para los caribeños, y Stanić, Prosinečki y Šuker para los croatas.

En la segunda jornada, los croatas lograrían otro triunfo y clasificación histórica para la siguiente ronda, gracias al tanto de Davor Šuker, suficiente para eliminar a la Japón de Hidetoshi Nakata, el único jugador japonés que estuvo a la altura del evento. Junto al delantero del Real Madrid, y bajo las órdenes de Blazević, futbolistas de la talla de Boban, Jarni, Vlaović o Prosinečki.

 

 

En el otro duelo, un doblete de Ariel Ortega y un hat-trick de Batistuta fueron suficientes para que la albiceleste destrozara 5-0 a Jamaica. Y pudieron ser más. Era el adiós de una generación de jugadores jamaicanos irrepetible, liderados por Deon Burton, conocido como «El Ronaldo del Caribe».

En la última jornada, un doblete de Theodore Whitmore significó el primer triunfo, y hasta ahora el último, de aquella mítica Jamaica en los Mundiales. Japón solo vio puerta gracias al gol de Nakayama. Por otra parte, un tanto de Mauricio Pineda bastó para que Argentina quedase dueña del grupo ante Croacia, asegurando el pase a octavos las dos selecciones. Japón, pese a ser una debutante, pudo haber hecho mucho más, ya que disponía de jugadores de contrastada calidad como Wagner Lopes, Shinji Ono, Hidetoshi Nakata, o Masami Ihara.

 

 

Octavos de final

Los clasificados para octavos de final fueron Brasil, Noruega, Italia, Chile, Francia, Dinamarca, Nigeria, Paraguay, Países Bajos, México, Alemania, RF Yugoslavia, Rumanía, Inglaterra, Argentina y Croacia.

En el primer duelo, un tanto de Vieri fue suficiente para que Italia venciera a Noruega y avanzara a cuartos de final. Por su parte, en París, en un duelo con esencia sudamericana, Brasil se impuso 4-1 a Chile, destacando los dobletes de César Sampaio y Ronaldo. Marcelo Salas marcaría para los chilenos, que poco pudieron hacer ante la maquinaria brasileña.

 

 

En Lens, se vivió posiblemente el mejor enfrentamiento de octavos de final. Fue un 28 de junio, cuando la selección paraguaya quedó eliminada ante los anfitriones, pero a la vez dio una auténtica lección de amor propio y garra. Paraguay se plantó fuerte en defensa durante todo el partido, impidiendo que los franceses pudiesen anotar un gol, por lo que se tuvo que ir a la prórroga. En aquella época existía el reglamento del “Gol de Oro”, es decir, si una de las dos escuadras conseguía anotar un gol en el tiempo extra, esta se daba por finalizada. La albirroja fue la primera selección en “sufrir” este reglamento. El temible gol llegó en el minuto 113, faltando tan solo 7 minutos para ir a los penales, donde la favorita sí era Paraguay. El tanto lo anotó el defensa Lauren Blanc, convirtiéndose en el primer “Gol de Oro” de la historia de los Mundiales. Quedó para el recuerdo la impresionante actuación del legendario arquero José Luis Chilavert, quien después del gol fue a consolar y alentar a sus compañeros. También fue memorable la tremenda labor del defensa Carlos Gamarra, quien jugó heroicamente durante casi la mitad del partido con el hombro dislocado. Francia superó a la resistencia guaraní, pero para nada lo tuvo fácil.

 

 

La Dinamarca de los Laudrup enterró las aspiraciones de la Nigeria de Okocha al golearlos 1-4 en Saint-Denis. Tijani Babangida marcaría para los nigerianos, mientras que para los daneses lo harían Peter Moller, Brian Laudrup, Ebbe Sand y Thomas Helveg.

Alemania prolongó la maldición de los octavos para México al vencerlos 2-1 con tantos de Klinsmann y Oliver Bierhoff. Luis Hernández, como no, marcaría para los mexicanos, que a pesar de la eliminación demostraron un gran potencial dominando el partido en su mayor parte. El fútbol lo puso siempre México, retratando al equipo de Vogts como ya lo hizo Yugoslavia.

Países Bajos venció 2-1 a RF Yugoslavia, siendo la última vez que la selección balcánica disputaría sus encuentros con esa nomenclatura. Dennis Bergkamp y Edgar Davids (en el 90), marcarían para los oranje y Komljenović para los «plavi».

 

 

Por su parte, un penal del delantero Davor Suker transformado en gol, dio la victoria por la mínima de Croacia ante la Rumanía de Hagi. Se esperaba algo más del combinado entrenado por Anghel Iordanescu.

El otro partidazo de octavos de final tuvo lugar el 30 de junio en Saint-Étienne, entre Inglaterra y Argentina. Tres goles en los primeros quince minutos (Batistuta para la albiceleste, Alan Shearer y Owen para los ingleses), y empate a dos antes del descanso a cargo de Zanetti, anunciaban una segunda parte de infarto. Aquella noche el adolescente Michael Owen con el número 20 en su espalda marcó uno de los mejores goles de la historia de los Mundiales. Cogió un excelente pase de David Beckham y de un solo toque de balón se deshizo de José Chamot. Entre él y la portería sudamericana quedaba Roberto Ayala, de quien también se deshizo y anotó ante la salida a la desesperada de Carlos Roa. El resultado de empate a dos se mantuvo hasta el final, a pesar de la inolvidable expulsión de Beckham tras reaccionar agresivamente a una dura entrada de Diego Pablo Simeone. Finalmente, no se fue a la prórroga, sino los penaltis los que pusieron fin a tan fantástico encuentro, Argentina se imponía por 4-3 desde el punto fatídico, mandando los ingleses rumbo al Reino Unido.

 

 

Cuartos de final

En el primer duelo de cuartos de final, la Italia de Roberto Baggio (más el cerrojo Cannavaro, Costacurta y Maldini) y la Francia de Zinedine Zidane disputarían un emocionante partido de principio a fin. Sin embargo, los penales iban a decidir el destino de ambas selecciones (para mala suerte de Italia), donde los fallos de Albertini y Di Biagio, condenaron a los italianos, mientras que Baggio marcaría el suyo. De este modo, Francia llegaba a las semifinales, algo que no se veía desde México 1986 con Platini como estrella principal.

En el siguiente partido, Brasil y Dinamarca protagonizaron otro duelo cargado de intensidad. Los tantos de Ronaldo, en dos oportunidades, y Bebeto, anularon la reacción escandinava que se había adelantado gracias a Lars Jorgensen y Brian Laudrup. Tras su gol, el hermano de Michael se escapó corriendo de sus compañeros y acabó estirado sobre la hierba descansando sobre su codo, curiosamente una idea de celebración icónica acordada previamente con su hijo.

 

 

Por su parte, en el Stade Vélodrome de Marsella, la selección Argentina se despidió del Mundial de Francia después de una inexplicable reacción antirreglamentaria de “El Burrito” y un golazo antológico de Dennis Bergkamp. El fin del sueño mundialista de la era post Maradona, finalizó aquel 4 de julio de 1998 en uno de los mejores partidos nunca vistos en una cita mundialista. A los 12´ de juego, Patrick Kluivert pondría en ventaja a los europeos, después de una gran triangulación junto a Ronald de Boer y Dennis Bergkamp. Sin embargo, solamente 5´ después, Claudio “El Piojo” López convertiría el empate argentino, tras romper el fuera de juego y definir entre las piernas de Edwin van der Sar. Durante la segunda parte, Argentina siguió prefiriendo el contraataque como estrategia. Tuvo oportunidades para ponerse al frente en el marcador, como por ejemplo, una pelota que “Batigol” estrelló en un poste. Incluso, a los 76´, pasó a jugar con un hombre de más por la expulsión de Arthur Numan, pero no supo aprovechar la ventaja numérica en ningún momento. Pero a solo 2´ del final, cuando el partido parecía decantarse para el lado de los bicampeones de mundo, el destino les jugó una mala pasada. Ariel “El Burrito” Ortega se dejó caer ante el cruce del defensor Jaap Stam, pero el árbitro no hizo caso a la jugada. Rápidamente, Van der Sar salió a increpar al jujeño, que reaccionó dándole un cabezazo en la cara. Bergkamp marcaría el 2-1 definitivo con una magnífica maniobra para quitarse la marca de Ayala y definir ante el achique de Roa, en el que se considera uno de los mejores goles de la historia de los Mundiales de fútbol.

 

 

En el último gran duelo, la selección de Croacia de Miroslav Blazević sorprendió a Alemania, con un contundente 0-3. Tras la expulsión de Christian Wörns en el minuto 40, llegarían los goles de Robert Jarni, Vlaović y Šuker. A su vez, significó la despedida de Lothar Matthäus de los Mundiales.

 

 

Semifinales

El primer duelo de semifinales, se iba a disputar en Marsella, entre Brasil y Países Bajos por un sitio en la gran final. El partido fue de alta intensidad, donde los sudamericanos se adelantaron gracias a un gol de Ronaldo en el minuto 46. Sin embargo, los tulipanes entrenados por Guus Hiddink forzarían la prórroga en el minuto 87, mediante un gran gol de Patrick Kluivert. La contienda finalizaría en los penales, y la efectividad de Brasil fue superior ante los fallos de Philipp Cocu y Ronald de Boer. Brasil acudía a su segunda final consecutiva.

 

 

En el otro duelo, Francia se medía ante Croacia, en Saint-Denis. El gol de Šuker, inmediatamente después del descanso, hizo que el Stade de France enmudeciera. Pero en poco más de un minuto llegaría la miraculosa reacción de los franceses, y quizás de la manera más improbable de todas. El defensa Lilian Thuram tocado por la gracia divina marcaba sus dos primeros y únicos goles con la absoluta francesa. En el primero subió al ataque como un poseso, sorteando a Zvonimir Boban en el borde del área, combinando con Djorkaeff, y venciendo a Drazen Ladic que se precipitaba en su salida, ¡qué golazo! Después de 20 minutos de intentos, Thuram volvió a surgir y con un zurdazo enroscado, puso el balón en la escuadra, provocando el delirio de los suyos. La polémica expulsión de Blanc puso la guinda al pastel a un partido de infarto, pero la legendaria actuación de Thuram quedó para la historia y memoria de los aficionados franceses. De este modo, Francia acudiría a la primera final de un Mundial, ante su público, y contra Brasil. La final soñada por los franceses, brasileños y en especial por la organización francesa y los mandatarios de la FIFA. Y por supuesto, para la gran mayoría de aficionados, que veían el duelo Ronaldo vs Zidane como el gran aliciente.

 

 

Tercer y cuarto puesto, la gran victoria de Croacia

Final de consolación, el partido menos deseado, el trámite más doloroso… Todo un abanico de fórmulas literarias que se refieren a la misma situación. Pero la verdad fue que el partido por el tercer lugar entre Países Bajos y Croacia, que tuvo lugar en el Parque de los Príncipes de París, prometía mucho espectáculo, y así fue.

Robert Prosinečki abría el marcador en el minuto 13. Posteriormente, el empate de los tulipanes vendría gracias a Boudewijn Zenden. Šuker ante el delirio de la afición croata pondría el 1-2 final. De esta manera, Croacia en su primer Mundial, lograría subir al podio, siendo su mejor actuación en una Copa Mundial hasta el subcampeonato de Rusia 2018.

El conjunto entrenador por Miroslav Blazevic fue el que mejor fútbol aportó al campeonato, y permitió al madridista Šuker colocarse al frente de los máximos goleadores. Holanda partió como favorita precisamente por su trayectoria a lo largo del torneo, pero enfrente se encontró con una selección que se convirtió en la revelación de aquel Mundial.

 

 

“Es el día más feliz de mi vida, no me salen las palabras para expresarlo. Croacia es un pequeño país, pero tenemos un gran fútbol, más allá de los errores ante Francia. Demostramos que llevamos esta camiseta blanquirroja en el corazón. Soy el hombre más feliz del mundo, nadie me quitará esta felicidad, por ser el máximo goleador y por lo que conseguimos, por tener esta medalla en el pecho”.

No olvidemos que Davor prometió antes del torneo lo que acabó cumpliendo. “Quiero ser el goleador del torneo”. Pocos lo tomaron en serio. Claro que cualquier centrodelantero sueña con eso, por eso su frase no tuvo repercusión. Sin embargo, cuando la FIFA le entregó la Bota de Oro, muchos se acordaron de aquel deseo que parecía una utopía y se convertía en realidad. Porque Francia 98 fue el Mundial en el que Croacia cumplió todos sus sueños.

 

Final de la Copa Mundial Francia 1998

El gran partido decisivo tendría lugar el domingo 12 de julio de 1998 en el Stade de France en Saint-Denis, entre las dos mejores selecciones del momento. Francia había llegado a la final gracias a dominar su grupo, además de eliminar a Paraguay, Italia y Croacia, manteniéndose invicta, sin perder ningún encuentro.

Por el lado de Brasil, la “verdeamarelha” dominó su grupo (pese a perder ante Noruega), eliminando después a Chile, Dinamarca y Países Bajos. 80.000 espectadores y bajo el arbitraje del marroquí Said Belgola, siendo el primer árbitro africano en dirigir una final de la Copa del Mundo. La competición terminaría como empezó, con las calles parisinas inundadas por un mar de azul y amarillo, y con Brasil de nuevo como cómodo favorito para alzarse con la victoria. La gracia lánguida de Zidane se enfrentaría a la potencia bruta y letal de Ronaldo, una defensa francesa estoica contra la irresistible potencia de fuego brasileña, el país anfitrión contra el defensor del título; una noche de fútbol memorable.

 

 

Sin embargo, el mal estado de forma de la estrella Ronaldo, pasaría factura al ataque brasileño que se vio superado ampliamente por el anfitrión. Se habló de dinero, de la presión de Nike, de un escándalo sexual, pero el propio jugador se encargó de contar al detalle lo que sucedió años después. El delantero explicó qué horas antes del encuentro sufrió una convulsión, pero acabó jugando el partido porque así se lo solicitó a Mário Zagallo, que tenía pensado dar la titularidad a Edmundo. “Decidí descansar un poco después del almuerzo y lo último que recuerdo es que me iba a acostar. Me fui a la cama, después tuve una convulsión y, cuando me desperté, estaba rodeado de otros jugadores y por el doctor Lidio Toledo. Nadie me quería decir qué estaba pasando”. Después de eso, le comunicaron que no iba a jugar el partido decisivo y lo llevaron a hacerse algunos análisis, que no revelaron nada anormal. Eso lo motivó a jugar: “Los exámenes médicos no mostraban nada anormal. Nos fuimos al estadio, me acerqué a Zagallo y le dije ‘me encuentro bien, no tengo nada, yo quiero jugar’. No le quedó más remedio que aceptar mi decisión.”

Encabezada por el heroico Zidane, Francia no dejó escapar una final que coronó su esforzada trayectoria en aquel Mundial, el último del siglo XX, y el primero que conquistaron los franceses. Si Francia fue un compendio de energía, voluntad, rigor, decisión y hasta de buen fútbol en aquel partido final, Brasil traicionó a su historia con una actuación indigna. Fue víctima de todos los malos síntomas que habían aparecido durante toda aquella Copa del Mundo de forma intermitente. En la final todos ellos se manifestaron a la vez con toda su crudeza: un equipo desorganizado, perezoso, poco trabajado, pendiente de un jugador que no pudo rendir. Un Ronaldo casi ausente dio la espalda al partido, con una timidez impropia del futbolista que estaba proclamado como el mejor del mundo. La autoridad de Francia fue indiscutible. Durante el primer tiempo generó varias ocasiones ante la indiferencia de la defensa brasileña. Roberto Carlos, desarmado por los nervios, decepcionó. Junior Baiano fue un caso parecido, el típico central con grandes condiciones y con una cabeza mal amueblada. Sus distracciones estuvieron a punto de mejorar el prestigio de Guivarc’h, un delantero muy limitado. Aldair mantuvo su tono discreto con tanto interés que nadie le vio en Saint Denis. Y así uno por uno: Dunga, Sampaio, Leonardo, Rivaldo, Bebeto, Ronaldo. Únicamente Cafú actúo con categoría, demostrando su carácter ganador.

 

 

El partido se resolvió en el primer tiempo, con Zidane como héroe. Sus goles se produjeron de forma imprevista: dos saques de córner, dos cabezazos. El jugador acabó de esta manera con un tópico insensato e injusto que le persiguió antes del Mundial. Se decía que no era jugador para los grandes momentos. Llegó el partido más grande del fútbol y fue el primero en resolverlo.

Zinedine Zidane alcanzó la condición heroica que merecía por su calidad, por su compromiso con una forma armoniosa de entender el fútbol, por su inteligencia, por todas las cualidades, en fin, que le convirtieron en uno de los grandes jugadores del mundo. Nadie como él representaba la mejor tradición del fútbol francés, siempre generoso con la clase. Otra cosa diferente era el carácter de esta selección, poco conectada con el viejo sentido francés del juego. Jacquet armó un equipo funcional, integrado por jugadores espléndidos, muchos de ellos sometidos a un riguroso ejercicio táctico. En ocasiones, el plan generó tensiones evidentes. Francia tuvo poco gol porque el equipo estaba decididamente comprometido con el equilibrio defensivo, favorecido por la extraordinaria categoría de varios de sus especialistas, con Thuram y Desailly a la cabeza.

 

 

Con todas las cuestiones que se quieran abrir sobre el modelo francés, algunas muy razonables, el caso es que hubo una distancia sideral con Brasil. En lo táctico, los brasileños no tuvieron ninguna respuesta para desactivar el poderoso montaje defensivo francés, apoyado por el incombustible despliegue de Deschamps, siempre inteligente y laborioso. Un jugador crucial para Francia, por lo que era, un centrocampista que articula perfectamente a sus equipos, como por lo que representaba, el carácter de los futbolistas que generan respeto a su alrededor. Un gran capitán, sin duda.

La estrepitosa derrota de Brasil no se pudo explicar de forma simplista. Los dos cabezazos de Zinedine Zidane fueron la consagración de la autoridad de un equipo frente a otro que no existió, ni pretendió hacerlo. Colapsado Ronaldo, Brasil fue el equipo más predecible del mundo. Los brasileños tocaron la misma tecla durante todo el partido: buscaron a Cafú y Roberto Carlos, con la inútil esperanza de sorprender a una defensa que se sabía la película de memoria.

Los goles de Zidane simplemente autorizaron la superioridad de Francia, que protagonizó media docena de ocasiones en el primer tiempo, la mayoría malogradas por Guivarc´h, mientras Trezeguet por voluntad expresa de Jacquet miraba todo desde el banquillo. Brasil, ninguna.

El segundo tiempo fue manipulado por Francia sin ningún problema. Con dos goles como colchón de seguridad, resultaba muy difícil pensar en un desplome de su juego. Su defensa garantizaba por principio una seguridad máxima. Ningún equipo ha estado más armado en este aspecto que los franceses. De hecho, no era una casualidad que solamente hubiera encajado dos goles en todo el campeonato, uno de ellos de penalti.

 

 

Si a esta consideración se le añadía la sorprendente incompetencia de los brasileños, el partido se dio como acabado en el descanso. Brasil no iba a darle vuelta al partido. Ni siquiera cuando se quedó en superioridad por la expulsión de Desailly, todavía con 20 minutos por delante, el equipo de Mário Jorge Lobo Zagallo dio sensación de poder con la remontada.

Todo lo que sucedió en la segunda parte fue a beneficio de inventario. Ronaldo fue el peor Ronaldo posible, es decir, no fue Ronaldo. “Ronaldo estaba lento, como falto de consciencia. Tuvimos un choque que lo prueba. Era una pelota que estaba en mi área, cuando lo vi correr hacia mí, me di cuenta de que no podía detenerse, continuó corriendo como en cámara lenta hasta chocar conmigo”, explicaba el portero francés Barthez.

 

 

“Posiblemente, afecté a todo el equipo porque esa convulsión era de las que dan miedo, no es algo que veas todos los días. Pero yo tenía un compromiso con mi país y no quise defraudar. Tenía mi orgullo y sentí que podía jugar”, sentenció Ronaldo en una posterior entrevista. Con las Nike Mercurial colgadas al cuello para las cámaras, un aturdido Ronaldo solamente pudo ver cómo Deschamps levantaba el trofeo de oro, pero su propio momento de redención llegaría muy pronto.

 

 

Un mar de azul, blanco y rojo empapó las calles de París aquella noche, en la que este fantástico torneo terminó de la única manera que podía hacerlo: con la victoria de los modestos. La Ciudad de las Luces se iluminó como nunca antes, con aficionados de todos los orígenes, religiones y culturas que se reunieron para celebrar con alegría en los adoquines, agitando banderas, cantando canciones y haciendo sonar las bocinas bajo la brillante luz de la luna. Francia 98 tuvo todo el dramatismo, la controversia y la emoción que hacen que la Copa Mundial sea tan especial, con una buena dosis de escándalo. No solamente tuvo un enorme impacto en el fútbol francés y en la sociedad, sino que también hizo temblar al resto del mundo e inspiró a una generación a enamorarse de este hermoso deporte.

 

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