El Boavista Futebol Clube, eterno segundo club de Oporto, revolucionó el fútbol portugués la temporada 2000-2001 al ganar la primera liga de su historia de manos de su técnico Jaime Pacheco, ganándose así su segunda participación en la Champions League.
Aquella victoria fue histórica para el fútbol portugués y europeo, ya que desde la creación de la Primeira Liga en 1934, el título de liga portugués siempre fue para Benfica, Sporting y Oporto, con la excepción en 1946 del Os Belenenses, aprovechando la pausa de la posguerra.
Antes de ganar el título de liga en 2001, el Boavista era más famoso por su estrafalaria camiseta con forma de tablero de ajedrez, de donde le viene el apodo de Axadrezados. Durante mucho tiempo, el club estuvo atrapado en la oscura y extensa sombra de su ilustre vecino de ciudad, el Oporto. Además, tenía la reputación de ser una especie de club lanzadera y una academia auxiliar de los tres grandes. A menudo, sus mejores jugadores o las estrellas en ciernes eran cazados por clubes más grandes: Jimmy Floyd Hasselbaink y Nuno Gomes son algunos de los ejemplos de jugadores que tuvieron carreras destacadas tras su paso por el Estádio do Bessa.
En 1997, João Eduardo de Loureiro, conocido hasta aquel entonces por ser el cantante de un grupo de música pop, tomó el control del club de manos de su padre Valentim, que se jubilaba. Su padre, un exmilitar que era más bien un presidente de estilo político de la vieja escuela, había hecho un buen trabajo al convertir al Boavista en un pilar de la Primeira Liga, pero bajo su mandato el club siempre había fracasado en su ambición final de convertirse en uno de los tres grandes.
El joven y entusiasta Loureiro, deseoso de triunfar donde su padre no pudo, se propuso de inmediato llevar al club a la cima de la liga y alterar el statu quo. Una de sus primeras medidas fue el nombramiento del excentrocampista del Porto y capitán de la selección portuguesa, Jaime Pacheco, como entrenador. El tenaz Pacheco llegó en diciembre de la temporada 1997/98 con la reputación de ser un joven y prometedor entrenador cuyo carácter lo convertía en un gran motivador y que podía sacar lo mejor de los jugadores de bajo rendimiento o infravalorados.
Heredó un equipo en baja forma, y tras la conquista de la Taça do Portugal en 1997 fueron fichados sus mejores jugadores, destacando los casos del boliviano Erwin Sánchez, apodado «Platini» por compartir un estilo de juego similar al de la leyenda francesa, que se fue al Benfica, y la del máximo goleador de la temporada anterior, Jimmy Floyd Hasselbaink, que se marchó al Leeds. Sin embargo, la plantilla también estaba repleta de jóvenes talentos de la cantera y de grandes descartes, como el portero Ricardo, un nombre familiar para los aficionados ingleses gracias a la Eurocopa 2004, el futuro defensa central ganador de la Liga de Campeones Pedro Emmanuel, y los centrocampistas Rui Bento y Jorge Couto.
El entrenador portugués Jaime Pacheco consiguió motivar a los jugadores de menor rendimiento de la plantilla, e impuso una ética de trabajo en equipo que se convirtió en la piedra angular de su filosofía futbolística. En ocasiones, Pacheco fue comparado con un sargento del ejército, y utilizó toda su capacidad de organización para convertir al Boavista en uno de los mayores rivales duros de roer de Europa. El propio Fabio Capello dijo sobre el equipo: «Ningún otro club de Europa corre tanto».
La temporada 1998/99 fue la primera campaña completa de Pacheco en el cargo, y sería la primera vez que el Boavista diera un golpe a los tres grandes. La leyenda del club, el boliviano Erwin Sánchez, regresó después de una infructuosa y agria etapa en el Benfica, y se reafirmó inmediatamente en su puesto favorito de centrocampista. Tácticamente, Pacheco alternó entre el 4-4-2 y el 4-3-3, e implementó un estilo que, aunque se basaba en la velocidad, la energía y el físico, también permitía que jugadores con talento como Sánchez y el extremo Martelinho florecieran.
Pacheco y Erwin Sánchez llevaron al Boavista a ser subcampeón por detrás de su rival, el Oporto, aprovechando el bajón de forma de los gigantes lisboetas Sporting y Benfica. Los éxitos de la temporada permitieron al Boavista acceder a la Liga de Campeones de la temporada siguiente en la tercera ronda de clasificación.
En la temporada 1999/2000, el equipo de Oporto sufrió un bajón, ya que la exigencia extra de jugar la Liga de Campeones le impidió igualar las hazañas nacionales de la temporada anterior. Esto, unido al resurgimiento de los equipos lisboetas, hizo que el Boavista terminara la temporada en la cuarta posición, de nuevo a la sombra de los tres grandes. En el ámbito europeo, el equipo tampoco ha conseguido impresionar. Consiguió pasar a la fase de grupos gracias a un memorable 6-3 global contra el Brøndby. En la fase de grupos quedó emparejado con el Feyenoord, el Rosenberg y el Borussia Dortmund, pero el Boavista se vio abrumado por el salto de categoría.
Perdió su primer partido ante el Rosenberg por 3-0 en casa, y no consiguió ganar nada hasta que venció al Dortmund por 1-0 en casa en su último partido. Aunque decepcionante para el Boavista, el entrenador Pacheco conocía ahora los retos que suponía ser un club europeo de primera fila. La temporada supuso un gran aprendizaje y, sin duda, la experiencia adquirida fue un factor importante para la temporada siguiente.
La temporada 2000/01 fue la cumbre; fue la temporada en la que el Boavista pasó de ser uno de los demás a ser el mejor de los mejores. Fue una campaña muy reñida, en la que el Oporto les presionó hasta el final, y en la que el campeonato solamente se decidió en el penúltimo partido de la temporada, lo que evitó un derbi de Oporto para decidir el título. A lo largo de la temporada, los Axadrezados destacaron por su equilibrado planteamiento táctico. Pacheco mantuvo la fe en los sistemas que había implantado en las temporadas anteriores y eso dio sus frutos.
Al final de la temporada, el Boavista fue el equipo que menos goles encajó, ya que su férrea defensa dejó pasar 21 goles. En cuanto a la ofensiva, el equipo marcó un total de 63 goles, solamente superado por el Oporto. Y lo que es más notable, la mayoría de sus goles llegaron desde diferentes posiciones: su máximo goleador esa temporada fue el delantero Duda, con solo 11 tantos.
Al final, el campeonato se decidió en el penúltimo partido, ya que la famosa victoria sobre el Aves hizo que el Oporto no pudiera recortar la diferencia de cuatro puntos que el Boavista había conseguido sobre él. El Oporto se impuso al Boavista por 3-0 en el último partido de la temporada, pero a los seguidores de los chevrones no les importó: habían logrado lo inalcanzable y, de paso, habían superado a su rival de la ciudad. Las celebraciones fueron salvajes y los gritos del himno del Boavista se escucharon por toda la ciudad.
A lo largo de las dos temporadas siguientes, el Boavista mantuvo su desafío a los tres grandes, pero no con el mismo grado de éxito; terminó como subcampeón en la 2001/02 y tuvo una campaña de Liga de Campeones más exitosa que la anterior. En esta ocasión, consiguió llegar a la segunda fase de grupos y dio buena cuenta de sí mismo frente a equipos como el Liverpool, el Bayern de Múnich y el Manchester United, antes de quedar fuera del torneo.
La temporada 2002/03 sería la más cercana al éxito en el frente europeo, ya que el Boavista consiguió llegar a las semifinales de la Copa de la UEFA antes de ser eliminado en casa por el Celtic de Martin O’Neill gracias a un gol de Henrik Larsson en el minuto 79. Desgraciadamente, esto impidió la posibilidad de una final exclusivamente portuguesa, ya que el todopoderoso Oporto de José Mourinho había logrado avanzar desde la otra semifinal.
Lamentablemente, las sólidas actuaciones en Europa enmascararon la podredumbre que ya había comenzado a instalarse en el Boavista. La decisión de construir un nuevo estadio para la Eurocopa 2004 y el incumplimiento por parte de la Federación Portuguesa de Fútbol de su promesa de entregar los fondos para una parte del proyecto dejaron al club en grave peligro financiero. Esto, unido a la pérdida de jugadores clave como Pedro Emanuel y Petit, hizo que su rendimiento en la competición nacional se resintiera mucho a lo largo de la temporada y, al final, terminara en el 10º puesto.
El último clavo en el ataúd llegó en 2004, cuando Pacheco fue despedido y sustituido por su antiguo capitán Erwin Sánchez. Pero ni siquiera Sánchez fue capaz de cambiar la suerte del club, que se vio inmerso en una serie de resultados en la mitad de la tabla.
Lo peor llegó en 2008, cuando descendió a segunda división por su papel en el escándalo de Apito Dourado, en el que se acusó al club de intimidar a los árbitros para que les dieran decisiones favorables. Parte del resultado fue la prohibición de que João Loureiro participara en el fútbol y, posteriormente, tuvo que dimitir como presidente. En 2009, el club volvió a sufrir un desastre al descender a la tercera división por primera vez en 41 años.
En 2014, la Primera División se amplió, permitiendo que otros dos equipos se unieran a la liga. Un caso judicial anuló la sanción anterior del Boavista y, por tanto, se le invitó a volver a la primera división. Además, en 2013 Loureiro se reincorporó al club y comenzó su segunda etapa como presidente, consiguiendo llegar a un acuerdo con los acreedores del club, que redujo sus deudas a la mitad.
Para sorpresa de muchos, el Boavista consiguió mantener su estatus de equipo de primera división tras su reincorporación en la temporada 2014/15. Desde entonces, el club ha empezado a crecer de nuevo; la asistencia ha aumentado gradualmente, el rendimiento ha mejorado, el club se ha vuelto más estable y está empezando a terminar más arriba en la liga, con vistas a terminar entre los primeros.
Desde que el Boavista ganó el título, los tres grandes han retomado sus posiciones como fuerzas dominantes en la liga. El Braga, en un par de ocasiones, desequilibró el statu quo con finales en tercera y segunda posición, sobre todo gracias a la ayuda de Jorge Mendes y a los fallos del Sporting, pero no ha logrado dar el paso definitivo hacia la victoria en la liga. Además, desde el nombramiento de Jorge Jesús por parte del Sporting, el dominio de los tres grandes en la liga es más fuerte que nunca, y la liga y los aficionados se han acostumbrado al intercambio de títulos entre el Benfica y el Oporto.
Los tiempos han sido difíciles para los seguidores de Os Axadrezados desde las vertiginosas alturas de 2001, e incluso los aficionados más excepcionalmente positivos reconocerían que sus posibilidades de volver a la cima son escasas. Pero si se le pregunta a cualquier aficionado del Boavista por aquella temporada especial y por la era de Jaime Pacheco, seguramente responderá con una amplia sonrisa que el Oporto lucía mejor cuando se vestía de blanco y negro.
Ana Medeiros