spot_img

Sacchi y Baggio, del amor al odio hay solo un partido

 

Arrigo Sacchi y Roberto Baggio escenificaron la eterna lucha en el fútbol entre la disciplina táctica y la expresividad del talento, llevándolo hacia el terreno personal. Pese a que al principio de su relación todo fue idílico, todo se rompió cuando Baggio fue sustituido durante el Italia-Noruega del Mundial de Estados Unidos de 1994.

 

 

Capítulo 1: la primera vez que se conocieron

Rimini-Vicenza de la Serie C1, 5 de mayo de 1985. Roberto Baggio, el hijo de un juguetero de Caldonio, era el talento superlativo del Società Sportiva Lanerossi Vicenza que comandaba a los rojiblancos entrenados por Bruno Giorgi a la batalla contra el Rimini Calcio por el ascenso a la Serie B. El banquillo del Romagnoli estaba ocupado por un joven entrenador, Arrigo Sacchi, de vuelta a la Riviera tras un año de experiencia en los juveniles de la Fiorentina.

Aquel partido marcó un antes y un después en la carrera de Roberto Baggio que, tras un choque, se fracturó el ligamento cruzado anterior, el menisco, la cápsula y la rótula de la rodilla derecha. Tras una terrible operación llevada a cabo en Saint-Etienne por el cirujano francés monsieur Bousquet, el joven Roberto, de tan solo dieciocho años, se vio obligado a permanecer alejado de los terrenos de juego durante más de un año.

Algo que no solamente ponía en riesgo su evolución como futbolista, sino también su precontrato con la Fiorentina de la Serie B. Aunque por suerte para él, el presidente viola Pier Cesare Baretti no dudó en ningún momento y siguió con el fichaje pese a no tener la certeza de la recuperación total del jugador.

 

 

Aquel día Sacchi ganó 2-1, pero en su cara se podía apreciar perfectamente la empatía por la lesión de la joven promesa del Vicenza, algo que se confirmó en la rueda de prensa cuando habló maravillas de Baggio, y lo que podía suponer la lesión para la vida del joven.

Aquella temporada el Vicenza acabó en segunda posición y ascendió a la Serie B, mientras que Arrigo Sacchi consiguió un meritorio cuarto puesto, por detrás de Brescia, Vicenza y Piacenza.  El Parma AC de la Serie B sería el siguiente destino para el técnico. Mientras que Baggio se recuperaría de la lesión y ficharía por la Fiorentina.

 

La película «Il Divin Codino» recrea el momento cuando ambos se conocieron.

 

Capítulo 2: la primera vez que coincidieron en un equipo

El profeta de Fusignano había renunciado al final de la temporada 1990-91 al banquillo del AC Milan (su siguiente destino tras el Parma) y, en sus planes, estaba tomarse un año sabático. En realidad, cuando recibió la llamada para entrenar la selección nacional el octubre siguiente, no pudo decir que no. Arrigo fue llamado para mejorar el destino de una selección que no se clasificó para la Eurocopa de 1992 y que debía estar lista para el Mundial de 1994. Baggio, que bajo la dirección de Vicini formó parte de la expedición azzurra a Italia ’90, no estuvo presente en el debut de Sacchi en el banquillo de la selección italiana, mientras que sí jugó el segundo partido, contra Chipre, reencontrándose también con el gol.

Roby fue titular indiscutible del grupo que disputó la Copa de Estados Unidos 1992, una competición de preparación para EE.UU. ’94 disputada en Estados Unidos dos veranos antes del Campeonato del Mundo, en la que Italia quedó en segundo lugar. Unos meses más tarde, el «Divin Codino» saltó al campo por primera con el brazalete de capitán de la selección nacional y fue el máximo goleador de Italia en la fase de clasificación para el Mundial de Estados Unidos, con 5 goles. Baggio tenía la plena confianza de Sacchi, que literalmente lo amaba, y la relación entre ambos era más que idílica.

 

Capítulo 3: el final de una relación de cariño y respeto

Arrigo veía en Baggio, su Maradona, y le situó en el centro de su esquema táctico, que siguió siendo el principal protagonista en su forma de entender el fútbol. Roby empezó como titular en el primer partido del Mundial de Estados Unidos de 1994 pese a no haberse recuperado 100% de una lesión, en Nueva York contra Irlanda. Italia perdió 1-0, Roby no brilló y Sacchi salió en su defensa en la rueda de prensa. «Hoy no cambiaría a Baggio por Maradona. Roberto es un tipo sensible que sabe sufrir. Para volver a jugar ha hecho, y sigue haciendo, sacrificios que otros no podrían soportar. Deberíamos aliviar la presión sobre él».

Arrigo cumplió su palabra y Baggio empezó como titular contra Noruega, en lo que ya era un partido decisivo para la Azzurra. En el 21′ del primer tiempo, la historia de la relación entre «Il Divin Codino» y el profeta de Fusignano cambió para siempre. Benarrivo no pudo contener a Leonhardsen en un contragolpe, y el noruego se encontró solo frente a Pagliuca, el portero salió a la desesperada y golpeó el balón con la mano fuera del área. La consecuencia de aquella acción era inevitable: una tarjeta roja. Sacchi se vio obligado a hacer un cambio para dar entrada al segundo portero, Luca Marchegiani, y tuvo unos segundos de duda. La opción más obvia hubiera sido sacar a Pierluigi Casiraghi del campo, dejando a Baggio con todo el peso ofensivo del equipo. En cambio, Arrigo volvió a sorprender a todo el mundo, porque fue el propio Roberto Baggio quien fue sustituido. «¿Por qué Baggio? ¿Se ha vuelto loco Sacchi?», es lo que se preguntaron los millones de italianos pegados a sus televisores.

 

 

Roberto Baggio se preguntaba lo mismo, sin molestarse lo más mínimo en ocultar su asombro. El minuto 22′ del Italia-Noruega es el momento clave en el que se produce una clara y definitiva ruptura entre el entrenador y el que, hasta ese momento, había sido su alumno predilecto. La jugada a Sacchi le salió bien porque Italia se las arregló para ganar el partido por 1-0, con un gol del otro Baggio, Dino.

Varias veces a lo largo de su vida, Sacchi ha vuelto a ese momento en el primer tiempo del Italia-Noruega, dando una explicación táctica a su elección: «decidí sustituirlo por una razón técnica. Necesitaba gente que pudiera correr mucho y necesitaba un delantero que pudiera estirar al equipo contrario yendo al espacio, sin el balón, para distanciar la línea defensiva de Noruega de sus centrocampistas. Roberto, que hasta ese momento me consideraba un amigo muy querido, pensó que yo había traicionado aquella amistad. El entrenador tiene que tomar decisiones. Baggio fue el ganador del Balón de Oro y quizá creyó que yo era su entrenador, pero yo era el entrenador de Italia. Me preguntó si iba a sustituir a Maradona. Le contesté que nunca lo había entrenado, no obstante había sustituido a Gullit y a Van Basten».

 

 

Roberto Baggio trató de dejar atrás el incidente y regresó como titular cinco días después contra México. Italia empató y, de alguna manera, consiguió pasar de ronda. «Il Divin Codino» firmó la dificilísima victoria sobre Nigeria en octavos de final con un doblete, marcó contra España en cuartos y repitió, de nuevo con dos goles, en las semifinales contra Bulgaria, llevándonos a la final contra Brasil. Sin embargo, a falta de 20 minutos para el final, sufrió un tirón en los isquiotibiales y su presencia en el primer minuto en Pasadena corría un gran riesgo. Baggio no estaba ni de lejos en su mejor momento, pero se puso a disposición y Sacchi lo alineó desde el principio. El epílogo fue el que todos conocemos, con Baggio lanzando el penalti alto que dio la Copa del Mundo a Brasil.

 

 

Capítulo 4: la rotura total

Tras la amarga decepción en Estados Unidos, Sacchi siguió al frente de la selección para guiarla hasta la Eurocopa de Inglaterra dos años después. Los resultados de la Azzurra fueron fluctuantes y Baggio criticó a su entrenador tras una muy mala actuación de Italia, en un partido perdido ante Croacia. La posibilidad de un cambio en el banquillo se hizo patente y el delantero dejó claro que no desdeñaría la llegada de Trapattoni. La temporada previa a la Eurocopa, pasó de la Juventus al AC Milan y Sacchi prefirió sistemáticamente a Zola para la selección. Baggio estaba convencido de que merecía más. «Soy el jugador en activo que más goles ha marcado con la Azzurra, alguien tiene que recordarlo. Mi relación con Sacchi es solamente profesional: tenemos ideas diferentes sobre algunas cosas, yo sigo mi camino».

Las heladas se prolongaron durante todo el año y, debido al mal estado de forma de Baggio al final de la temporada, el de Fusignano optó por no convocarlo para la expedición de Inglaterra. Prefería a Zola y Chiesa antes que a él y a Beppe Signori. El propio Arrigo explicó sus decisiones posteriormente. «En ataque tenía cuatro puestos: Ravanelli y Casiraghi para un determinado tipo de papel, Zola y un signo de interrogación para el otro. En la carrera estaban Chiesa, Protti, Roberto Baggio y Signori. Al final, mi equipo y yo pensamos que Chiesa era el más merecedor. Por supuesto, eso no significa que se haya rechazado a nadie, y menos a Baggio y Signori».

 

 

Años más tarde, curiosamente Sacchi dio una versión diferente de los hechos: «Baggio no estaba en uno de los mejores momentos de su carrera, tenía un problema en la rodilla. No lo llamé solamente por su condición física, no por ninguna otra razón».

Por su parte, Baggio aseguró lo siguiente: «tras la final del Mundial del 94, Sacchi quiso demostrar que los esquemas son más importantes que los jugadores, e Italia no llegó a los cuartos. Tenía 29 años, ¿era un desperdicio? No, pero para ellos era apático, no perseguía al defensa, era desobediente, no apto para el fútbol moderno.

La aventura de Italia en Inglaterra no fue positiva y acabó con la carrera internacional de Sacchi. Sin embargo, lo que Baggio no sabía era que tendría que enfrentarse de nuevo a Sacchi en el AC Milan…

 

 

Capítulo 5: el inicio del odio extremo

El Milan despidió a Tabarez el diciembre de 1996 y Arrigo fue llamado para sustituirlo. Tras un par de meses en el banquillo, llegó el inevitable momento de desahogo de Baggio ante la prensa, en su trigésimo cumpleaños. «Estoy harto de que se burlen de mí. Tengo 30 años, no soy un niño. No sabría de qué otra manera juzgar el comportamiento de alguien que no tiene el valor de decirte lo que piensa a la cara. Durante la semana me dice que me ha visto bien, que estoy entrenando mucho. Pero el domingo juegan los demás. Si me merezco jugar, creo que lo correcto es que el entrenador me deje jugar. De lo contrario, significa que hay algo más que Sacchi no tiene el valor de decirme». Ante las graves declaraciones de Baggio tras quedar fuera del partido ante el Bolonia, Arrigo prefirió no responder.

Roberto Baggio pidió una entrevista con Silvio Berlusconi, para pedirle que le dejara irse al Real Madrid. Su compatriota Panucci había conseguido convencer al astro para que aceptara la oferta merengue y añadió leña al fuego. «El domingo fue excluido por Sacchi por enésima vez, que más tarde completó la afrenta sustituyendo a Simone por Dugarry y dejándolo en el banquillo. El divorcio parece inevitable. Ha roto con Sacchi. Entre los posibles destinos está el del Madrid».

Tras la negativa de Berlusconi para liberarlo, todo empeoró el abril de 1997, el AC Milan recibió a la Juventus FC y al comienzo del segundo tiempo ya perdía por tres goles. Baggio estaba en el banquillo y Sacchi le invitó a calentar y a jugar la última media hora. Robby fingió no oírle y solamente la intervención del segundo entrenador, Carmignani, le convenció de entrar en el campo. El Milan perdió 1-6 y lo que ocurrió en el banquillo rossonero entre Baggio y Sacchi fue el último episodio de su intensa y larga guerra fría, que comenzó el 23 de junio de 1994, en el 22′ del Italia-Noruega.

 

 

Capítulo 6: la paz

A pesar de que muchos medios de comunicación siguen intentando hacer creernos que Roberto Baggio y Arrigo Sacchi nunca sellaron la paz, la realidad es bien distinta. Así se confirma en el libro «Fútbol Total: Mi vida contada a Guido Conti«, y en algunos encuentros públicos que ambos han realizado, como en el partido de homenaje a Stefano Borgonovo, y un partido disputado el 20 de octubre de 2011 en Cartigliano de la selección sub-18 de Italia contra Ucrania.

Su amistad seguramente nunca más vuelva a florecer, pero como mínimo el odio sí ha desaparecido.

 

 


Stefano Sole