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Guti, el talento de la «eterna promesa» del Real Madrid

 

José María Gutiérrez Hernández, más conocido como Guti, tras 24 temporadas en el Real Madrid, conquistó 15 títulos y miles de corazones antes de despedirse y poner rumbo a Estambul. Atrás quedaban sus grandes jugadas de fantasía y sus innegables artes de Don Juan que tantas veces empleó con periodistas y bajo las luces y sombras de una discoteca. «Como persona aparte de futbolista me gusta vivir mi vida, que nadie la viva por mí y solamente vivirla yo».

También fue internacional absoluto con España entre 1999 y 2005, con la que disputó trece partidos y marcó tres goles. Con las categorías inferiores de la selección nacional, conquistó el Europeo sub-18 de 1995 y el Europeo sub-21 de 1998. Como nota negativa hay que destacar que nunca fue convocado para disputar una fase final del campeonato mundial o europeo.

 

 

Guti era un futbolista enigmático, al que el expresidente del Real Madrid, Ramón Calderón, calificó de «eterna promesa», incluso cuando llegaba a la última etapa de su carrera en el Bernabéu. Se trataba de un artista del balón capaz de lo inesperado e inimaginable, pero que no lograba dar lo mejor de sí mismo de forma constante y seguía siendo una figura divisiva entre la siempre exigente afición del club. Para los soñadores fue un talento que cautivó la imaginación, aunque para otros su falta de aplicación, su personalidad tempestuosa y su carácter mercurial disminuyeron su estatus y quizá impidieron que Guti alcanzara la categoría de los galácticos con los que se codeó en la capital española. Nunca nadie le pudo negar el amor por los colores que defendió a capa y espada, a pesar de haberse fotografiado con la camiseta del Barça cuando era joven. «Prefiero jugar 30 minutos en el Real Madrid que 90 en cualquier otro equipo».

Después de irrumpir en el equipo a mediados de los años noventa, su camino hacia el protagonismo se vio bloqueado por la llegada de Clarence Seedorf, mientras que la famosa política de fichajes de Florentino Pérez supuso un nuevo escollo para sus posibilidades de alcanzar el estrellato.

 

 

Nacido para ser merengue

Guti ingresó con nueve años en el alevín del Real Madrid, pasando por todas las categorías inferiores del club. De una técnica exquisita y una visión de juego privilegiada, todos sus técnicos apuntaron que se trataba de un jugador especial.  Así pues, tras deslumbrar en el juvenil, el entrenador argentino Jorge Valdano le dio la alternativa en un partido contra el Sevilla FC en el Santiago Bernabéu, concretamente el 2 de diciembre de 1995, que acabó con victoria local por 4–1. Fue justamente aquella temporada cuando también fue inscrito en la plantilla del Real Madrid B, que por aquel entonces no se llamaba Castilla y militaba en la Segunda División A.

Durante los primeros años, Guti no dispuso de muchos minutos, aunque su situación cambió radicalmente con la llegada al banquillo del primer equipo de Vicente del Bosque como entrenador blanco, en la temporada 1999/2000, para suplir al destituido John Benjamin Toshack. Aumentaron sus minutos de juego y sus actuaciones como titular. Debutó con la selección española el 5 de mayo de 1999 en un partido ante Croacia, con victoria por 3–1.

 

 

La campaña siguiente se asentó en el primer equipo. Debido a una lesión de Fernando Morientes, Guti tuvo que ocupar la posición de delantero y consiguió anotar 14 goles, que contribuyeron a la consecución del vigesimoctavo título de liga del club. Aunque su posición natural siempre fue la de mediapunta, el de Torrejón supo adaptarse a varias posiciones. En 2001, con la llegada al equipo del campeón del mundo Zinedine Zidane, que le aparta de la titularidad, Guti es relegado a un papel secundario.

 

 

No disputó un solo minuto en la victoria madridista en la final de Champions de 2002, el trofeo más importante ganado en la época en la que Guti coincidió con el galáctico francés. En las ocasiones que tuvo para jugar, Vicente del Bosque y posteriormente Carlos Queiroz le situaron en lugares distintos a su posición habitual, como el mediocentro. Fichajes como el de David Beckham le hacían plantearse salir del Real Madrid, pero con la marcha de otros jugadores, Guti consiguió más minutos de juego a partir de 2003,​ aunque coincidió desgraciadamente con una mala época del Real Madrid en la que no logra levantar ningún trofeo.

En 2006, con la retirada de Zidane, Guti volvió a la posición de mediapunta, convirtiéndose en el cerebro del equipo blanco en el sistema de Fabio Capello. La visión de juego de Guti permitía desatascar partidos difíciles que se resolvían del lado madridista; por ejemplo, la victoria ante el Sevilla FC en la Liga 2006-07, con la que el Real Madrid superó al conjunto sevillista con una remontada (3-2), para finalmente alcanzar al Barcelona en la clasificación y ganar el campeonato de Liga.

 

 

Con la llegada de Bernd Schuster al banquillo la temporada 2007-2008, Guti se convirtió en el máximo asistente de la competición con 18 pases de gol. En esa temporada jugó el que posiblemente sea el mejor partido de su carrera, con dos goles y cinco asistencias en una victoria por 7-0 ante el Real Valladolid.​ La siguiente temporada 2008/09, Guti marcó el gol 5.000 del Real Madrid en Liga, el 14 de septiembre de 2008.

En su última temporada 2009-2010 alternó buenos partidos, como la remontada contra el Sevilla FC o jugadas brillantes como su legendaria asistencia de tacón a Karim Benzema en Riazor, con varias lesiones de todo tipo.​ Dos días antes del partido contra el FC Barcelona, Guti anunció que no seguiría en el Real Madrid y que los dos años de fútbol que le quedaban deseaba pasarlos en un equipo extranjero.​

 

 

El adiós del «niño mimado» del madridismo

Finalmente, el 25 de julio de 2010 anunció su marcha del Real Madrid, tras 15 años en el primer equipo, en una rueda de prensa en la que aseguró que «se cierra una etapa muy gloriosa para mí. Ha sido muy bonita, pero hay que darle paso a la gente joven. Estoy muy orgulloso de haber estado aquí».​

 

 

Es cierto que su ética de trabajo dejó mucho que desear y que su vanidad y su amor por el estilo de vida de los famosos no eran ningún secreto, pero a nuestros ojos los futbolistas deben ser apreciados por lo que son, y no por lo que no son.

Con el Real Madrid, Guti acumuló 542 partidos y anotó 77 goles, además de conquistar cinco títulos de Liga y tres trofeos de la Liga de Campeones, una colección de galardones con la que la mayoría de los jugadores solamente pueden soñar.