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Ronaldinho en el Atlético Mineiro y la conquista de la Libertadores

 

Cuando Ronaldinho fichó por el Clube Atlético Mineiro de Belo Horizonte, con 32 años, tras su dudoso paso por el Flamengo, muchos creyeron que el mago encaraba su retiro definitivo. Lo que nadie se esperaban es que ganara la Copa Libertadores, uno de los últimos trofeos que faltaban en su vitrina. Una Champions League (2005-2006), una Copa América (1999), un Balón de Oro (2005), un Mundial (2002) o una Copa Confederaciones (2005) eran otros de sus grandes logros conseguidos hasta aquel entonces.

«Era el título que me faltaba», aseguraba el cuarto jugador brasileño que ganó los dos principales torneos de América y Europa, tras el portero Dida, el lateral Cafú y el zaguero Roque Júnior. «Decían que estaba acabado, decían que estaba acabado, decían que estaba acabado», reiteró Ronaldinho eufórico, quien señaló que el equipo superó toda la mala fama que arrastraba. «Decían que era el equipo renegado. ¡Que lo digan ahora!».

 

 

El crack que ilusionó Belo Horizonte

Cerrado su episodio en el Flamengo, con una demanda en los tribunales de por medio (como también acabó pasando tras su marcha del Atlético Mineiro), Ronaldinho encontró acomodo en la propia liga brasileña el 4 de junio de 2012, firmando un contrato de un año (acabarían siendo dos y algo más) con el club de Belo Horizonte. El jugador, que cumplió 32 años el 21 de marzo de aquel año, fue presentado oficialmente después del entrenamiento junto al presidente del club brasileño, Alexandre Kalil, en una rueda de prensa retransmitida por internet. Ronaldinho afirmó que estaba «motivado» y que su preocupación era «dar lo máximo para intentar conquistar títulos».

El futbolista había anunciado el anterior jueves la rescisión de su contrato con el Flamengo, que fue efectiva por medio de una denuncia presentada ante un tribunal laboral, debido a los reiterados atrasos del club carioca en el pago de sus salarios, según anunció una de sus abogadas. El deportista afirmaba que el Flamengo le debía alrededor de 16 millones de euros en salarios atrasados, primas y derechos de imagen. La verdad es que el paso de Ronaldinho por el Flamengo estuvo salpicado por las polémicas que generó la agitada vida nocturna del futbolista que, no obstante, alegaba que nunca interfirió en su rendimiento deportivo. En aquellos dos años el Flamengo ganó el campeonato regional de Río de Janeiro del 2011 y se clasificó a la Copa Libertadores de aquel año, en la que fue eliminado en la primera fase.

 

 

Ronaldinho llegó al Atlético Mineiro en 2012 junto a los fichajes de Víctor, procedente del Grêmio y que ya había sido internacional con la selección brasileña, y el delantero Jô, otra figura que necesitaba reconducir su carrera. Con sus tres talentosos, pero cuestionados héroes, las cosas mejoraron rápidamente para bien.

Gracias, en gran medida, a Ronaldinho, creció el sentimiento de esperanza dentro del vestuario, y muchos reconocieron el talento de su estrella y que tendrían que cubrir un poco más de terreno para que pudiera brillar. Por primera vez en décadas, la afición y los jugadores creían que tenían una estrella que podía devolver al club a los días de gloria de las décadas de 1970 y 1980. Como dijo el centrocampista Leandro Donizete: «Siempre quiero dejar descansar a Ronaldinho, porque es capaz de decidir los partidos a nuestro favor».

 

 

Además de Ronaldinho, Víctor estuvo muy acertado en la portería, y Leonardo Silva y Réver, los centrales conocidos como las «Torres Gemelas», organizaron una defensa tan inteligente como robusta. Pierre y Donizete, los centrocampistas defensivos, dejaban hasta la última gota de sudor en el campo, sacrificando su propio juego para que pudieran brillar jugadores como Bernard, uno de los jóvenes más prometedores de Brasil en aquella época, que más tarde representaría a la Seleção. Por si fuera poco, hasta el denostado Jô encontró su sitio en la portería. Y todo fue orquestado por Cuca, el arquitecto, y su capataz, Ronaldinho.

 

 

Rumbo a la conquista de la Copa Libertadores

En 2012, el equipo tuvo problemas para encontrar a alguien que jugara en la banda derecha. Danilinho, Escudero, Serginho y Guilherme habían fracasado en ese sentido. La solución se presentó cuando Kalil anunció el fichaje del querido ex héroe Diego Tardelli, recién llegado de Rusia y Qatar. El internacional brasileño se unió a Ronaldinho, Jô y Bernard para formar uno de los mejores ataques del continente para el 2013.

El sorteo de la Copa Libertadores de aquel año les enfrentó al Atlético Mineiro con São Paulo, Arsenal de Sarandí y The Strongest, en las difíciles alturas de La Paz. El hecho de que muchos considerasen que el Atlético Mineiro era uno de los favoritos para hacerse con la corona más codiciada de Sudamérica demostró lo lejos que había llegado bajo el mando de Cuca. El 13 de febrero, Miércoles de Ceniza en Brasil, se produjo la primera victoria en casa, 2-1 contra el São Paulo, con Jô y Réver en el marcador.

 

 

A continuación, el Arsenal disputó su primer partido fuera de casa. Gracias a un hat-trick de Bernard, que anunciaba su llegada a la máxima competición, y a los goles de Jô y Tardelli, los brasileños se impusieron por 5-2 a sus homólogos argentinos y consiguieron seis puntos en dos partidos. Fue el comienzo perfecto y permitió que el equipo creyera que podía competir contra cualquiera.

De vuelta a Belo Horizonte, en el Estadio Independencia, el Atlético Mineiro recibió a The Strongest y volvió a ganar por 2-1, con Jô continuando su buena forma y Ronaldinho coronando una soberbia actuación individual al marcar también. El Galo parecía casi invencible en los partidos en casa, con una afición que creaba un ambiente hostil y estridente que rápidamente convirtió el Independência en uno de los campos más temidos de Brasil.

 

 

A pesar de su perfecto comienzo, les esperaba un viaje a la elevada cancha de La Paz, un partido en el que los jugadores necesitarían un tercer pulmón para competir. A pesar del aire enrarecido, los blanquinegros conquistaron a otro competidor, ganando por 2-1 y asegurando su pase a la fase eliminatoria de la competición a falta de dos partidos.

Después de una paliza inspirada por Ronaldinho al Arsenal, con dos magníficos goles de la rejuvenecida estrella, una derrota ante el São Paulo quitó brillo a lo que podría haber sido la fase de grupos perfecta. Pero no importaba, los aficionados estaban soñando a estas alturas.

Sorprendentemente, gracias a un sistema de clasificación que decide la siguiente ronda de partidos, el Atlético de Mineiro, que se clasificó como el mejor equipo de la fase de grupos, competiría contra el equipo que se clasificó como el peor, el São Paulo. Entre bastidores y en las gradas, se veía como uno de los sorteos más difíciles, aunque el equipo del sur no había estado en su mejor momento en el torneo.

 

 

El equipo viajó a São Paulo y se trajo una nueva victoria. El ex campeón de la Copa de la UEFA con el Shakhtar Donetsk, Jádson, abrió el marcador para los locales, pero el veterano central Lúcio fue expulsado tras dar una patada a Bernard. Más tarde, Ronaldinho y Tardelli marcaron el gol de la victoria. El partido de vuelta resultó mucho más fácil. Esta vez, Jô fue el héroe, al marcar un triplete en una contundente victoria por 4-1. El Atlético, que combina habilidad, velocidad y precisión en el ataque, se convirtió en un ejemplo para el resto del continente.

En cuartos de final, el Atlético se enfrentó al Tijuana mexicano. El primer obstáculo fue el campo artificial en el que jugaba el equipo norteamericano. En un encuentro complicado contra un equipo de la Liga MX, valiente pero dotado, el Galo perdía por 2-0 antes de salvar el empate a 2 gracias a un gol en el minuto 90.

Con el partido de vuelta empatado a uno, un resultado que habría dado el pase a los brasileños, el Tijuana dispuso de un penal en los últimos instantes. Víctor detuvo brillantemente con su pie izquierdo a Duvier Riascos, el ecuatoriano que ya había marcado dos veces en la fase eliminatoria, para mantener vivas las esperanzas de gloria del Atlético Mineiro. Había estado muy ajustado, pero lo habían conseguido.

 

 

La recompensa del Atlético por la victoria sería un difícil partido contra el Newell’s Old Boys argentino, que jugaba uno de los mejores partidos de Sudamérica en ese momento, liderado por la experiencia de Maxi Rodríguez, exjugador del Liverpool, y los goles de Ignacio Scocco. En Rosario, en un partido que hizo caer a muchos de los hinchas del Galo, Newell’s ganó 2-0. Con dos centrales suplentes, Gilberto Silva y Rafael Marques, los brasileños no pudieron contener a un equipo que movía el balón a gran velocidad y presionaba con un vigor al que aún no se había enfrentado en la competición.

En casa, el Atlético Mineiro necesitaría un milagro. Los jugadores empezaron de forma brillante, con Bernard abriendo el marcador en el minuto 3. Pero la emoción pronto se convirtió en tensión, ya que se buscó con decisión pero sin encontrar ese esquivo segundo gol. De repente, en uno de esos momentos cargados de leyenda y polémica, las luces del Independencia se apagaron. Cuando finalmente se encendieron, Guilherme, otro jugador suplente, marcó con un excelente disparo de larga distancia. El partido se decidiría en los penaltis. Un paso adelante, Víctor. Aunque Jô y Richarlyson fallaron sus intentos, Alecsandro, Guilherme y Ronaldinho marcaron para los anfitriones. Los goles de Scocco y Santiago Vergini no pudieron llevar a los argentinos a la final, ya que Milton Casco, Paulo Cruzado y Maxi fallaron sus intentos.

 

 

El Atlético Mineiro, un equipo que nunca había llegado a la final de la Copa Libertadores, había hecho historia. Se enfrentaría a una complicada final a doble partido contra el Olimpia de Paraguay. En Asunción, el Atlético Mineiro no estuvo a la altura de las circunstancias y cayó por 2-0. Los nervios y la presión se apoderaron del equipo. Fue un momento decepcionante, ya que un gol encajado en el minuto 94 complicaría más de la cuenta el partido en casa y cambiaría todo el panorama. Además de la derrota, Marcos Rocha recibió una suspensión.

El Estádio Independência, con capacidad para 23.000 espectadores, se quedó pequeño para el partido de vuelta de la final, por lo que el encuentro se trasladó al remodelado Mineirão, que iba a albergar la Copa Mundial de 2014. La tensión en las gradas era palpable, pero los nervios se calmaron cuando Jô adelantó a los locales al filo del descanso. Sin embargo, a medida que pasaban los minutos y no llegaba el segundo gol, el ambiente se volvía tan tenso que el silencio envolvía partes del Mineirão. Finalmente, Leonardo Silva, el imponente central, empató la eliminatoria con un inolvidable cabezazo. Los últimos tres minutos de la prórroga fueron muy nerviosos.

Con la expulsión de Julio Manzur, uno de los defensores del Olimpia, Bernard, el veloz extremo en forma, apenas podía seguir caminando. Los 30 minutos añadidos fueron un suplicio en el sentido más puro, con el balón a menudo jugado en largo, poca presión y una tensión insuperable. Sin embargo, la mitad blanquinegra de Belo Horizonte seguía soñando. Los penaltis fueron inevitables, y bienvenidos. La experiencia previa del Atlético, así como su inspirado guardián Víctor, volvieron a salir a relucir, ya que Alecsandro, Guilherme, Jô y Leonardo Silva se despacharon a gusto para traer el título a casa por primera vez.

 

 

Tras una historia de 115 años en la que algunos de los mejores jugadores del fútbol habían pasado por el Atlético Mineiro, y con innumerables altibajos, el Galo era por fin campeón de Sudamérica. Al mismo tiempo, Cuca se había despojado de su etiqueta de casi hombre y Ronaldinho había demostrado que la clase es realmente permanente.

Junto a sus dos figuras talismán, Jô y Diego Tardelli habían estado brillantes, el primero demostrando que seguía siendo el delantero que muchos auguraban en sus inicios, y el segundo que su amor por el Atlético podía llevarlo más allá de sus talentos para llevar las mayores glorias al Estádio Independência. Pero los miembros cruciales fueron, sobre todo, Kalil, Cuca y Ronaldinho.

Mientras el equipo desfilaba con el trofeo, un hombre mostraba una figura alegre, casi abrumada. Ese hombre era Alexandre Kalil. Gracias a su apoyo a Cuca en los momentos más difíciles, y a su fe en Ronaldinho, Jo, Víctor y Tardelli, su sueño de llevar al Atlético Mineiro de rival en el descenso a campeón de Sudamérica en solo dos años se había hecho realidad.

Ronaldinho, de 33 años, unió así el título de la Copa Libertadores a la Copa de Europa que ganó con el Barcelona en 2006, y luchó por estar en la selección brasileña en el Mundial de 2014. Con este título, el Atlético Mineiro se clasificaría para el Mundial de Clubes en Marruecos (que se disputó del 11 a 21 de diciembre), donde quedaría en tercera posición por detrás del Raja Casablanca y el Bayern de Múnich.

 

 

El adiós

Ronaldinho jugó un total de 88 partidos y anotó 28 goles con la camiseta del Galo, desde junio de 2012. Su último partido tuvo lugar en la Recopa Sudamericana, que el Atlético Mineiro ganó al Lanús argentino. Aquel fue el segundo título internacional que el equipo de Belo Horizonte (sudeste) ganó con Dinho en sus filas. También conquistó la Copa Libertadores en 2013, aunque el siguiente año su rendimiento fue menor al esperado, y acabó saliendo del club por petición expresa de su entrenador.

 

 

«¡Si alguien habla mal de Ronaldinho en Galo, te metes en una pelea! No por el jugador que era, todo el mundo sabe de lo que era capaz, sino por la persona. Sobre el césped ya le habíamos visto rendir a un altísimo nivel en otros clubes, no era nada nuevo. La mayor expectativa era su día a día, la persona. Nos sorprendió positivamente. La calidad que mostró Ronaldinho en los partidos también la mostraba en los entrenamientos. «En el día a día, era espectacular lo que hacía en los entrenamientos. En el campo, más. Después del entrenamiento parábamos, jugaba con el balón, solo, practicaba tiros libres… Practicaba mucho el tiro raso para pasar por debajo de la barrera. Intentabas emularlo y no podías. Ronaldinho le pidió al portero que ejecutara un saque de meta para poder controlar el balón en el centro del campo. ¡Era impresionante! ¡Hacía pases con la espalda, espinilla y talón!», aseguraba en una entrevista posterior su excompañero de vestuario Serginho.

 

 

Ronaldinho Gaúcho rescindió su contrato con el Atlético Mineiro el 28 de julio de 2014, pese a que se extendía hasta el final de aquella temporada. La salida del mediocampista de 34 años se acordó amistosamente en una reunión entre su hermano y agente, Roberto de Assis Moreira, y el presidente del equipo, Alexandre Kalil, indicó la oficina de prensa del equipo.

«Terminó el ciclo de Ronaldinho con nosotros, infelizmente. Porque él es un ídolo para todos nosotros, a todo el mundo le gusta su fútbol, la manera como juega, es muy carismático. Pero es así que funciona, está saliendo y seguiremos sin él», dijo el entrenador Levir Culpi en el canal Sportv. El Mineiro cayó, sin R10 en campo, frente al Sport aquel domingo triste y marchaba undécimo en el Campeonato Brasileño.