Bebeto y Mauro Silva fueron auténticas leyendas en el Deportivo de la Coruña, club al que llegaron el verano de 1992 procedentes del Brasileirão, tan solo dos años antes de proclamarse campeones del mundo con la selección brasileña en el Mundial de Estados Unidos de 1994. Su llegada a Galicia tuvo lugar un 7 de julio con su posterior presentación en la playa de Riazor, que se disfrazó de Copacabana para dar la bienvenida a dos jugadores que cambiarían para siempre la historia del club gallego.
No hay que olvidar que aquel Deportivo de la Coruña había ascendido a Primera División recientemente, el verano de 1991, y que en su primera temporada tras el retorno a Primera quedó en promoción de descenso. Con la llegada de los dos astros brasileños, junto a otros refuerzos, el equipo quedó tercero en la clasificación final de la temporada 1992-1993.
«Son años de convivencia, anécdotas y momentos inolvidables al lado de ese monstruo del fútbol que fue mi hermano Mauro Silva. Hoy te felicito, te deseo todo lo mejor en tu vida, hermano! El balón nos unió, vivimos años maravillosos en el Deportivo y en la selección brasileña, que hicieron que nuestra amistad se fortaleciese y fuese tan especial para mí. ¡Felicidades crack! Que Dios te bendiga y siga guiándote. Te amo!», así de rotundo se mostraba Bebeto años después en su Instagram para celebrar el 54 cumpleaños de Mauro Silva.
Y como no podía ser de otra forma, su compañero también respondió. «Me siento bendecido por tener personas tan importantes como tú en mi vida. Mi día no podría haber sido mejor: tu homenaje es mi mejor regalo. ¡Gracias! Yo también te quiero, hermano».
Tras la primera y agónica temporada (jugaron la promoción de descenso a Segunda División A) del retorno a Primera casi dos décadas después, y haber alcanzado por segunda vez en la historia las semifinales de la Copa del Rey, el presidente Lendoiro tenía claro que era el momento de apostar fuerte en el apartado de los fichajes para dar la mejor plantilla a Arsenio Iglesias.
Lendoiro cerró dos auténticos fichajes de primer nivel, algo surrealista teniendo en cuenta que a mediados de los años 80 había cogido las riendas del conjunto en Tercera División. El presidente cogió a un avión con destino a Río de Janeiro para acercarse a la zona de Barra da Tijuca, donde vivía el joven talento José Roberto Gama de Oliveira, Bebeto, muy cerca de fichar por el Borussia Dortmund.
De Río, Lendoiro saltó a São Paulo, donde un joven serio y rocoso llamado Mauro Silva se preparaba para jugar un partido en el estadio Morumbi. “El contrato lo redacté yo mismo en el hotel y Mauro lo firmó en una camilla del vestuario antes de salir”. Aquel chico sería campeón del mundo dos años después y se convertiría en el arquetipo del centrocampista defensivo.
«Nos fuimos a Brasil pensando en que no teníamos nada que hacer. Bebeto se iba al Borussia Dortmund, parecía que íbamos a perder el tiempo, pero al final lo conseguimos. Hacía quince días que nos habíamos salvado de descender. Fue una sorpresa mundial. Bebeto ya lo era y Mauro también, pero no tenía tanto nombre. En esos 8-10 días fichamos a los dos. Si vamos y nos venimos con las manos vacías habrían dicho que nos íbamos de fiesta y con amigas. Es el encanto que tiene el fútbol. A todo el mundo le gustaría vivir esas situaciones. No hubo fiestas, éramos muy cumplidores», relató en una posterior entrevista Augusto César Lendoiro.
Mauro y Bebeto fueron claves en un proyecto deportivo que cambió el destino del club en los años 90, el Súperdepor, pero que también les ayudó a llegar a su máximo nivel futbolístico, algo que les valió para formar parte de la Brasil ganadora del Mundial de Estados Unidos dos veranos después de su llegada a Riazor.
Mauro Silva vistió la elástica blanquiazul en 426 ocasiones, contando LaLiga Santander, Copa del Rey, UEFA Champions League y la antigua Copa de la UEFA, hasta su retirada en 2005. Por su parte, Bebeto logró 100 goles en 149 partidos como herculino.