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Carlos Gamarra, el «fair play» defensivo llevado al máximo nivel

 

Carlos Gamarra fue uno de los jugadores más destacados de la historia de Paraguay, conocido por su temple, marca férrea, ímpetu y por encima de todo recordado por su extremo sentido del «fair play» a lo largo de su carrera como defensa central.

 

 

El ‘Colorado’ nació en la ciudad de Ypacarai de Paraguay, a 37 kilómetros de la capital Asunción, y se formó en el modesto Club 30 de Agosto de la Liga Capiateña, para proseguir posteriormente su carrera en las inferiores de Cerro Porteño en 1991, para proclamarse el año siguiente campeón de liga de la primera división de Paraguay. Su rápida progresión le permitió llamar la atención del Independiente de Avellaneda para el torneo de la temporada 1992 – 1993, pero permaneció allí poco tiempo hasta que volvió a Cerro Porteño. Su primer partido internacional fue ante Bolivia el 27 de marzo de 1993, un partido que Paraguay perdió por un ajustado 2 a 1.

En 1995, Carlos Gamarra fichó por el Internacional de Porto Alegre, donde su fama empezó a crecer hasta la consecución del trofeo a Futbolista Paraguayo del Año en 1997 (primera edición del premio) y de nueva cuenta en 1998, ambos galardones otorgados por el periódico paraguayo ABC Color.

 

 

Con esta carta de presentación y 724 minutos sin cometer una sola falta en el campeonato de liga, llamó la atención de grandes clubes europeos, aunque prefirió fichar por el SL Benfica portugueś en busca de minutos para la temporada 1997-1998. Las cosas no fueron como él esperaba, y acabó saliendo rumbo a Brasil, esta vez al SC Corinthians.

 

 

Carlos Alberto Gamarra hizo su primera gran aparición en el fútbol internacional durante la participación de Paraguay en el Mundial de Francia 1998, en la que su selección fue eliminada en la segunda ronda ante Francia (que resultaría campeón). Gamarra jugó cuatro partidos y no realizó ni una sola falta en ninguno de sus partidos. La FIFA lo eligió como parte del equipo All-Star de la Copa Mundial de Fútbol.

Tras acabar la temporada 1999 con el Corinthians brasileño, se fue a la liga española, fichando por uno de los peores Atlético de Madrid de la historia, el que descendió en 2000, y volvió brevemente a Brasil, esta vez para jugar en el CR Flamengo. La temporada 2001-2002 volvió a Europa con el AEK Atenas en Grecia, disputando 24 partidos de liga y ganando la copa griega.

 

 

En el Mundial de Corea y Japón 2002 Paraguay volvió a caer en la segunda ronda. Gamarra jugó todos los minutos disputados por su selección, y de nuevo completó su participación sin hacer ninguna falta.

Tras dicho Mundial fichó por el Inter de Milán de la Serie A italiana para jugar la temporada 2002-2003. Este fue, sin lugar a dudas, el equipo más importante de su carrera. Durante la pretemporada marcó el gol que daría la victoria a su equipo ante el AS Roma en la Copa Pirelli. El Inter acabó la temporada como subcampeón de la liga y el defensa paraguayo disputó 14 partidos. Su siguiente temporada en el club tuvo menos éxito y el Inter acabó cuarto en la liga, él acabó jugando tan solo 10 partidos.

 

 

Gamarra además capitaneó a la selección de Paraguay durante el torneo de fútbol de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, cosechando la medalla de plata tras perder 1- 0 ante Argentina en la final. Tras las Olimpiadas permaneció en el Inter, pero fichó por el Palmeiras de Brasil en julio de 2005. Disputó como capitán el Mundial de Alemania 2006, en el que la Selección Paraguaya quedó eliminada en primera ronda. En el juego que abrió el grupo ante Inglaterra sufrió el infortunio de anotar un autogol, el cual fue a la vez el segundo más rápido en producirse en la historia de los Mundiales. Jugó su último partido con la selección el 7 de octubre de aquel mismo año frente a Australia, en el marco de un amistoso realizado en Brisbane, Australia.

 

 

Recuperó su nivel, con actuaciones soberbias en el conjunto paulista, pero ya veía próximo el epílogo de su carrera por lo que decidió retornar a Paraguay y fue Olimpia quien le abrió las puertas en el 2007 y tras una temporada colgó definitivamente los botines. Siempre será recordado como uno de los mejores centrales de la historia del fútbol sudamericano por su gran categoría para salir jugando con cabeza levantada y por su sobriedad, eficiencia y por sobre todo, limpieza para defender, casi sin cometer faltas.