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El 0-5 del FC Barcelona de Johan Cruyff en el Santiago Bernabéu

 

El 0-5 del FC Barcelona al Real Madrid en el Santiago Bernabéu, del 17 de febrero de 1974, sigue siendo a día de hoy una fecha imposible de olvidar para los aficionados del FC Barcelona. Una espectacular victoria que trascendió al ámbito social y, sobre todo, político. Aquella era la segunda manita de los blaugranas a los merengues, la primera tuvo lugar el 21 de abril de 1935 en el Camp Nou.

Un resultado especial que incluso se vio reflejado en el NewYork Times, donde llegó a escribirse que aquel resultado “había hecho más por la causa catalana de lo que cualquier político o figura de la resistencia hubiese hecho nunca”. “Lo que más me chocó era que no nos felicitaban, nos daban las gracias. Aquello era realmente inesperado, algo que no olvidaré jamás. Era todo lo que nos decían: gracias. En todos los sitios” recordaba el propio Cruyff.

Eran tiempos de franquismo, y en los que aún estaba presente en la memoria culé la dolorosa derrota en la final de Copa de Europa de Berna. El club catalán vivía una oscura etapa, nefasta en éxitos, pero la esperanza de cambio tenía un nombre propio, Johan Cruyff. Fichado en agosto de 1973 por la directiva presidida por Agustí Montal, el holandés no pudo debutar hasta la octava jornada, debido a problemas burocráticos, cuando el FC Barcelona ocupaba, increíblemente, la penúltima posición del campeonato. Con Johan, como líder indiscutible, el Barça llevó a cabo una espectacular remontada. El nuevo crack blaugrana, que marcó dos goles en su primer partido de Liga ante el Granada, llegaba en plena forma para disputar el segundo Clásico de la campaña 1973-1974. Los blaugranas lideraban la liga, con seis puntos de ventaja sobre el Real Zaragoza, mientras que un desorientado conjunto merengue se quedaba a la deriva en la séptima posición.

 

 

Johan Cruyff aún no había saboreado la derrota con la camiseta del FC Barcelona, y la crisis que acarreaban los locales era tan pronunciada que su mítico entrenador, y antes jugador, Miguel Muñoz, había sido despedido un mes antes, tras una vergonzosa derrota en Castellón. El simbolismo era enorme y el ex del Ajax y sus compañeros de equipo se enfrentaron a sus anfitriones sabiendo que aquel partido era algo más que fútbol.

Era la jornada 22 y el conjunto dirigido por Rinus Michels encabezaba la tabla clasificatoria con 31 puntos, seis más que sus más directos perseguidores, Zaragoza y Málaga, que sumaban 25. El Real Madrid, séptimo, tenía 22 y estaba por debajo de Atlético y Athletic (24) y Granada (23).

 

 

Con una aceptable entrada y las cámaras de TVE en el Bernabéu, ambos equipos fueron sorprendentemente recibidos con aplausos. La temperatura, a las ocho de la tarde, era algo baja en la capital de España, pero muy apropiada para la práctica del fútbol. El árbitro era el navarro Orrantía (el mismo que expulsaría a Cruyff en La Rosaleda un año más tarde) y las alineaciones, fueron las siguientes:

Real Madrid: García Remón, Morgado, Benito, Rubiñán; Pirri, Zoco; Aguilar (Santillana 46), Velázquez, Amancio, Netzer y Macanás.

FC Barcelona: Mora, Rifé, Torres, De la Cruz; Costas, Juan Carlos; Rexach, Asensi, Cruyff, Sotil y Marcial (Tomé 70).

Si bien los primeros minutos del partido fueron bastante igualados y el Madrid hasta tuvo alguna que otra ocasión, el gol de Asensi al filo de la media hora (31′) , tras una gran jugada trenzada por los virtuosos Marcial y Rexach dio paso a un auténtico vendaval blaugrana con Johan como director de orquesta. A los 39′ el propio Cruyff estableció el 0-2 tras sortear a dos defensas y batir por raso a García Remón. Y en el 44  marcó en plancha Marcial, tras centro del bátavo, pero el árbitro Orrantía anuló el gol por fuera de juego.

La segunda parte fue un auténtico festival. A los 52 minutos, Asensi se infiltró por la izquierda, superó a Benito y Morgado y remató cruzado a la red, marcando el 0-3. A los 65 Johan hizo un cambio de juego y cedió al capitán Juan Carlos para que lograra el cuarto. La quinta y última diana fue obra de Sotil que remató de cabeza un medido lanzamiento de falta del holandés en el 70.

Minutos después de señalar Orrantía el final del partido, los alrededores del Camp Nou se llenaron espontáneamente de miles de seguidores que entendían aquella victoria deportiva como algo que trascendía al ámbito social y, sobre todo, político. Cruyff se había convertido en algo más que un futbolista para los catalanes aquella noche.