Mario Alberto Kempes defendió la camiseta del Valencia CF marcando una época en el club por su fuerte personalidad y calidad como goleador. «El Matador» sumó con la camiseta «ché» en sus dos etapas en el club 293 partidos y 173 goles, además de conseguir una Copa del Rey en la temporada 78-79, la Recopa de Europa de 1980 y la Supercopa de Europa de ese mismo año.
Además, logró con su selección el Mundial de 1978, en el que fue el máximo goleador, del mismo modo que en las dos Ligas 76-77 y 77-78 lo había sido con el Valencia CF.
Kempes llegó a España procedente de Argentina y se convirtió en todo un mito. «Estaba haciendo el servicio militar. Jugaba en Rosario Central. Entonces Pasieguito, que era el director deportivo del Valencia, habló con el presidente para que me dieran permiso para ir a probarme a España. Él no me había visto jugar nunca, me conocía de las revistas de El Gráfico, ni siquiera había visto un gol mío. Podríamos decir que fue una compra por Internet, una compra a través de las revistas. En Rosario tuvieron que hacer una votación para ver si permitían que me fuera. Salió que sí y me fui a Valencia con Pasieguito sin que él supiera si yo era diestro, zurdo, si jugaba bien con la cabeza…», aseguraba el artillero en una entrevista.
El Valencia CF se hizo con sus servicios a cambio de 300.000 dólares, tras una revisión médica algo peculiar. Durante su revisión médica, los médicos del Valencia encontraron alguna cosa fuera de lo común, se temían lo peor. En el estómago, los doctores encontraron una mancha extraña y poco común. Ante esto siguieron haciendo pruebas. Por lo que finalizaron preguntando a Kempes si había ingerido algo extraño. Finalmente llegaron a la conclusión de que era un perdigón que este había ingerido con una perdiz que había comido en la localidad de Motilla del Palancar, de camino hacia Valencia. No obstante, se pudo cerrar el fichaje sin ningún problema
Tras ver su debut contra el CSKA de Moscú en el Trofeo Naranja y las dificultades para su adaptación en los torneos veraniegos, la afición empezó a dudar de la calidad de su nuevo fichaje estrella. Pero una vez empezó la competición nada lo pudo parar y la afición lo acabó elevando a la categoría de mito. «Hasta el primer partido de liga fue complicado. Se notaba el cambio de horario. La comida no tanto porque era muy similar a la de Argentina. Me costó adaptarme a los compañeros en esos primeros días. Apenas llevaba una semana con ellos y ya jugué el Trofeo Naranja. En aquel partido no salió nada bien. Todavía lo recuerdo, aunque hayan pasado muchos años. Contra el Celta, en el primer partido de Liga, después de haber entrenado ya dos semanas con mis compañeros y haberme acomodado más a la ciudad, sí que mostré una mejor versión. Marqué dos goles, ganamos. Todo salió bien. Me resarcí de mi error. Ahí empezó a mejorar la cosa».
Poco a poco se fue convirtiendo en la estrella del equipo y su imagen luciendo la senyera y marcándole dos goles al Real Madrid en la final de Copa de 1979 supuso su encumbramiento final. Su garra y coraje le habían convertido en el líder del equipo y de la afición. Para aquel entonces «El Matador» ya era una leyenda del Valencia CF que, de pronto, se había convertido en un club universal. Llegaron ofertas de giras por América y Asia, y un prestigio internacional nunca antes conocido.
En octubre de 1980, una inoportuna lesión de hombro durante la eliminatoria de Recopa contra el Carl Zeiss Jena en Alemania Oriental pareció anunciar el final del héroe invencible. Cuando regresó, ya no era el jugador explosivo que había maravillado al mundo del fútbol meses atrás. En marzo del 81, River Plate se empeñó en su fichaje para contrarrestar la llegada de Maradona a Boca. Ofreció diez veces más de lo que le había pagado el Valencia, que accedió a su venta ante la resignación de sus aficionados. Pero su marcha apenas duró un año, porque River no pudo hacer frente a los pagos. Kempes regresaba al Valencia tras el Mundial de España 82, al mismo tiempo que Maradona aterrizaba en el FC Barcelona. Jugó en el Valencia dos temporadas más, sin embargo ni el equipo ni él estuvieron a la altura. En su primer curso tras el retorno, el equipo estuvo a punto de descender, pero su segundo año lo empezó de forma estelar, hasta que una nueva lesión de hombro terminó su aventura en el Valencia de forma definitiva a los 30 años.
Kempes marchó del Valencia dejando tras de sí un halo de nostalgia y tristeza que tardó muchos años en curarse, demasiados. Aficionados, directivos y medios de comunicación parecían aferrarse a una imagen y una mística que ya no estaban, pero cuya trascendencia iba mucho más allá de lo normal. La crisis llevó al equipo al pozo de la Segunda División, y la gloria tardó más de una década en regresar a Mestalla. Mientras tanto, Kempes marchó al Hércules de Alicante, donde marcó 11 goles en 42 partidos hasta el descenso a Segunda, justo el mismo año que el Valencia. De Alicante partió a Austria, donde inició un largo peregrinaje por diversos equipos hasta su retirada. En 1993 volvió a Mestalla para recibir su homenaje y le marcó tres goles al PSV Eindhoven de Romário.