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Garrincha y Suecia, la otra historia olvidada más allá del Mundial de 1958

 

Para Garrincha Suecia no fue solo el país donde consiguió su primer Mundial en 1958 junto a Pelé, sino que 3 años después volvió de gira con el Botafogo y sucedió algo que lo marcaría de por vida.

El mayor regateador de la historia del fútbol, casi 18 años después de su última visita a esta nación europea, tuvo que personarse ante la justicia sueca en Rasunda, donde la canarinha se impuso a Suecia 5-2.

 

 

¿El motivo? Una ciudadana aseguraba que su hijo era del delantero brasileño, ¿el nombre del niño? Ulf Lindberg. Todo sucedió durante la noche de celebración del título, «después de aquella noche, un año después, más o menos, volví a Suecia y fui requerido para que se me hiciera un reconocimiento sanguíneo a fin de comprobar la paternidad del pequeño. Los resultados confirmaron que, en efecto, el niño era mi hijo».

«Rasunda es un símbolo crucial en la historia de mi padre y en la del balompié brasileño. Pero, para mí, el estadio más importante es Umea (ciudad del norte de Suecia), donde Garrincha jugó en 1959 con el Botafogo. Gracias a esa experiencia, yo nací», cuenta Lindberg en medio de risas. Allí fue donde su padre conoció a su madre biológica.

 

 

«Lamento muchísimo no haberlo conocido. Siempre pienso en cuán lindo hubiese sido conocerlo y haberle dicho cuánto lo admiraba. Pero no fue posible. Desgraciadamente, tuvo problemas muy serios con el alcohol», comentó Lindberg, que aseguró también que conoció la identidad de su verdadero padre a los 8 años de edad.

En 1977, un periódico sueco reportó que Garrincha deseaba reunirse con su hijo. El encuentro fue acordado para el año siguiente, cuando Lindberg viajaría a Argentina, donde se disputaría el Mundial de 1978. Estaba previsto que Garrincha comentara el torneo para un canal de televisión. «Pero el viaje nunca ocurrió. Mi padre tomaba mucho y lamentablemente no estaba bien», dijo Lindberg. Años después, Lindberg, quien es el décimocuarto hijo reconocido de Garrincha, viajó a Brasil y conoció a diez hijas de Garrincha.

 

Los padres adoptivos de Ulf Lindberg, decidieron contarle todo a su hijo cuando cumplió los ocho años. Su progenitora, con apenas 19 años y escasos recursos, no tuvo otra alternativa que darle en adopción. Le explicaron que era el único niño de tez morena en la pequeña ciudad sueca de Halmstad porque era muy parecido a su padre biológico.

Sus genes paternos también le dibujaron los ojos oscuros, la boca gruesa, la nariz chata y, principalmente, la piernas arqueadas. Ulf reconoce que no heredó el talento para el fútbol porque, a los diez años, descubrió que sufría «igual» que su padre, problemas de artrosis en la rodillas: «Sentía mucho dolor para jugar». Así que se conforma con vender perritos calientes en su pueblo.

Su hijo Martin, se convirtió en el único descendiente de Garrincha que sí ha jugado al fútbol. Fue mediocentro en las categorías inferiores del Halmstad.