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Bobby Robson y José Mourinho, una bella historia de los banquillos

 

Bobby Robson y Jose Mourinho protagonizaron una de las historias de amistad más bonitas que nos ha regalado el mundo del fútbol. De los 28 a los 33 años, el portugués forjó al lado del exseleccionador inglés su personalidad para asumir más tarde su carrera en los banquillos, además de sumar dos Primeiras Ligas, una Copa de Portugal, una Copa del Rey, una Supercopa de España y la Recopa de Europa, sin olvidar que juntos consiguieron potenciar la mejor versión del brasileño Ronaldo.

 

 

«El Sr. Robson no solo me viene a la mente por sus tácticas, su entrenamiento o su método. Me viene a la mente por la persona que era. Es increíble lo que representó para la gente, y me resulta difícil hablar de él. Creo que lo más importante en un entrenador es su carisma. Está por encima de todo, tanto de los títulos académicos como de la experiencia, los conocimientos, las estrategias… Se pueden nombrar muchas ciencias que pueden mejorar a un entrenador en este momento, pero por encima de todo está el carisma. Y si se quiere un ejemplo de carisma, el señor Robson sin duda tiene que estar en esa discusión. Era un entrenador con carisma hace 50 años, hace 30, hace 10 y lo sería en 2030…», explica el que fuera su fiel escudero, primero en Portugal, en el Sporting de Lisboa (1992-93) y el Porto (1994-96), y después en el FC Barcelona (1996-97).

 

 

«¿Qué me dio Bobby? Almorcé con él y nunca pude pagar, porque siempre me decía: ‘Tengo más dinero que tú y menos tiempo para vivir, así que conmigo no pagas un solo almuerzo'», explica como anécdota de la forma de ser de sir Bobby Robson. Después de una derrota, también resulta peculiar cómo hacía sentir Robson a sus colegas: «Nos decía que no estuviéramos tristes y que pensáramos en el otro vestuario, en el que estaban saltando de alegría, y que nos alegráramos por ellos», recuerda el portugués.

 

 

Siempre existió el tópico de que Mourinho hacía exclusivamente labores de traductor del primer entrenador y no aportaba en clave futbolística. De ello habló Hristo Stoichkov, en unas declaraciones recogidas por el medio portugués Récord. «Llegó al Barça y él era José. Alguien se inventó que era un traductor, pero eso fue un error. Él trabajaba en el campo y lo sabía todo. Era nuestro entrenador y es un gran amigo».

 

 

El inicio de una extraña pareja

Jose Mourinho, nieto de un histórico presidente del Vitoria de Setúba, e hijo de Félix, exportero internacional con Portugal, y de María Julia, profesora, estudió en el ISEF (Instituto Superior de Educação Física), una escuela de educación física en Lisboa que hoy es la Faculdade de Motricidade Humana de la Universidad Técnica de Lisboa. Zé Mario, como así le llamaba su familia de forma cariñosa, también vivió su etapa como futbolista para clubes modestos como el Os Belenenses, GD Sesimbra, UT Lisboa o UF Comércio e Indústria, aunque nunca llegó a disputar ni un solo minuto en primera división.

 

 

Pese a formar parte de la plantilla del primer equipo del Rio Ave FC que competió en la máxima categoría del fútbol portugués la temporada 1981-1982, nunca llegó a debutar por petición expresa del presidente, que privó al padre (entrenador del primer equipo por aquel entonces) de dejar disputar unos minutos a su joven hijo baja amenaza de ser cesado.

 

 

Lo que pocos saben es que José, desde sus 15 años, ya ayudaba a su padre Félix a elaborar informes de jugadores en Vila do Conde, compaginándolo con el ISEF. Cinco años después obtuvo el grado en Educación Física, con especialidad en Metodología en Deportes, y también completaría el curso UEFA para director técnico de fútbol en Escocia, para luego regresar a Portugal para trabajar como entrenador en una escuela secundaria.

Su primera gran oportunidad llegaría tras recibir una invitación para trabajar en las categorías inferiores del Estrela de Amadora. Allí, Manuel Fernandes, técnico del primer equipo, se fijó en él y se lo llevó al Clube de Futebol Estrela da Amadora como ayudante (1990). Aquella fue una aventura corta y amarga, ya que ambos fueron despedidos tras descender esa misma temporada.

 

 

Cuándo Bobby Robson firmó por el Sporting de Lisboa en 1992, contrató a Manuel Fernandes como su ayudante, y este convenció al inglés para confiar en Mourinho como tercer entrenador, además de colaborar como traductor.

 

 

Tan bien cumplió su rol, que desde allí pasó a ser la mano derecha de Robson. Ambos conseguirían en su segunda etapa compartiendo banquillo, esta vez en el Porto, la Primeira Liga en dos ocasiones consecutivas, y una Copa de Portugal.

 

 

El salto al Camp Nou y el adiós a la pareja de oro del fútbol portugués

Bobby Robson fue contratado el verano de 1996 por el FC Barcelona para iniciar la primera etapa post Johan Cruyff (cesado unos meses antes). Joan Gaspar y Josep Lluís Nuñez se opusieron por completo a incorporar al staff técnico a Jose Mourinho, entendiendo que no disponía de la suficiente experiencia para compartir banquillo en la élite. Tras la insistencia del técnico inglés, finalmente se acordó un sueldo irrisorio para Mourinho, que no dudó en aceptarlo por la oportunidad que suponía estar en un club como el Barça.

Tal y como ha asegurado el expresidente Joan Gaspar a posteriori, le ofrecieron 5.000 pesetas, es decir, 30 euros al mes de sueldo. Teniendo en cuenta que el salario mínimo interprofesional en España era de 390 euros a media jornada, Mourinho fue presentado a la prensa oficialmente como traductor de Robson. Gaspar cuenta que él pidió al presidente Núñez pagarle un poco más, 7.000 pesetas, es decir, una ridiculez. Pero este se negó rotundamente. Ante la injusticia, el propio Gaspar dejó vivir a Mou en uno de sus hoteles con los gastos pagados junto a su mujer y su hija Matilde, recién nacida, mientras que Robson se hizo cargo del resto de gastos durante aquel año.

 

 

«Robson entendía poco el idioma y Mourinho facilitaba la comunicación. Habla cuatro o cinco idiomas. Al final de un mes los jugadores le pidieron cambiar el método de entrenamiento y Robson delegó en Mourinho porque sabía cómo hablar a la plantilla. Creo que es donde todo comenzó. Entendimos que era muy inteligente y que quería ser un buen entrenador. Van Gaal llegó y tuvo la inteligencia de mantenerlo en el club y aprender de él. El resto es historia», explica Laurent Blanc.

Posteriormente al despido de Robson, al que se le ofreció formar parte de la secretaría técnica del club blaugrana, Mourinho siguió ligado al banquillo culé a pesar de que Bobby Robson, le ofreció acompañarle en el banquillo del Newcastle United. Allí no acabó el apoyo de Bobby, que convenció a Louis Van Gaal para mantener a José en el cuerpo técnico para la temporada 1997-1998. Así que el portugués empezó a encargarse de los informes de los rivales del Barça durante su primer año al lado del holandés, para pasar a ser el segundo entrenador la siguiente temporada.

 

 

Una de las anécdotas más conocidas tuvo lugar el verano de 1997, cuándo en medio de la tradicional concentración de pretemporada, en uno de los habituales descansos, los jugadores se lanzaron a la piscina que tenían en el hotel donde se hospedaban. Todos menos uno. El jovencísimo nigeriano Haruna Babangida, de tan solo 14 años, caminaba de puntillas y con la cabeza alta. El extremo africano no sabía nadar. Ante las risas del personal, Mourinho se lanzó al agua y se puso a enseñar a bracear al joven jugador.

Pero Mourinho no era un simple amigo de los jugadores, era un magnífico ojeador, motivador y entrenador, y todo gracias a su padre en los banquillos, sir Bobby Robson.