En 1994 la selección absoluta de Estados Unidos consiguió llegar, contra todo pronóstico, hasta los octavos de final del Mundial disputado en su propio feudo, cayendo eliminados por el campeón del torneo, Brasil.
Un hecho realmente meritorio teniendo en cuenta las limitaciones y la situación semiamateur de su campeonato de liga por aquel entonces (la MLS nacería dos años después). 22 jugadores que fueron considerados héroes por su país.
La selección anfitriona estaba compuesta por un puñado de jugadores con una modesta experiencia profesional en Europa o México, más una leva de futbolistas del mundo colegial y universitario (como Alexi Lalas), con los que Milutinović organizó el US Team. 83 partidos de preparación en menos de dos años. Eran solamente semiprofesionales, reclutados a base de talonario.
Nombres como los de Alexi Lalas, Tony Meola, Claudio Reyna, Tab Ramos, Eric Wynalda, Marcelo Balboa, Joe-Max Moore, Brad Friedel o Cobi Jones solamente saltaron a la fama internacional gracias al gran trabajo del seleccionador Bora Milutinović. Un acierto del presidente de la US Soccer, Alan Rothenberg, que sucedió en el cargo a Werner Fricker, quien logró la Copa del Mundo para el país en 1988.
Milutinović disponía de un currículum realmente admirable tras llevar a México a los cuartos de final de la Copa del Mundo de 1986 y a Costa Rica a los octavos de final de Italia 90, después de ser contratado como entrenador solo 90 días antes del torneo.
«Bora era como una mezcla de Yogi Berra y Yoda. Era increíblemente frustrante para muchos jugadores, y dependiendo del momento en el que estuvieras en tu carrera y ciertamente de tu edad. Para mí, fue enorme, porque me hizo ver el juego de una manera completamente diferente y me pidió que pensara en mi juego y en el juego que estaba haciendo y en cada momento del juego de una manera que no había pensado antes. Para algunos jugadores más veteranos y para los que están más avanzados en su carrera, puede ser increíblemente frustrante el tipo de entrenamientos que hacíamos, las constantes pruebas, no solamente físicas, sino también psicológicas. Pero, en última instancia, había un método para la locura, en el sentido de que tenía que elegir a los mejores, en ese momento, 22 jugadores para representar al país. Y estaba evaluando constantemente quién iba a ser capaz de hacer el trabajo en ese momento, no solamente en el campo sino en el contexto del equipo. Y todas estas pruebas que tuvo, por frustrantes que fueran a veces, uno mira hacia atrás y puede ver por qué lo hacía. Es algo psicológico, y todos los entrenadores y directivos pasan por ello. Por eso se les llama managers, él tenía que gestionar un grupo de locos y un grupo de jugadores que estaban en diferentes puntos de su carrera y con personalidades muy diferentes. Y poner a los mejores 22 juntos», aseguró Alexi Lalas en una entrevista posterior.
Estados Unidos se preparó a consciencia, llegando a disputar amistosos en multitud de países como Japón, El Salvador, Honduras, Arabia Saudita, Ecuador, México, Islandia y Noruega. Tras las dudas sobre el rendimiento del equipo, la US Soccer trabajó duro en los despachos para importar tres semanas antes del torneo a algunos de sus mejores jugadores jugando en otras ligas extranjeras: John Harkes (Derby County), Tab Ramos (Real Betis), Cle Kooiman (Cruz Azul), Earnie Stewart (Willem II ), Roy Wegerle (Coventry City), Jürgen Sommer (Luton City) y Eric Wynalda (FC Saarbrücken).
El debut de la selección estadounidense se produjo en el Pontiac Silverdome de Detroit, donde se enfrentó a una selección suiza de Chapuisat, Sforza y Sutter. “La noche anterior, Bora nos llevó al estadio con las luces apagadas y nos reprodujo un video en el estadio. Todos nos cogimos de la mano y vimos un video motivacional con la canción “Right Now” de Van Halen. Solo tuvimos pensamientos positivos”, recuerda el central Marcelo Balboa.
La primera parte comenzó con la selección suiza asediando la portería de Tony Meola, pero sin brillo, todos sus disparos eran fáciles de detener para el portero o se marchaban fuera. Poco a poco y con el paso de los minutos, los norteamericanos lograban tener más protagonismo, y con la seguridad que les aportaba en defensa Alexi Lalas, que se estaba convirtiendo en un auténtico muro infranqueable. Con la compañía de Marcelo Balboa, los suizos apenas conseguían poner en apuros a Meola. Cuando apenas restaban minutos para el final de la primera parte, Bregy mandó un balón al interior de la portería en un lanzamiento de falta en el que Meola pudo hacer algo más. Estados Unidos no tardó en contestar y logró el gol del empate a un minuto del descanso. Wynalda colocó un balón en la escuadra que hizo imposible la estirada del guardameta suizo. Con el empate a uno se llegó al final de los primeros 45 minutos. “Mis compañeros en su vida habían tirado un tiro libre de verdad. No. Los bloqueé y les dije que iba a ir yo y no los escuché. Parecían niños al querer tirarlos. La noche anterior, no fuimos al Pontiac Silverdome a entrenar, solamente a sentir el estadio y ver el vídeo motivacional. Yo pedí lanzar unos 30 tiros libres, porque pensé que al estar cubierto el estadio, el golpeo y trayectoria del balón no era la misma que en un campo abierto. Funcionó”.
Pese a la insistencia de los suizos el marcador ya no se movería, y la selección de Estados Unidos logró un empate muy trabajado, que les puso en el camino de la clasificación.
El siguiente rival era la Colombia del Pacho Maturana, uno de los favoritos para hacerse con la Copa del Mundo de aquel 1994. «Era un equipo colombiano que la mayoría de la gente eligió para llegar a las semifinales del Mundial… No creo que hayamos hablado nunca de lo que todos creían al entrar en ese partido. Sabíamos que iba a ser el partido más difícil, quizá a los 10 minutos tuvimos suerte de no ir perdiendo por 2 a 0. Y luego, en cierto modo, tomamos el control del partido, lo hicimos. En realidad pusimos el pie en el pedal un poco. Tuvimos algunas oportunidades y conseguimos el gol de la suerte, y por supuesto eso tiene una historia detrás (con el autor del autogol colombiano, Andrés Escobar, trágicamente asesinado en Colombia poco después de la eliminación de su equipo en el Mundial). Y luego, tal vez el mejor pase que hayamos visto nunca en la selección nacional, Tab a Earnie Stewart por arriba y luego un gran remate. Si se ve ese pase de ese partido, resultaría muy difícil encontrar uno similar en toda la historia de la selección masculina de Estados Unidos», recuerda Tony Meola.
En el Rose Bowl de Pasadena, California, la tragedia fue para los colombianos, cuando en el minuto 35 John Harkes vio que Ernie Stewart que corría por el otro carril, le lanzó un centro y Andrés Escobar con toda la mala suerte posible lo interceptó, poniendo el balón al fondo de la red de su propia portería. El 2-0 cayó empezando la segunda mitad tras un pase largo que definió muy bien Stewart. Y a pesar de que Adolfo “El Tren” Valencia marcó justo en el minuto 90, el 2-1 sentenció a Colombia y llevó a Estados Unidos a otro nivel de éxtasis.
El último rival en la fase de grupos sería la sorprendente Rumanía liderada por Gheorghe Hagi. Pese a lo que se podía esperar, desde un inicio, fueron los estadounidenses los que llevaron la iniciativa con una gran oportunidad para adelantarse en los primeros minutos, con un disparo al palo de Harkes. El combinado rumano, sin embargo, se mostró expectante en este período del encuentro, manteniéndose bien posicionado en defensa y aprovechando acciones a la contra para llegar sobre la meta de Meola. Con el paso de los minutos, los rumanos lograron adelantarse en el marcador. Un balón a la espalda del lateral izquierdo estadounidense, fue aprovechado por Petrescu y con un disparo raso al primer palo, sorprendió a Meola que estaba esperando el centro. Ya no llegarían más goles. “Fue una actuación decepcionante. Seamos sinceros y honestos. Una vez que vencimos a Colombia y obtuvimos los cuatro puntos, supimos que estábamos en la segunda ronda”, hace autocrítica Balboa.
El 4 de julio, Día de la Independencia, Estados Unidos caería ante los futuros campeones. Desde el inicio del encuentro, Brasil con un juego elaborado, en el que las bandas eran las protagonistas del ataque, se hizo con el control. Los estadounidenses, conscientes de la superioridad rival, comenzaron el partido muy bien posicionados, tratando de aprovechar las pérdidas de su rival para salir a la contra. Pero estas acciones no resultaban peligrosas, ya que siempre había superioridad defensiva. Pese a ello, los anfitriones fueron los primeros en tener la oportunidad más clara en una acción a balón parado, en el que el disparo de Dooley se marchó lejos. Los sudamericanos estaban volviendo llevar la iniciativa en el juego, pero la defensa estadounidense estaba realizando un gran partido, lo que comenzó a desesperar a sus rivales. Fruto de ello llegó la acción más fue del encuentro cuando Leonardo vio la roja directa por un codazo en la cabeza a Tab Ramos, en una jugada que apenas entrañaba peligro. En la última jugada de la primera parte, llegó la acción más peligrosa de los brasileños, con un disparo de Romário que se estrelló en el palo.
“En el partido ante Brasil todo fue perfecto, nuestro único problema fue cuando Leonardo cometió la falta contra Tab Ramos (codazo). Tab Ramos fue muy, muy importante para nosotros”, rememoró Bora. Leonardo fue expulsado, pero Tab no pudo seguir. “Los jugadores estaban preocupados por Tab, los jugadores estaban enojados por lo que sucedió. Y fue un medio tiempo muy emotivo y fue difícil lograr que los jugadores se concentraran en lo que queríamos que fueran las tácticas”, comentó Bora.
La segunda mitad comenzó muy parecida a como acabó la anterior, con una ocasión de Romário que tuvo que sacar un defensor rival bajo palos. Pese a contar con un jugador menos sobre el terreno de juego, la selección de Parreira estaba siendo la clara dominadora del encuentro, mientras que los estadounidenses, mantenían los mismos argumentes desde el inicio.
Pero antes de que se cumpliera la hora de partido, Brasil tuvo la ocasión de anotar en el único fallo que cometió hasta el momento la defensa rival. Bebeto se aprovechó de un balón que se quedó suelta, tras un resbalón de Balboa, para poner un pase a Romário a la espalda de la defensa y que este, tras deshacerse de Meola finalizara a portería vacía. Pero el linier levantó la bandera, ante el fuera de juego del por aquel entonces jugador del FC Barcelona.
Esta ocasión despertó a los estadounidenses, que comenzaron a entrar de nuevo en el partido, sin embargo, no lograr tener acciones que llevaran peligro sobre la meta de Taffarel. Una acción individual de Romário, en la que se deshizo de varios defensores, puso un balón a Bebeto para que este anotara el segundo con un disparo cruzado. En los minutos finales del encuentro, los estadounidenses continuaron la búsqueda del tanto que mandara el partido a la prórroga, pero no consiguieron sobreponerse a la defensa rival, mientras que cada acción brasileña significaba peligro. A cinco minutos del final, Clavijo fue expulsado por doble amarilla y el partido finalizó con la victoria por 1-0 para Brasil, que a la postre sería el Campeón del Mundo.
“La mejor satisfacción que tuve fue cómo la gente apreciaba nuestro esfuerzo cuando el juego terminaba. Este fue el juego que la gente recordará durante mucho tiempo, jugar contra un equipo que sería el campeón del mundo. Nuestro equipo sin experiencia, sin tantas cosas, mostramos gran carácter, gran personalidad”, concluyó sobre el Mundial Milutinović.
“Lo relevante para todos nosotros fue que introdujo el fútbol en todo Estados Unidos, especialmente cuando la liga planeaba comenzar dentro de un año y medio de la Copa del Mundo. Abrió la puerta para todos: patrocinadores, fanáticos. Si no fuera por lo que hicimos en 1994, no estoy seguro de que hoy estaríamos aquí con la MLS. Muchos se hicieron fans del fútbol por ese Mundial. Cuando nos repartimos por varios equipos, la gente nos conocía, la gente no iba a ir al estadio a ver desconocidos”, reflexionó Balboa.