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Jesús Gil vs Mijatović, la gran guerra dialéctica de finales de los 90

 

Pedja Mijatović y Jesús Gil y Gil protagonizaron una de las guerras dialécticas más violentas del fútbol español de finales de los años 90. Mientras el presidente colchonero acusaba al delantero merengue de simular penaltis, este denunciaba que los árbitros no los pitaban por culpa de sus declaraciones.

«Mijatović debería irse de España por tramposo y ratero. Con sus malas maneras y malos modos no enseña nada bueno a la juventud. Es un mal profesional. Si estuviéramos en Inglaterra sería recriminado por sus propios compañeros por simular penaltis. Si fuera de mi equipo diría lo mismo. No estaría contento ganando puntos con trampa, y hablaría con Mijatović» afirmaba el presidente colchonero en la revista Don Balón del 4 de noviembre de 1996 haciendo referencia a la supuesta simulación de penaltis por parte del montenegrino, «es un mercenario y lo que único que sabe hacer es mascar chicle y tirarse a la piscina».

Mijatović no tardó en responder al presidente colchonero e incluso referirse a Radomir Antic, tras un partido en Vallecas, «todo esto [el que no señalen los penaltis al Madrid] es consecuencia de una campaña iniciada a principio de temporada por unos desgraciados».

 

 

Tras estas duras declaraciones, Jesús Gil respondió con la publicación de una carta pública que vio luz el 20 de febrero de 1997. Bajo el epígrafe de «Los desgraciados del señor Mijatović», el máximo mandatario rojiblanco, entre otras cosas, acusó al jugador del Real Madrid de «poca hombría y cobardía», a la vez que justificaba sus afirmaciones en que «los desgraciados queremos evitar el fraude del fútbol y el que cuatro mercenarios que solo vienen a llevarse lo que pueden, sin importarles los colores, nada más que aquellos del dinero». También Gil insistió en la teatralidad de Mijatović: «Los desgraciados te saludan, pero te seguimos diciendo que un campo de fútbol no es lo más idóneo para practicar la natación».

La directiva del Real Madrid se dirigió a Mijatović tras conocer el contenido de la carta para ofrecerle su respaldo y asesoría jurídica. Los abogados del Madrid le hicieron saber al jugador que había materia querellable en la carta de Gil y le recomendaron que acudiera a los tribunales. Juan Onieva, el tesorero del Madrid, creyó ver en la misiva de Gil «como mínimo, una injuria». «Dice que los futbolistas son unos mercenarios, entiendo que también se refiere a los suyos. Las palabras de Gil son propias de un elefante que chapotea».

Finalmente, el jugador montenegrino rehusó hacer más declaraciones al respecto, dando por cerrado uno de los episodios dialécticos más lamentables de la liga española de finales del siglo XX.