Musashi Mizushima fue el primer futbolista japonés en debutar en el fútbol profesional brasileño de los años 80, abriendo así el camino a la posterior llegada de Kazu Miura, Masakiyo Maezono y Tomo Sugawara en los 90. Una bella historia que se inició en 1975, cuándo Musashi llegó a Brasil, por recomendación de Pelé, con tan solo 11 años para buscar su sitio en el fútbol brasileño, e inspirando al creador del manga «Capitán Tsubasa».
Su autor, Yōichi Takahashi, dejó claro que la historia de Musashi en el São Paulo influyó en la construcción del personaje principal de la obra que lo hizo famoso. «Musashi, «Alas de Ícaro», es el homónimo del mayor samurái de la historia japonesa: Miyamoto Musashi. Miyamoto tuvo como mayor rival, en vida, a otro luchador de nombre Sasaki Kōjirō. En la ficción, Tsubasa, que literalmente significa «Alas Celestiales», tiene como mayor oponente a un jugador llamado Kōjirō Hyūga».
La tercera serie de la franquicia «Capitán Tsubasa» llegó en 2001 y se tituló «Captain Tsubasa ROAD TO 2002» concluyendo la etapa de Oliver en el Tricolor. En ella, tras una paliza de 4-0 al Palmeiras, deja São Paulo como ídolo y se traslada a España para jugar en el FC Barcelona. La obra concluye con la selección japonesa sorprendiendo en el Mundial de 2002 celebrado en Japón.
São Paulo y Japón, una historia de amor
La primera vez que São Paulo tomó contacto con un club japonés fue en los festejos por la conclusión del «Cicero Pompeu de Toledo», concretamente el 1 de febrero de 1970. En aquella jornada deportiva el São Paulo venció al invitado nipón Mitsubishi Heavy Industries FC (actual Urawa Red Diamonds) con un abultado marcador final de 8-0, con goles de Zé Roberto (3), Miruca (2), Carlos Alberto, Gerson y Roberto Días.
La primera oportunidad del club brasileño de poder visitar el País del Sol Naciente llegó en 1989, con el torneo amistoso Copa KKT Gahara. En Kumamoto, el São Paulo venció al Alll Nippon Airways (más tarde Yokohama Flügels y actualmente Yokohama F-Marinos) por 3-2, con goles de Manu, Zigomar y Betinho. Fue en aquel partido, disputado por un equipo mixto (reservas y aspirantes) que un jovencísimo Cafú debutó con el primer equipo.
Desde entonces, el São Paulo ha jugado otros cuatro partidos contra equipos japoneses (Shimizu S-Pulse, Nagoya Grampus, Jubilo Iwata, en 1995; y Kashima Antlers, en 2013), acumulando un total de tres victorias, un empate y dos derrotas, con 17 goles a favor y nueve en contra.
Pero los lazos de hermandad del Tricolor con Japón también llegaron a través del traspaso de jugadores. El primer jugador que dejó el club y viajó al Lejano Oriente fue Marco Antonio Menezes de Godoy, más conocido como Lange, en 1987, cuando firmó una cesión con el Yanmar Diesel Engine. De hecho, el pase del jugador se cambió por una máquina cortacésped de alta tecnología, prácticamente inexistente en el Brasil de los años 90, antes de que el país abriera sus puertas a los productos extranjeros.
Posteriormente le siguieron: Ronaldão (Shimizu S-Pulse, 1993); Elivélton (Nagoya Grampus, 1993); Bentinho (Kashiwa Reysol, 1995); Alexandre, centrocampista (Kyoto Purple Sanga, 1995); Capone, defensa (Kyoto Purple Sanga, 1996); Emerson, delantero (Consadole Sapporo, 1999); Ricardinho, centrocampista (Kawasaki Frontale, 2000); Marcelo Ramos (Nagoya Grampus, 2001); Luizão (Nagoya Grampus, 2005); Roger (Kashima Antlers, 2005); Danilo y Fabão (Kashima Antlers, 2006); Leandro (Tokyo Verdy, 2008); Jorge Wagner (Kashiwa Reysol, 2010); Rodrigo Souto (Jubilo Iwata, 2011); Carlinhos Paraíba (Omiya Ardija, 2012); y Ademilson (Gamba Osaka, 2017).
Y tomaron el camino inverso, regresando de Japón: Bentinho (Verdy Tokio), delantero en 1995; Almir (Bellmare Hiratsuka), delantero en 1995; Jorginho (Kashima Antlers), lateral derecho en 1999; Ricardinho (Bellmare Hiratsuka), centrocampista en 1999; César Sampaio (Sanfrecce Hiroshima), centrocampista en 2004; Christian (Omiya Ardija), delantero campeón del mundo en 2005; y Borges (Vegalta Sendai), delantero bicampeón de Brasil en 2007 y 2008. La historia más peculiar, sin embargo, es la de Musashi Mizushima, el primer japonés que jugó en el São Paulo, de hecho, en Brasil.
«Alas de Ícaro», la esperanza del fútbol nipón en Brasil
En noviembre de 1974, Pelé, tres veces campeón del mundo con la selección brasileña, fue a Shizuoka, para poner en marcha una escuela de fútbol. Uno de los chicos seleccionados, del Shimizu FC, le llamó la atención. Su nombre: Musashi Mizushima. Así que aconsejó a los padres del chico, Atsushi y Eiko, que probaran suerte en Brasil. La familia invirtió mucho en aquel sueño y el joven desembarcó, junto con su hermana, en la ciudad de Santos, en abril de 1975.
El problema fue que el Santos no tenía equipo juvenil para jugadores de esa edad (Musashi había nacido el 10 de septiembre de 1964 y tenía 11 años). Zoca, hermano de Pelé, recomendó a los japoneses que ficharan al pequeño para el equipo paulista.
Fue así como el 3 de abril de 1975, el pequeño Musashi pidió hacer una prueba en la recién inaugurada Escuela de Fútbol Vicente Italo Feola, en Morumbi. Tras una semana de pruebas, fue aprobado el día 10 e inscrito en la primera clase del «Dente de Leite» de uno de los mayores centros de formación del país. Quería ser extremo, pero acabó siendo centrocampista. Musashi se convirtió así en el primer jugador japonés en jugar en Brasil. Por esta hazaña sin precedentes y ambiciosa, pasó a ser conocido en su país como «Alas de Ícaro».
El potencial de aquella bonita historia no tardó en llamar la atención en Japón. TV Asahi, la principal cadena japonesa, decidió invertir en el que podría ser el primer gran ídolo nacional de un deporte emergente, pero que crecía rápidamente en Oriente. Grababan y emitían habitualmente «episodios» de la vida cotidiana del muchacho para mostrar a sus compatriotas cómo se desarrollaba la futura estrella. Aquella fama hizo que firmara su primer patrocinio con Yashica, una empresa japonesa de cámaras y accesorios fotográficos.
No olvidemos que en aquella época el fútbol en Japón no era 100% profesional, los clubes de primera división estaban vinculados a grandes empresas, y la selección nunca habían disputado un Mundial. Un escenario que facilitó que las esperanzas de un futuro mejor para el deporte rey en el país se depositaran en el pequeño Musashi. Toda aquella mística y boom mediático influyó a Yoichi Takahashi, un joven aficionado al fútbol y escritor en ciernes, que en 1981 decidió producir su primer manga y utilizó el fútbol como tema principal. El objetivo era popularizar el deporte rey en Japón, usando personajes carismáticos y soñadores. Así nació el manga «Capitain Tsubasa», que pronto conquistó al público japonés, a la federación japonesa de fútbol, y posteriormente daría el salto al anime.
La primera versión del manga se publicó entre 1981 y 1988. En la saga, un niño prodigio llamado Tsubasa Ozora competía en un torneo intercolegial y soñaba con viajar a Brasil para seguir desarrollándose y ser el mejor del mundo.
Mientras tanto en São Paulo, Musashi Mizushima, el «Tsubasa Ozora de carne y hueso», mostraba signos de evolución. A finales de 1984, a la edad de 20 años, empezó a entrenar con los profesionales. «Es muy bueno con el balón», aseguraba el centrocampista Pita, uno de los jugadores más destacados del equipo paulista de por aquel entonces. El Tricolor no incurrió en gastos para retener al jugador, y su salario fue pagado por las empresas japonesas Mizuno (fabricante de material deportivo) y la propia Yashica, que ya disponía de oficinas en Brasil.
Así pues, a finales de 1984, Musashi Mizushima vivía la cumbre de su sueño, destacando en el equipo juvenil del São Paulo y recibiendo una invitación para nacionalizarse brasileño, cosa que no dudó en aceptar. En aquella misma época, el São Paulo fue sondeado con una oferta japonesa de 200.000 dólares para jugar cinco partidos amistosos en el país, siempre y cuando Musashi estuviera en el campo en todos ellos. Juvenal Juvencio, entonces director de fútbol del São Paulo, estaba ilusionado con lo que se avecinaba con el jugador japonés: «Ya hemos iniciado el proceso de nacionalización de Musashi, que podrá ser utilizado todavía este año por el entrenador Cilinho».
En 1985, el talento japonés por fin se incorporó a la plantilla del primer equipo, sin embargo, como la plantilla estaba repleta de grandes nombres, el japonés no pudo salir del banquillo en ningún partido oficial. Solamente jugó un amistoso con la camiseta tricolor en un equipo mixto de reservas y aspirantes profesionales contra el Bragantino en Bragança Paulista, fuera de casa, el 21 de abril de 1985, en el que equipo local se impuso por un ajustado 4-3. A pesar de no haber podido debutar, Musashi fue recordado por formar parte del plantel que conquistó por 14a vez el Campeonato Paulista en 1985.
Durante su época en el primer equipo del São Paulo, Musashi también ayudó en la creación y el desarrollo del modelo de botas de fútbol Mizuno Morelia, además de convertirse en la imagen promocional de diversos spots de televisión de la empresa informática Panafacom.
En 1986, el japonés pidió salir del club para disfrutar de más minutos, y fue así como dio el salto al modesto São Bento-SP de Sorocaba de la Serie B. Tras mostrar un gran nivel, consiguió volver a la Serie A brasileña, fichando por la Portuguesa-SP en 1987. Por fin pudo recuperar su estela de crack cuándo fue incorporado por el Santos en 1988, un fichaje en el que «O Rei» influyó claramente. Desgraciadamente, Musashi no cumplió con las expectativas y puso rumbo a su país de origen comprando su propio pase por 15 mil cruzados novos.
En 1989, Musashi fichó por el Hitachi FC (precursor del Kashiwa Reysol), para dar el salto dos años después al AS Flügels (precursor del Yokohama Flügels). El centrocampista ofensivo se retiró en 1992, tras el primer año de la J-League, y e incluso llegó a jugar en la Copa Nabisco Yamazaki.
Como anécdota final, en 1993, Musashi se reencontró con el São Paulo. La delegación tricolor se encontraba en Tokio para disputar la Copa Intercontinental ante el Barça de Johan Cruyff y Musashi ayudó al comité del São Paulo con recomendaciones médicas para los jugadores, ayudando con su granito de arena a su exequipo a ser campeón del mundo.