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Raúl González en el Atlético de Madrid

 

Raúl Gonzalez Blanco, mucho antes de convertirse en una de las mayores leyendas del Real Madrid se formó en el CD San Cristóbal de Los Ángeles y el eterno rival de los merengues, el Atlético de Madrid. Su máxima entrega en cada partido y su amor por los colores del Real Madrid, nunca pusieron en duda su compromiso a pesar de su origen a orillas del Manzanares.

Corría la temporada 80-81 cuando el Atlético de Madrid mostraba sobre el césped del Calderón jugadores de la talla de Luiz Pereira, Dirceu o Rubén Cano a su nutrida afición. Entre esos seguidores de gorra y bufanda estaba Pedro González acompañado de su hijo Raúl, de tres años, vibrando con los colores rojiblancos que llevaba en el corazón. Catorce años después, ese padre y ese hijo fueron, respectivamente, merengues. Aquel Raúl adolescente se había convertido en el nuevo ídolo de la masa social del Real Madrid.

 

 

Raúl nace en Madrid, un 27 de junio de 1977, en el seno de una familia humilde. Su padre, Pedro González, electricista y empleado de la base aérea de Torrejón, natural de Medina del Campo (Valladolid). Su madre, María Luisa «Marisa» Blanco, ama de casa, también es de Medina del Campo. De hecho Raúl y su familia solían ir al pueblo para las fiestas de San Antolín, a principios de septiembre, incluso una vez que era jugador del primer equipo.

Estudió en el Colegio Público Navas de Tolosa, y en 1988, y cuando estaba en 6º de EGB y tenía 11 años se apuntó por primera vez a un equipo de futbol, al equipo de su barrio, el CD San Cristóbal de Los Ángeles. No había que hacer ninguna prueba para entrar, era un equipo muy modesto y jugaban en campo de tierra, Estaba abierto a todos, pero él no tenía la edad para jugar con los infantiles. No había categoría de alevín.

 

 

Según cuenta Raúl: «Mi primer nombre futbolístico fue Dani. En mi ficha oficial salía con gafas en la foto, no me cabía otro remedio que falsificar mi edad para poder jugar». Cabe destacar que en un principio Raúl era diestro, pero una lesión en esta pierna a los 11 años hizo cambiar su habilidad. Eso era una de las razones por las cual parecía algo patoso con el balón en los pies, junto con su particularidad de tener las piernas arqueadas. Lo de la edad ya no fue un problema porque enseguida comenzó a destacar en el equipo, y ya para la temporada 89-90, tenía 12 años, y jugaba en la Categoría Infantil de pleno derecho. En el campo del San Cristóbal le recuerdan las tardes después de las clases acercándose con el bocadillo de calamares y el balón en los pies.

 

Aquel chaval que veía buen fútbol en la ribera del Manzanares, acabó haciendo realidad su sueño colchonero. «Solo jugaba para divertirme porque no pensaba dedicarme a esto, es la verdad». En sus primeros escarceos serios con el balón, Raúl despuntó como interior zurdo y, confesaba que «me gustaría más jugar de media punta que de delantero por aquello de tener más libertad de movimientos, pero según me están saliendo las cosas es mejor no decir nada».

Fue durante la temporada 89-90, cuando en los campos de tierra le descubrió Francisco de Paula García, el que fue luego su entrenador en el infantil y cadete del Atlético de Madrid, aunque el Real Madrid también le seguía la pista. Por aquel entonces era ojeador del Atlético de Madrid. La primera vez que le vio jugar fue en el campo del Santa Eugenia. “No pesaría más de 30 kilos, pero tenía una calidad tremenda”, cuenta De Paula en el libro ‘Raúl, el triunfo de los valores’.

«Continué viéndole. Me pasaba por casi todos los partidos del San Cristóbal para asegurarme de que realmente era lo que me había parecido. Iba casi de camuflaje para que no me reconocieran hasta que un día hablé con don Pedro, su padre. Le dije que estaba haciendo un equipo infantil para el Atlético de Madrid, que no tenía equipo en la categoría, y quería que Raúl se viniera con nosotros. Me dijo que él no podía llevar al chico a los entrenamientos (en Cotorruelo – Carabanchel), y le contesté que si ese era el problema yo mismo iba a buscarlo con mi coche. Cualquier cosa menos dejarle escapar. Hablé también con el chaval y como también se mostraba reacio le dije que si aceptaba sería el capitán del equipo. Entonces dijo que sí y convenció a su padre. Ya se le notaba que le gustaba ser protagonista en el campo. Jugar y mandar, sentirse importante. Le ponía de medio izquierdo, pero era casi un mediapunta, que entraba por ese carril de interior zurdo».

 

 

Aquel infantil A rojiblanco arrolló en su categoría, sumando la friolera de 308 goles de los cuales 65 los firmó Raúl. Meses después, Francisco de Paula lo ascendió al cadete A, equipo que se proclamó campeón de España al derrotar al Sevilla FC. Pero antes del éxito en la final, arrasaron en su grupo consiguiendo marcadores como un 25-0 con ocho goles de Raúl. Sin embargo, esa alegría estaba teñida de tristeza ante la certeza de que Jesús Gil se iba a deshacer de las divisiones inferiores del club. Por aquel entonces, el Real Madrid ya había echado el ojo a Raúl y cuando recibió la carta de libertad del Atlético se comprometió con el juvenil B de la Casa Blanca.

 

 

Fue entonces cuando Rubén Cano se deshizo en elogios hacia Raúl: «hasta me comparó en serio con Maradona cuando tenía mi edad», e intentó repescarlo con contrato de profesional a sus quince años para los colchoneros. Como el Real Madrid le había insinuado iguales condiciones y el trato en el Atlético no había sido del todo correcto, «me prometieron ocho mil pesetas al mes y pagarme los estudios, pero nunca lo hicieron», cambió de acera.

Juvenil B, A, Madrid Sub-19, C, B y primer equipo del Real Madrid, ¡qué ascenso! ¡Sin olvidar que Raúl jugó en los equipos infantil y cadete del Atlético de Madrid! Soñaba con jugar algún día en el primer equipo ‘colchonero’ porque su corazón era rojiblanco, aunque amó, ama y amará con locura el club que lo vio nacer como profesional.

 

 

«Y eso que desde que me pusieron de delantero no he hecho todos los goles que he tenido porque he fallado ocasiones increíbles en todos los equipos; aún debo afinar más mi puntería». La temporada en el juvenil B marcó 3 goles, 40 en el juvenil A y dos en el equipo Sub-19; es decir, 45 en total. El año de su debut, en el primer equipo, lo inició en el Real Madrid C y pronto se hizo con el Trofeo Pichichi de todas las categorías nacionales.

 

 

Inolvidables sus 5 goles al Corralejos en Segunda B con el Real Madrid C. La entidad merengue se aseguró sus servicios hasta junio de 1998 y blindó su contrato con una cláusula de rescisión de mil millones de pesetas. Debutó en Segunda A, en Palamós y, de repente anticipando aconteceres, fue convocado por Jorge Valdano para dos partidos amistosos, Oviedo y Karlsruhe, logrando en ambos un tanto. Raúl debutó en Primera División un 29 de octubre de 1994 ante el Real Zaragoza en La Romareda. Cuajó un excelente encuentro, pero no estuvo inspirado ante Cedrún, al que no pudo superar en ninguna de las cuatro o cinco claras ocasiones de gol de que dispuso. Su primer gol en Primera, el destino, quiso que fuera a su Atleti tras recibir una magnífica asistencia de Laudrup.

 

 

«Los estudios, la novia y el fútbol son mi vida; curso COU en un instituto por las tardes, en la rama de ciencias puras, porque siempre me han gustado las matemáticas». El Real Madrid y básicamente Jorge Valdano lo protegieron como oro en paño. Como orden encubierta en el consejo, se le prohibió responder a los medios informativos. «En adelante, Raúl no concederá más entrevistas ni se hará más fotografías porque tiene que estudiar. Esto es una orden y la va a cumplir». Valdano, pues, le cortó de raíz las entrevistas al adolescente Raúl, un joven que fue internacional juvenil en pocas ocasiones, pero que acabó siendo figura en la absoluta. El resto es historia.

 

 


Casandra Bernabé