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«Totò» Di Natale, el bombardero italiano que nunca perdió el rumbo

 

El 25 de agosto de 2010 Antonio di Natale dijo no a la todopoderosa Juventus, una negativa que nadie entendía al tratarse de una oferta irrechazable para un obrero del calcio italiano. Pero el bueno de Totò lo tuvo claro, no podía defender otra camiseta que no fuera la del Udinese, el club friulano que amaba con todo su corazón. La ciudad de Udine no había perdido nunca la cabeza por otro 10 que no fuera el mítico Zico…

 

 

Rumbo a casa

«Totò» nació en Nápoles el 13 de octubre de 1977, y como todos los jóvenes de la época creció «a pane e Maradona», intentando emularlo en las calles del barrio 219 de Pomigliano d’Arco. Su primera experiencia como jugador federado llegó en la escuela de fútbol del USD San Nicola de Castello di Cisterna, club deportivo afiliado al Empoli Calcio y del que han salido otros grandes jugadores como Vicenzo Montella o Raffaele Silvestre.

 

 

A los 13 años se incorporó al sector juvenil toscano, donde permaneció hasta trasladarse a Empoli con diecinueve años. En el bienio 1994-96, Antonio escala, escalonadamente, los muros de la cantera de la sociedad toscana hasta llegar al primer equipo, donde debutó un 26 de enero de 1997, tomando el relevo en el minuto 90 de Carmine Esposito, en el partido disputado en el Castellani entre el Empoli y el Cremonese válido por la 19ª jornada del campeonato de Serie B.

 

 

En aquel equipo dirigido por Luciano Spalletti, que consiguió el ascenso a la Serie A, también jugaban Luca Toni y Alessandro Birindelli, otros nombres que han entrado en la historia del fútbol italiano. Solamente Birindelli probaría el dulce sabor de la Serie A al año siguiente y con la camiseta de la Juventus, mientras que para Luca y Totò, considerados todavía inmaduros para las etapas de élite, se abrieron puertas de menor prestigio, pero útiles para formar caracteres y personalidades indispensables para el crecimiento futuro.

Al igual que Toni, Di Natale no entraba en los planes inmediatos de la entidad, recién ascendida, y fue cedido al Iperzola en la serie C2 (33 partidos y 6 goles) y luego al Varese en la C1 (4 partidos y 0 goles en 3 meses) antes de terminar la temporada 1998-99 en el Viareggio en la C2, donde disputó 25 partidos y marcó 12 goles. Regresó al Empoli en 1999 y permaneció allí hasta 2004 contribuyendo (como protagonista) al ascenso a la Serie A en 2001-2002.

 

 

Era el 14 de septiembre de 2002, y el Empoli se presentaba en el Lago de Como, venciendo a los anfitriones por 2-0. Totò marcó el primer gol, pero fue anulado por fuera de juego. Pero dos minutos más tarde volvió a ver portería y esta vez fue historia. Dos meses después (el 20 de noviembre) recibió su primera convocatoria a la selección nacional. Trapattoni lo convocó para el partido amistoso entre Italia y Turquía y lo mantuvo en el campo durante 84 minutos. Y en 2004, en su cuarta aparición con la camiseta de Italia, marcó su primer gol en el partido amistoso que empató 2-2 contra la República Checa.

En 5 años, con la camiseta del club toscano sumó un total de 159 apariciones coronadas con 49 goles. Spalletti, protagonista en el banquillo del Udinese friulano y recordando el pasado juntos en el Empoli, sugirió con fuerza al presidente Pozzo la compra del talentoso Totò. El Udinese buscaba un digno sustituto del danés Jorgensen, un rubio trotón con la inusual pasión de… conducir autobuses, pero sobre todo capaz de saltar por encima de los rivales en el regate y repartir balones de invitación al «pennellone» Iaquinta. Y este Di Natale, que en el Empoli merodeaba por las bandas dando las primeras verdaderas joyas de un fútbol suntuoso era justo lo que se necesitaba.

 

 

La llegada al club de su vida

El verano de 2004 Antonio Di Natale se despide del Empoli y llega a Friuli firmando el contrato que le unirá al Udinese de por vida, convirtiéndose, con el tiempo y en el tiempo, en bandera, icono e imagen indiscutible en Italia, en Europa y en el mundo. Quizá ni siquiera Paron Pozzo hubiera imaginado lo que Di Natale habría sido capaz de escribir en 12 años de permanencia con el número 10 de la camiseta del Udinese (que perteneció a otro gran campeón, Zico). Magia, goles en abundancia, récords y rechazos ilustres.

Cuando Jorgensen fue vendido a la Fiorentina, el dorsal número 10 no dudó en ponerse (para quedarse) sobre los hombros del recién llegado. La primera temporada de Di Natale coincidió con otra primicia. Gracias al cuarto puesto conquistado al final de la Serie A de la 2004-2005, el Udinese fue admitido en la fase previa de la Liga de Campeones. Un gol de prestigio para el Udinese, conseguido también gracias a la magia de su nuevo número 10. 33 apariciones, 7 goles y muchas asistencias para sus compañeros Iaquinta y Di Michele. Y su primer contacto con Europa se produjo con dos participaciones en la Copa de la UEFA.

 

 

Al año siguiente, Totò estableció el primero de muchos récords. Marcando en las 4 competiciones en las que participó el Udinese (liga/8 goles, Coppa Italia/3 goles, Liga de Campeones/3 goles y Copa de la UEFA/1 gol), Di Natale sería el único jugador italiano en lograr este objetivo. Spalletti ya no estaba en el banquillo «bianconero», pero el sanguíneo Serse Cosmi hizo algunos cambios en la disposición táctica. Dejó libertad de acción a Di Natale, desplegándolo inicialmente en la banda izquierda para luego fluir hacia el centro y terminar a su manera con trayectorias «delpieranas». La inexperiencia del equipo y el caso de Iaquinta (expulsado de la lista durante varios partidos) hicieron que el gran sueño europeo se interrumpiera pocos minutos antes de la historia. El Udinese arrastró inevitablemente las secuelas durante la mayor parte del campeonato y en la siguiente Copa de la UEFA, donde fue eliminado en los octavos de final. El nuevo cambio en el banquillo (Dominissini-Galeone) generó una salvación nunca cuestionada pero alcanzada con cierta dificultad.

En 2006-2007, Totò marcó dos veces en la liga. Marcó 11 goles en los 31 partidos que jugó. 2007-2008 fue el punto de inflexión en la carrera de Antonio. En verano, Pasquale Marino llegó a Udine. A él se le debe la genial intuición de Di Natale como delantero centro. El primer año marcó 17 goles y fue convocado para la Eurocopa con la selección nacional. 12 goles en el segundo año y el batacazo en 2009-2010 con 29 goles que le valieron el título de máximo goleador y una plaza ya asignada en el avión que volaba a Sudáfrica, sede del Mundial.

 

 

Totò di Natale estaba en su mejor momento de forma, jugó los tres partidos de la ronda y marcó un gol contra Eslovaquia antes de subirse al avión antes de tiempo con todo el equipo para volver a Italia. Su decepción fue apaciguada por Francesco Guidolin, otra figura técnica paternal, todo trajes y franqueza. El equipo que Totò encontró en el campo de entrenamiento fue sin duda uno de los más fuertes en los que había jugado. Handanovic, Benatia, Domizzi, Inler, Isla, Asamoah, Basta, Sánchez, por nombrar algunos. Pero los nombres podrían ser también los de Buffon, Del Piero, Grosso, Trezeguet, Marchisio o los de sus antiguos compañeros Toni, Iaquinta, Pepe, Quagliarella…

«¡Gracias, pero me quedo aquí!», cuatro palabras destinadas a entrar en la historia y en el corazón de todos los aficionados del Udinese. Para el pequeño Friuli, esas cuatro palabras valen más que 100 campeonatos ganados. Tras un comienzo desastroso, 1 punto en 5 partidos, el equipo friulano, arrastrado por los 28 goles de su capitán, iniciará una increíble escalada que le llevará al final del campeonato al cuarto puesto de la clasificación. Por segundo año consecutivo, Di Natale gana el premio al máximo goleador.

 

 

En 2011-12 y 2012-13 curiosamente Totò marcó el mismo número de goles (23), para luego reducirlos drásticamente en los últimos 3 años de su carrera. 17 al final de la temporada 2013-14, luego en la 2014-15 marcará 14 a espaldas de los porteros contrarios y finalmente en la última temporada, la que ve bajar el telón de su increíble carrera, solamente 2. El último lo marcó de penalti contra el Carpi el 15 de mayo de 2016 ante su público. Ese público que nunca ha dejado de quererle y que espera verle tarde o temprano en Udine, para escribir otras páginas de la historia firmadas por Antonio Di Natale.

 

 


Paola Murrandi