Finidi George es para los aficionados béticos uno de los mejores jugadores que han pasado por el Benito Villamarín, pero el extremo nigeriano es mucho más que eso. En el «Titanic», calificativo con el que Lopera bautizaba a su nuevo Betis en 1996, Finidi era el capitán de la nave verdiblanca. Un extremo derecho largo y profundo, potente y rápido, brillante ante el gol y con una carrera de gacela que le otorgaba esa imagen plástica que jamás olvidarán los béticos que disfrutaron de su juego.
El jugador tenía un preacuerdo con el Real Madrid, sin embargo, fue Manuel Ruiz de Lopera, quien culminó su fichaje en una operación de altos vuelos que tuvo un coste de 1.024 millones de pesetas, el precio del jugador entre su traspaso, los impuestos y las comisiones acordadas. El Ajax cobraba 680 millones por la cláusula de rescisión (su contrato terminaba el 30 de junio de 1997), a los que habría que sumar el 18% de impuestos para el Fisco holandés, más 110 millones como comisiones a intermediarios y 1.200.000 dólares que percibiría el futbolista, que firmó por cinco años. 1 Copa de Europa, 1 Intercontinental, 3 Eredivisie, 3 Supercopas de Holanda, 1 Supercopa de Europa con el Ajax, además de 1 Copa de África con su selección, eran parte de su espectacular carta de presentación. “No me arrepiento. El clima, la afición… disfrute del fútbol y todo lo demás durante mis cuatro años en Sevilla”.
Finidi George llegó desde el Ajax, con el que lo ganó casi todo, por su calidad… y la providencia. En el verano de 1993 Nigeria jugó una serie de amistoso por Holanda y los técnicos del Ajax se fijaron en aquel espigado chaval que rezumaba velocidad y buenas maneras. Dicho y hecho, se incorporó al Ajax dejando su primer club serio, el Calabar Rovers FC, que fue el que le catapultó a la selección nigeriana. Sus primeros pasos, descalzo hasta que le obligaron a ponerse botas, fueron en un club de su ciudad natal, el Port Harcourt Sharks. Después todo vino rodado hasta recalar en el Real Betis Balompié. Un cuento de hadas solo manchado por el asesinato de su hermano en una trifulca durante un partido en la ciudad nigeriana de Laos.
«Quiero comunicarme con mis compañeros, pero no puedo porque todavía no hablo prácticamente nada de español. A veces quiero hacer alguna cosa y me quedo con las ganas por no saber expresarme. Lo solucionaré pronto porque tengo una profesora que me da clases particulares. En dos o tres meses empezaré a obtener los frutos. La verdad es que me encuentro fenomenal en este club y en esta ciudad. No he tenido problemas de ningún tipo. Todo lo contrario. Creo que ya se ha visto sobre el campo lo rápido que me he integrado a un club, una nueva ciudad, una nueva afición y un nuevo campeonato», aseguraba el jugador a la revista Don Balón.
«La Sombra Juguetona», como le llamaba el speaker del estadio, celebraba cada gol como local con un sombrero cordobés que le tiraban desde la grada. «Venía de Holanda, firmé por el Betis, marqué con el Athletic y empecé a ver los gorros en el campo. Gabino me espero un día y me dijo ‘la próxima vez que marques te pones este gorro porque lo tiramos sólo para ti’. Le dije ‘espero marcar más goles’ y así empezó todo. Al siguiente gol que marque cogí uno y me lo puse. Y a partir de ahí lo hice siempre».
En su primera temporada, a las órdenes de Lorenzo Serra Ferrer, el Betis llegó a la final de Copa, partido en el que el nigeriano hizo uno de los dos goles verdiblancos, y se clasificó en cuarto lugar en la Liga. Un gran equipo en el que coincidió con futbolistas tan importantes como Alfonso, Jarni, Alexis, Roberto Ríos, Merino, etc.
Desde su llegada, el rendimiento de Finidi George fue imponente. Una tendencia que se mantuvo en las tres primeras temporadas y que sólo decreció en la campaña 1999-2000, a raíz de un agrio desencuentro con el máximo dirigente de la entidad.
En total disputó 152 partidos oficiales (130 de Liga; 11 de la Copa del Rey; 5 de la Recopa de Europa y 6 de la Copa UEFA), marcando 44 goles. Con el club sevillano llegó a jugar la final de Copa de 1997 y disputó varias veces la Copa de la UEFA. Se marchó en el año 2000, año del descenso de los andaluces, convertido ya en un icono bético. «Tenía labia, pero no es cómo empieza sino cómo acaba. Empezamos muy bien al fichar, sonrisa de oreja a oreja, y al final no me trató bien. Me fui mal del Betis por culpa de Lopera. No pagaba a los futbolistas lo que tenía que pagar, hubo cabreos en el vestuario y luego nos enteramos que se gastó no sé cuántos millones para traer a Denilson y no sentó muy bien en el vestuario. Había futbolistas que tenían que cobrar y no lo hicieron. No cobras y traes a uno que cuesta miles de millones y tú tienes que cobrar y no lo haces. Anímicamente, ahí empezó el problema hasta que bajó el Betis a Segunda División». Del Betis pasó al Mallorca, con el que jugó la temporada 2000-01, en la que el conjunto bermellón disputó la Liga de Campeones.