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Volver: Historia y vida del Club Atlético San Lorenzo de Almagro Vol.3

 

Dicen que para lograr victorias inéditas, debes hacer cosas inéditas. Y eso mismo debió pensar la afición de San Lorenzo, no solo por lo extraño de que una hinchada batalle contra las instituciones y el pasado de su nación mediante la elaboración de proyectos y propuestas de ley, sino que para su aprobación, y tras haber llenado como locales y visitantes las gradas de los estadios más importantes del país, decidieron copar algunos de los lugares más significativos de la historia de Argentina en pos de presionar por la aprobación de una Ley de Restitución  Histórica que reconociese su derecho no solamente sobre los terrenos donados, sino también sobre aquellos vendidos bajo presiones y que hasta el momento eran propiedad de Carrefour.

El primero de ellos fue la Plaza de Mayo, uno de los lugares más famosos y turísticos del país, sede de la Casa Rosada, edificio que sirve como residencia presidencial y desde el cual Evita  pronunció su famoso discurso hecho icono gracias al cine en el filme bautizado con el nombre  de su protagonista. Hasta allí, año tras año, la hinchada cuerva organizó marchas cubriendo los casi 7 kilómetros que separan la plaza del número 1700 de Avenida La Plata, antigua localización  del Viejo Gasómetro, llegando a congregar el 8 de marzo de 2012 a más de cien mil hinchas clamando por la restitución en una muestra clara de que el ciclón avanzaba esta vez imparable.

 

 

Solo unos meses más tarde, la legislatura de Buenos Aires votaría sobre la aprobación de este Proyecto de Restitución Histórica y la constitución de un fideicomiso para compensar a Carrefour en caso de que la ley llegase a buen puerto. Busquen en YouTube, porque no tiene desperdicio, cómo mientras los representantes políticos debatían sobre la oportunidad o no de aprobar el proyecto, las tribunas de la legislatura normalmente reservadas para prensa y curiosos estaban esta vez hasta arriba de azulgranas que, con sus banderas y cánticos, alentaban a que los legisladores votasen por el sí de la misma forma que si estuviesen en el mismo estadio tifando por sus jugadores.

Por supuesto, el Proyecto de Restitución Histórica se convirtió en Ley sin ningún voto en contra y San Lorenzo vio legalmente reconocido su derecho sobre la totalidad de los terrenos que  antiguamente ocupaba el club. Sin embargo, regresar a Boedo no sería tan fácil, ya que Carrefour, quien habría comprado de buena fe los terrenos a la sociedad falsa, requería una compensación económica por irse del lugar donde llevaba casi tres décadas operando, la cual se fijaría en 2015 alrededor de los 150 millones de pesos argentinos que irían abonándose a lo largo de los cuatro años siguientes con la ayuda de los aficionados y simpatizantes del club, quienes comprarían metros cuadrados simbólicos para ayudar a financiar la operación.

Mientras tanto, no crean ustedes que las únicas preocupaciones y alegrías de la parroquia azulgrana dependían de burocracias y decretos. El ímpetu demostrado por la afición durante toda la década para recuperar su lugar en el mundo se vería también recompensado por la actitud de unos futbolistas que demostraron estar a la altura de sus hinchas, alzando en 2014 por primera vez en su historia la Copa Libertadores ante el delirio de los espectadores del Nuevo Gasómetro a los que, con la victoria en la final ante Peñarol, solo les queda un título por levantar en forma de nuevo estadio en el mismo lugar en que sufrían y festejaban sus padres y abuelos.

La fiesta había vuelto para Boedo y se reflejaba en ese arte tan característico del barrio al que diversos grupos y agrupaciones dan su particular toque futbolero. Como la Escuela de Tablones, quienes con su adaptación a la cancha de los temas más populares del momento hicieron que la hinchada se convirtiese en viral mundialmente, el Grupo Artístico Boedo, que con sus murales cargados de simbolismo balompédico y cultura popular pasaron de decorar su barrio a ver como su trabajo era reclamado en varias partes del mundo, o los Cuervos de Poe y sus vídeos donde convierten las canciones del estadio en musicales clamando por la vuelta.

 

 

Y así, mientras San Lorenzo cumplía religiosamente con los pagos acordados con Carrefour, los  años fueron pasando. Hasta que el 30 de junio de 2019, y pese a haber transcurrido varios meses  desde el inicio de la cuaresma, Boedo amaneció vestido de carnaval. Las murgas lucían sus  mejores galas al son de los bombos y platillos mientras las banderas ondeaban al viento acompañando la marcha organizada desde el Oratorio San Antonio, lugar de fundación del club, hasta los terrenos del número 1700 de Avenida La Plata, donde una gran fiesta esperaba para  celebrar que a las 00.00 horas, con el cambio del día, y tras haber depositado la totalidad del  dinero acordado, los terrenos del Viejo Gasómetro volvían a ser legalmente propiedad de San Lorenzo. Y que ya nadie podría echarles de su casa de nuevo.

De todas formas, aún queda mucho para volver a ver al ciclón jugando al fútbol de local en  Boedo. La aparición del coronavirus no ha servido sino para acrecentar las dificultades económicas habituales en los clubes argentinos, lo que hace difícil la financiación de un nuevo  estadio que se prevé con capacidad para 43.000 espectadores y que será bautizado con el nombre de su hincha más notorio, el Papa Jorge Bergoglio. Además, a ello se le debe sumar la necesidad de aprobar una nueva ley que recalifique unos terrenos hasta ahora comerciales para posibilitar la construcción del recinto deportivo, así como las quejas de algunos residentes y asociaciones que no ven con buenos ojos a su futuro vecino, aunque este tuviera desde hace  décadas el derecho a estar en el barrio.

Pero todo esto parecen minucias para una afición acostumbrada ya a pelear, y vencer, a los estamentos más poderosos de toda una nación y que por derecho puede celebrar el haber recuperado, tras casi 40 años de exilio, su tierra prometida. Por ello, cada 15 días se alza desde la tribuna popular del Bajo Flores, con el ritmo de Madrugada de La Beriso, un cántico que pone en entredicho la lógica de una industria acostumbrada a moverse únicamente por intereses  económicos, y que remueve en sus tumbas los cuerpos podridos (a decir verdad en vida no estuvieron mucho mejor) de aquellos que pensaron haberles echado para siempre de su casa.  Un cántico que encaja perfectamente de epílogo para la historia que acabo de contarles.

Y que dice así:

“… un solo sueño te pedí, y muero por jugar ahí,

ya no existe nada que me lo impida.

Vamo’ a volver, vamo’ a volver,

al barrio que a San Lorenzo lo vio nacer,

ya van a ver, ya van a ver,

Ya hicimos dos canchas, vamo a hacer tres.”

 


Alfonso Rodríguez García