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El día que Michel Salgado cazó a Juninho

 

Michel Salgado siempre será recordado por su dura entrada a Juninho Paulista, en un Celta – Atlético de Madrid disputado en Balaídos. El por entonces céltico cazó a Juninho cuando se iba a portería, fracturando su peroné y dejándolo fuera del tramo final de la temporada, y sin Mundial de Francia.

«Era una época maravillosa, donde yo estaba viviendo los mejores momentos de mi carrera. Hasta esa entrada desleal, que yo condeno hasta el día de hoy. Michel Salgado estuvo muy mal en esa entrada. La pelota estaba por delante, él no tenía intención de ir a por el balón. Me pegó una patada por detrás que hasta el día de hoy es una de las jugadas más violentas en el fútbol», explica el exinternacional brasileño.

 

 

Una entrada escalofriante que acabó sin sanción

El 1 de febrero de 1998, el Atleti se medía al Celta de Jabo Irureta en Balaídos, y el propio Juninho abrió el marcador, de penalti, en el minuto 24. Los locales empataron poco después y, en el minuto 70, llegó la jugada que lo cambiaría todo para el brasileño. Juninho recibió un pase largo, se infiltró entre dos defensas, se fue por velocidad de ambos, y cuándo se preparaba para tirar a puerta, Salgado se revolvió y desde atrás, sin opción alguna de llegar al balón, le provocó una fractura de peroné y la rotura de casi todos los ligamentos del tobillo al futbolista brasileño.

El árbitro del partido, Gracia Redondo, ni siquiera señaló falta y, aunque rectificó tras avisarle un juez de línea, no amonestó al agresor, así que Michel Salgado siguió jugando el partido y el árbitro no hizo constar el incidente en acta. El Atlético incluso no presentó denuncia, pero el Comité de Competición de la Federación Española de Fútbol, entró de oficio. «Esto es fútbol y unas veces se lesiona uno y otras, otro. Merecí la expulsión porque mi entrada era de roja. Lo único que me importa es Juninho, que su lesión no sea grave. Noté que le clavé los tacos, pero no fui a lesionarle», declaraba en su defensa a posteriori el celtiña.

 

 

Este hecho, el de actuar a la vista de imágenes y por encima del acta arbitral, solamente había sucedido dos veces a lo largo de aquella temporada e, igualmente, se tuvo en cuenta la gravísima lesión sufrida por Juninho, de tal manera que la sanción inicial al agresor fue de cuatro partidos y 500.000 pesetas (3005 €) de multa. Aunque todo acabó en los despachos sin ningún partido de sanción para Michel Salgado.

«Creo que un jugador que da una patada así por detrás debe ser sancionado. Vi algunos partidos suyos y es un buen jugador, pero es violento. Siempre cultivó eso. Esa lesión fue perjudicial para mi carrera, prácticamente cerró mi etapa en el Atlético de Madrid y no fui convocado por la selección de Brasil para el Mundial. Tenía fractura de peroné y prácticamente todos los ligamentos del tobillo rotos. Lloré mucho porque me vi fuera de la Copa del Mundo y arruinada esa etapa de mi carrera».

 

 

La afición del Celta tomó las calles para defender a su defensa

Más de quinientas personas se daban cita en las inmediaciones del estadio de Balaídos para mostrar su rechazo a la sanción que le había sido impuesta a Míchel Salgado. Dos días después, serían hasta 8.000 las que tomarían parte en una multitudinaria manifestación por el mismo motivo. El canterano había sido castigado inicialmente por el Comité de Competición con cuatro partidos de suspensión por una entrada sobre el jugador del Atlético de Madrid Juninho en el choque en el que ambos se habían medido unos días antes.

 

 

Aunque los doctores que atendieron al futbolista colchonero indicaron que la lesión se había producido anteriormente la impacto del pie de Michel con la pierna del brasileño, el Comité aplicó la norma según la cual debía condenarse con un número de partidos de suspensión entre los cuatro y los doce al autor de cualquier acción violenta que causara consecuencias lesivas graves en el rival. «Está claro que un profesional nunca va a hacer daño a un rival intencionadamente», había declarado al respecto un Salgado satisfecho y agradecido con la afición, que recalcó que entradas como la que hizo «se ven cada fin de semana».

Días después, y dejando claro que la movilización de la hinchada céltica no había tenido nada que ver, aceptó el recurso del Celta tras una reunión que se prolongó durante cerca de ocho horas y levantó la sanción al canterano. Competición había sancionado a Michel de oficio, sin que el Atlético presentara denuncia ni el árbitro reflejara el percance en el acta, agarrándose al vídeo a modo de prueba.

«Alguien me tiene que explicar cómo tengo un jugador con la pierna rota y no hay sanción», decía Radomir Antić en rueda de prensa sobre Salgado.

 

 

La dura vuelta a los terrenos de juego

Juninho se tuvo que tragar este inexplicable paso de cuatro a cero partidos de sanción para su agresor, mientras comenzaba a recuperarse de sus lesiones en Brasil. El jugador logró acortar los plazos, de los cinco meses inicialmente previstos, a los tres y medio finales, reapareciendo en Mallorca el 3 de mayo de 1998, y volvió al Vicente Calderón en un partido de máxima exigencia, el Atleti-Barça que acabó 5-2, el 10 de mayo de 1998. Mientras se preparaba el relevo de Radomir Antić por Arrigo Sacchi, el brasileño no llegó a tiempo para ser incluido en la lista de Brasil para el Mundial de Francia de 1998.

“Sacchi llegó y me perjudicó por su gusto diferente a mis características, le interesaba la táctica, no la creatividad”. Arrinconado por su talento en los esquemas del italiano, a Juninho aún le dio para ser el segundo máximo realizador con ocho tantos aquella temporada, a uno de José Mari. El Atlético comenzó a despeñarse. Sacchi no acabó la temporada y, tras el relevo momentáneo de Aguilar, Antić volvió para cerrar un año nefasto. Premonición de lo que habría de suceder más tarde.

 

 

En el verano del 99 Ranieri aterrizó en el banquillo colchonero y para el club su alta ficha era un obstáculo. Desde el primer día, el italiano no contó con él y le criticó de manera pública. Para el entrenador, Juninho no tenía ritmo, ni técnica, ni físico para jugar con él en La Liga. «Siempre pensé que Ranieri no tuvo la decisión. Que simplemente tuvo que jugar el papel de ogro. El equipo me quería vender y él tenía que decir que no me quería para que yo me fuera», llegó a admitir Juninho. «Sabe nuestras intenciones, lo lógico es que se vaya», dijo Gil Marín.

Juninho se fue cedido al Boro y el Atleti se fue a Segunda. Los dos añitos en el infierno, el brasileño se los pasó jugando cedido en Brasil. Vasco da Gama y Flamengo. «En el Vasco recuperé todo el tiempo perdido. Volví a ser importante en mi país y regresé a la selección».

 

 

Por todo esto, Juninho afirma que no aceptó las disculpas de Michel: «La disculpa es una palabra muy ingrata en nuestra profesión. Claro que ha podido no tener intención de hacer daño, ¿Pero qué hizo después? De la manera que lo hizo. Vino y pidió disculpas, pero en aquel momento yo estaba nervioso y es complicado. No quise hablar con Michel, no quería sus disculpas y no las acepté». Quince años después, Juninho no ha olvidado ni perdonado la entrada de Salgado que terminó con la etapa más brillante de su carrera.

En esos dos años, lejos del Calderón, ganó la Liga Brasileña y la Copa Mercosur, además de ser elegido los dos años en el XI ideal de la Liga y en su primer año el segundo mejor jugador del campeonato. Gracias a ello, Scolari le seleccionó para el Mundial 2002, donde empezó de titular y fue campeón. Finalmente, la vida le sonreía.

 

 

Ese mismo verano, Juninho, que quería renovar con el Atleti, vio cómo el club solo quería desprenderse de él, aunque Luis Aragonés contara con él para el retorno a Primera. Así, el Boro pagó 8 millones de euros por él y ‘The Little Fella’ volvió a la Premier League.