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Oti en el Bochum, el primer futbolista español en la Bundesliga

 

El centrocampista tinerfeño Antonio Rodríguez Cabo, Oti, se convirtió con tan solo 21 años en el primer jugador español en formar parte de la plantilla de un club de la Bundesliga. El VfL Bochum 1848, un equipo de por aquel entonces de mitad de tabla del campeonato germano, lo fichó del Realejos, un club modesto de Canarias que militaba en Tercera División (cuarto nivel español).

Exceptuando el caso del lateral derecho alemán de origen español Javier López en el MSV Duisburg la temporada 94-95, hubo que esperar más de diez años para que un jugador nacido en España debutase en la liga alemana. Eso sí, cuando se produjo fue por partida triple y es que en la temporada 2002-03 hasta tres españoles llegaron al Hannover 96 (Christiansen, que jugó también en el Bochum en 2001, a pesar de ser nacionalizado español, nació en Copenhague). Jaime Sánchez Fernández, Fernando Sánchez Cipitria y José Manuel Colmenero Crespo fueron cedidos por el Deportivo de La Coruña al equipo alemán gracias a la intermediación del secretario técnico del Hannover, Richard Moar, quien la campaña anterior había ocupado el mismo puesto en el equipo gallego. De los tres centrocampistas el que más contó para el entrenador, el alemán Ralf Rangnick, fue Jaime, que logró hacerse con un puesto en el once titular junto a Kostas Konstantinidis y disputó un total de 22 encuentros.

 

 

La previa a la llegada a la Bundesliga

El jugador vivía días antes de su incorporación una sensación agridulce. Su euforia por la proyección internacional que había conseguido contrastaba con su frustración por no debutar en la Primera División española con el Club Deportivo Tenerife, que nunca estuvo interesado en contratarle.» Claro que estoy triste por la indiferencia del Tenerife conmigo. Estoy muy feliz por el futuro que me espera en Alemania, pero no entiendo todavía cómo un equipo extranjero ha confiado en mis posibilidades mientras los máximos responsables del fútbol canario nunca repararon en mí», declaraba el jugador.

El presidente del Tenerife, Javier Pérez, se defendió de las críticas de aficionados y medios de comunicación locales por dejar escapar a Oti alegando que «no hemos negociado nunca con el futbolista porque nuestro equipo técnico no lo ha considerado oportuno. Es injusto que nos acusen de despreciar a la cantera; ahí están los ejemplos de Pier y Toni, que forman parte de nuestro primer equipo, y la inversión de 40 millones de pesetas que hemos realizado en los dos últimos años en el fútbol base de la isla», agregaba.

Paradójicamente, el Tenerife buscaba aquellos días en la península un centrocampista para reforzarse. «Me he dado cuenta que en esta isla solo valen los jugadores que vienen de fuera o los que ya tienen algún nombre», apostilló Oti. El manager del Bochum 1848, Klaus Hilpert, suscribió con Oti, en Tenerife, el contrato que le uniría durante dos años al equipo teutón. La actuación del jugador tinerfeño en un partido amistoso frente al equipo germano durante una breve estancia en la isla, aprovechando la interrupción en la Liga alemana, animó a los directivos del Bochum 1848 a cerrar su fichaje. Hilpert descubrió fortuitamente al jugador en un partido de Tercera División en el Puerto de la Cruz, donde pasaba sus vacaciones. Habló con él en el vestuario, al término del encuentro, y le insinuó que estaba interesado en sus servicios. Los informes del alemán Cramer, seleccionador de Corea del Sur, con la que llegó a entrenar Oti, que se preparaba aquellos días en el Puerto de la Cruz, contribuyeron también a que el Bochum 1848 decidiera finalmente tirar adelante el fichaje.

Isidro Dorta, presidente del Realejos (líder del grupo XII de Tercera División en aquellos días), aseguraba que Oti era un futbolista completo. «Sabe organizar el juego, no rehúye el choque con el rival, pasa el balón con precisión a una distancia de hasta 40 metros y posee unas condiciones físicas inmejorables. Estoy convencido de que va a triunfar en Alemania junto a los Augenthaler y Littbarski», indicó. El Realejos lo fichó por un millón y medio de pesetas y esperaba recibir ahora del equipo alemán «algún dinero por la marcha del jugador», indicó su presidente. Oti de 1,71 metros, iba bien de cabeza, manejaba con habilidad las dos piernas y subía bien al ataque. Pertenecía a una familia humilde, con residencia en el barrio de El Tejar (Puerto de la Cruz) en la que siempre había estado presente el fútbol. Su padre, Pedro Rodríguez González, jugó en el Condal de Barcelona y su hermano Peyo formó parte de la selección nacional sub- 19. Se inició en el fútbol, a los nueve años, en el alevín Puerto de la Cruz, equipo en el que militó en categorías superiores hasta su paso al Realejos, un club con casi un siglo de historia.

Su mente ya están en la Liga alemana. Estos días analiza con detenimiento, a través del vídeo, los resúmenes de los partidos de la Bundesliga y pronto comenzará a recibir clases de alemán «para aprender, al menos, algunas palabras antes de marcharme». Ofi (diminutivo de Antonio con el que lo apodó, involuntariaraente, su hermano más pequeño) no es un desconocido ya en Alemania. La colonia española se enteró de su fichaje por la prensa de dicho país y le ha enY iado una carta de apoyo. Está convencido de que no tendrá problemas para adaptarse a un ambiente que desconoce, con temperaturas altas a las que no está habituado, y anuncia que se entregará a tope «porque no puedo perder esta gran ocasión». «Yo siempre salgo al campo a darlo todo; si me lesionan, mala suerte», añade.

 

De sueño a pesadilla

El sueño de Oti de jugar en la Bundesliga duró poco y es que el tinerfeño no se supo adaptar al fútbol teutón y su entrenador, Holger Osieck, no contó con él. «Los primeros días, fueron algo extraños. Llegas un verano y, allí, a las 16:00 ya era de noche. Uno que viene de una isla, acostumbrado a estar hasta las 21:00 o hasta las 22:00… Ya te imaginas. Pero bueno, con los entrenamientos y centrándome nada más que en jugar al fútbol me adapté enseguida».

Una lesión fue el otro gran detonante de su fracaso en la Bundesliga, que lo obligó a recuperarse jugando con el segundo equipo del conjunto alemán. «Tuve una lesión en un partido de los que teníamos concertados en pretemporada. Recuerdo que habían llamado por la mañana para decirnos que se había suspendido un partido por la lluvia y como el tiempo cambió, pues volvieron a ponerse en contacto con el otro equipo y al final jugamos. En una jugada dentro del área, que nunca piensa uno que se va a lesionar ahí, estando de espaldas, vino un alemán fuerte y al pisar la pelota me da por detrás en el tobillo y ahí se acabó». Fueron pasando las jornadas de aquella temporada 1991-92 hasta que terminó sin que Oti hubiese jugado un solo minuto con el Bochum, nunca llegó a debutar en la liga alemana.

 

 

La situación fue tan decepcionante y frustrante para el jugador que no dudó en volver a casa, al Realejos, en la campaña 1993-94. En el conjunto tinerfeño, en esta etapa en Segunda divisón B, volvió a sentirse futbolista y fue una de las piezas claves del equipo disputando 33 partidos y logrando marcar diez goles. Posteriormente, defendería los colores del Granada, en dos etapas distintas, y también jugó en las filas de Las Palmas, el Málaga y el Mensajero, siempre en Segunda B. Su mayor éxito deportivo se produjo al final de su carrera, cuando fichó por el Universidad de Las Palmas y logró el ascenso a Segunda división A de la mano del técnico David Amaral y compartiendo vestuario con jugadores como Alexis Trujillo u Óscar Luis Celada. Sin embargo, también en Las Palmas se produjo su momento más duro en el fútbol, cuando jugando en el Universidad en la temporada 2000/01 sufrió una grave lesión en la rodilla que le obligó a retirarse. Tras colgar las botas regresó junto a su familia a Los Realejos, esa pequeña población de Santa Cruz de Tenerife que le vio brillar en sus comienzos en el mundo del fútbol.