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La mítica «Era Clemente» en el RCD Espanyol de finales de los 80

 

El RCD Espanyol llegó a su máximo nivel con la primera etapa de Javier Clemente en su banquillo, logrando grandes gestas como terminar tercero de la liga por detrás de Barcelona y Madrid, llegar a la final de la Copa de la UEFA, y hasta derrotar al AC Milan de Sacchi. El técnico de Barakaldo llegaba tras ganar dos Ligas, una Copa y una Supercopa con el Athletic Club de Bilbao.

«Somos una banda, pero organizada», con esa frase se dirigió Javier Clemente a un incrédulo grupo de futbolistas cuando, en 1986, llegó al RCD Espanyol. El vasco llevó a su afición perica a uno de los periodos más excitantes de su historia, incluso llegando a prometer luchar por el título de liga. Por mucho que toda aquella ilusión desbordada acabara con una sangrante derrota en los penaltis ante el Bayer de Leverkusen, el trayecto elevó la autoestima del club.

 

 

Tras haber sido 11º la temporada anterior de la mano de Azkargorta, el 14 de julio de 1986 empezó la primera pretemporada blanquiazul con el técnico vasco al mando para protagonizar dos años históricos. Pocos podían imaginar que se conseguiría igualar la mejor clasificación histórica en una liga.

 

 

Tres vascos y un pipiolo, fueron los refuerzos de Clemente para la siguiente temporada, la 1987-1988. Urquiaga, un lateral derecho potente; Zubillaga, un medio no exento de técnica; Echevarría, portero menos goleado de Segunda en la pasada campaña; Losada, una de las mejores promesas del fútbol español, al que Clemente denominó pipiolo (y así se le quedó como apodo). Losada, Urquiaga y Zubillaga fueron importantes para Clemente. Por contra, N’Kono y Meléndez dejaron en un segundo plano a Echeverría, que salió a Las Palmas como cedido. La participación en la Copa de la UEFA se presentaba como un estímulo especial para el club, ausente en las competiciones continentales desde la 1976.1977. Todo ello propició que el estado de optimismo se instalara en todas las esferas, tal y como se comprobó en la presentación del equipo en Sarriá aquel agosto de 1987. Tanta confianza tenía aquel grupo dirigido por Clemente que se habló de ser campeones.

“Si queremos luchar por el título, la mentalización debe ser absoluta. Claro que es difícil, pero hemos de convencernos de que podemos estar ahí arriba. Espero lograr en breve plazo que el Espanyol sea el equipo número uno de la nación». Mientras pronunciaba estas palabras, Sarriá enloqueció con el de Barakaldo, el más aclamado de todos. Los hinchas interrumpieron en varias ocasiones su discurso con aplausos. Ídolo. Clemente agradeció el afecto y resaltó la importancia de la afición en el dulce momento del equipo: «Sin vosotros no hubiésemos conseguido nada», dijo un sonriente Clemente.

 

 

El RCD Espanyol en Europa fue eliminando uno tras otro al Borussia Moenchengladbach, entonces todo un hueso duro de roer, al AC Milan de Arrigo Sacchi (con 0-2 en San Siro incluido), con Maldini, Baresi, Gullit, Van Basten y compañía en sus filas, al Inter de Milan de Trapattoni, al Vitkovice y al Brujas belga, mucho más potente entonces que ahora. Uno tras otro los mencionados equipos fueron hincando la rodilla y así se metió el Espanyol de Clemente en la primera final europea del club. Esperaban en dos partidos (entonces se jugaba en formato de ida y vuelta) ante el Bayer Leverkusen.

 

 

La final de la Copa de la UEFA

Miércoles 4 de mayo de 1988, 44.000 espectadores en un Sarrià lleno hasta la bandera, 20 millones de las antiguas pesetas de recaudación (los socios no pagaban). Una noche que sigue estando muy presente en la retina de miles de pericos. N’Kono; Job, Miguel Angel, Gallart, Soler, Urkiaga, Orejuela (Golobart, 67’), Iñaki; Valverde, Pichi Alonso (Lauridsen, 70’) y Losada fue la alineación de Javier Clemente en una noche blanquiazul, muy blanquiazul.

El Barça presentaba el fichaje de Johan Cruyff, pero el protagonismo estuvo en Sarrià y en ese 3-0 (dos goles de Losada y uno de Soler) que el Espanyol le endosaba al Bayer Leverkusen en el primer partido de la final de la Copa de la UEFA. “Disfrutamos muchísimo. Fue una época maravillosa”, recuerda ahora Javier Clemente. El técnico no duda en afirmar que “teníamos un gran equipo” y de aquella noche destaca “el espectáculo que dimos. Toda Barcelona, incluso los aficionados del Barça, querían nuestro triunfo”.

 

“Tocamos el cielo con la punta de los dedos”, sentencia Tommy N’Kono con referencia al posterior encuentro en Alemania que chafó la fiesta de la UEFA. “Fue una noche mágica”, dice Michel Pineda; “la gran ilusión”, opina José María Gallart, que tuvo su momento de gloria en la eliminatoria contra el Milan al anular a Gullit el futbolista de moda en Europa en ese momento.

Días después llegó la gran decepción en territorio germano, donde el club catalán sucumbió por 3-0 y fue derrotado en la tanda de penaltis más fatídica de la historia de la Copa de la UEFA.