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Pierluigi Collina, la historia del árbitro más querido

 

Pierluigi Collina, árbitro profesional entre 1977 y 2005, destacó por su talento y honestidad convirtiéndose en el árbitro más mediático y querido (por jugadores y aficionados) de la historia del fútbol. Su fama le convirtió en todo un icono popular, apareciendo en videoclips musicales de artistas como George Michael o incluso recreado en formato anime en el último episodio de «Captain Tsubasa» arbitrando la final Japón – Brasil.

 

 

Desde 1991 vive en Viareggio, donde trabaja como asesor financiero para la Banca Fideuram. Casado con Gianna, es padre de dos niñas, Francesca Romana y Carolina. Curiosamente, su deporte favorito nunca ha sido el fútbol, sino que es un gran aficionado al baloncesto y un gran fan del Fortitudo Pallacanestro Bologna. En 2003 publicó el libro “Mis reglas del juego. Lo que el fútbol me enseñó sobre la vida”.

Su carisma le ayudó a dar el salto al mundo de la publicidad como gran icono del arbitraje, estando presente en numerosas campañas para importantes marcas y movimientos sociales. De entre todas, una de las más curiosas fue su aparición en un anuncio de Takoyaki (bolas de pulpo), en Japón. También ha sido remarcable su adaptación como figura de acción en diversos formatos, en especial la producida por la marca Fanatico.

 

 

 

Por supuesto, el mundo de los videojuegos también se fijó en él, y acabó siendo portada del “Pro Evolution Soccer 3”, “Pro Evolution Soccer 4” (junto a Thierry Henry y Francesco Totti) y “Pro Evolution Soccer 5” (junto a Gianluigi Buffon), mientras que en el “FIFA 2005” fue el único árbitro que aparecía en pantalla en los partidos amistosos nacionales.

 

 

Como bien decíamos al inicio, la industria musical tampoco se pudo resistir a su carisma y también le abrió las puertas, apareciendo de forma estelar al inicio del videoclip de la canción “La Gatta (Sul Tetto)” de Giorgia, y en “Shoot the Dog” de George Michael, donde aparece en formato caricatura.

 

 

A nivel deportivo arbitró una final de la Copa del Mundo (Corea 2002), una final de la Liga de Campeones (Barcelona 1999) y una final de los Juegos Olímpicos (Atlanta 1996). Además de ser elegido como mejor árbitro del mundo de 1998 a 2003 por la Federación Internacional de Historia y Estadística del Fútbol (IFFHS). En 2005 se retiró y dos años después fue elegido por la Asociación Italiana de Árbitros (AIA) como designador de árbitros para los partidos de la Serie A y B, cargo que dejó en 2010 tras su nombramiento como designador de la UEFA, puesto que ocupó hasta 2018.

Para la historia quedará la anécdota de cuando fue incluido por la revista Times en la lista de los 50 peores futbolistas de todos los tiempos, a pesar de no haber debutado nunca como jugador en categoría senior o profesional. En 2020 fue elegido el mejor árbitro de la historia del fútbol por France Football y miembro del Salón de la Fama del Fútbol Italiano desde 2011.

 

 

Bologna, cuna futbolística del árbitro más mediático de la historia

Pierluigi Collina nació el 13 de febrero de 1960 en Bologna. Hijo único de una familia en la que su padre, Elia, era funcionario y su madre, Luciana, profesora de primaria. Tras terminar el bachillerato, se matriculó en la Facultad de Económicas y Empresariales de la Università degli Studi di Bologna, donde se graduó en 1984 con matrícula de honor.

Los inicios deportivos del joven Pierluigi estuvieron marcados por el fútbol, a pesar de su pasión por el básquet. Y se incorporó como líbero al equipo benjamín de la parroquia de su barrio, el ASD Don Orione Bologna Calcio, junto a sus inseparables compañeros con los que compartía interminables partidos de calcio callejero.

Su talento con el balón acabó llamando la atención del equipo alevín de un popular club amateur de Bologna, el Polisportiva Antal Pallavicini 1950. Allí permaneció dos años jugando dos campeonatos de liga, y teniendo como a ídolo al inglés Joseph Wilson, capitán de la SS Lazio por aquel entonces. Fue durante aquella etapa de alevín cuando tuvo su primer contacto con el mundo del arbitraje. Tras una grave lesión se recuperó arbitrando los partidos de entrenamiento entre semana de sus compañeros.

 

El inicio de su carrera como árbitro

El verdadero motivo de su salto al arbitraje no fue el desencanto por las triquiñuelas del calcio dilettanti italiano, como así aseguran de forma errónea multitud de periódicos y portales deportivos, sino por la intervención de un “cazatalentos” muy particular. Ni más ni menos que un compañero de instituto, Fausto Capuano, que le animó a participar en un curso para árbitros de categoría juvenil organizado por la Sezione Arbitri di Bologna a principios de 1977. Tras conseguir el título, y desde los primeros partidos, las aptitudes de Pierluigi Collina se hicieron evidentes a ojos de los responsables de los árbitros boloñeses. Estos empezaron a seguir su evolución con creciente atención, en especial el presidente Piero Piani, una persona a la que, después de tantos años, Pierluigi le sigue profesando un gran afecto personal por todo el apoyo que le brindó cuando aún era un desconocido.

 

 

En tres años, Collina alcanzó el máximo nivel del calcio dilettanti italiano por aquel entonces, el campeonato de Promozione, donde permaneció durante tres temporadas en las que también realizó el servicio militar y sufrió la única invasión de campo de su carrera, en Parma, al final de un partido decisivo para el campeonato y ganado por el equipo visitante. Durante la temporada 83-84 pasó a arbitrar a nivel nacional, y comenzó sus andanzas por todo el territorio italiano. Fueron años inolvidables, en los que peregrinó por toscos destinos, pero que también le valieron designaciones de notable nivel. Fueron también los años de un cambio al que luego debería parte de su fama: una alopecia severa debido a problemas hormonales que hizo que se le cayera todo el pelo del cuerpo, un signo distintivo único que le acompañaría a la fama.

La temporada 1988-89 fue ascendido a la Serie C en tiempo récord, aunque su gran salto tuvo lugar durante la temporada 91-92 a la Serie B. Aquello le daba acceso a conocer a los grandes del arbitraje italiano durante las “vacaciones” de verano en Sportilia, cuando se organizaban jornadas de formación para colegiados de primer nivel. Allí conoció personalmente a muchos grandes del arbitraje de la época, de Paolo Casarin a Tullio Lanese, de Luca Pairetto a Pietro D’Elia, de Fabio Baldas a Concetto Lo Bello.

 

 

De la Serie B al Mundial

Como primera prueba en su debut en la Serie B italiana tuvo que afrontar el partido Avellino-Padova, pero tras cinco partidos más, consiguió debutar en la Serie A. Al final de la temporada había arbitrado ocho partidos en la Serie A… ¡un ascenso meteórico!

1995 fue el año en que, tras 43 partidos de la Serie A arbitrados, fue ascendido a categoría internacional gracias a sus dotes técnicas y al dominio de 4 lenguas: italiano, español, inglés y francés. Desde los Juegos Olímpicos de Atlanta en 1996, con el honor de arbitrar la final entre Nigeria y Argentina, hasta la final de la Liga de Campeones de 1999 en Barcelona, con el atrevido epílogo que dio la victoria al Manchester United sobre el Bayern de Múnich en el último suspiro, pasando por la Copa del Mundo de 1998 en Francia y la Eurocopa de 2000. Su nivel siempre fue excelente. Su partido más importante y prestigioso fue la final de la Copa del Mundo de 2002 entre Brasil y Alemania (2-0).

 

 

Al final de la temporada 2005, tras cumplir 45 años, el umbral en el que los árbitros suelen estar obligados a dejar el silbato, la FIGC cambió las reglas para permitir que Collina siguiera en el campo un año más. Elegido árbitro del año en cinco ocasiones, coincidiendo con el inicio de la nueva temporada futbolística, Collina fue acusado por la AIA (Asociación Italiana de Árbitros) de conflicto de intereses tras firmar un contrato publicitario de 800.000 euros anuales con Opel, patrocinador del AC Milan.

 

 

Siendo ya una personalidad mediática, cuya imagen ya había sido utilizada para campañas publicitarias, así como para la solidaridad, sintiendo la desconfianza proveniente de ese mundo que amaba y al que tanto se había dedicado, Pierluigi Collina en una conferencia de prensa dimitió el 29 de agosto de 2005. Renunció a esa “famiglia” de la que había formado parte durante 28 años. Se le acusó de no respetar las reglas, él, que considera “el respeto de estas uno de los valores más importantes, un valor que siempre ha sido el mío como árbitro y como hombre”.

 

 

Sus reconocimientos deportivos

La FIGC (Associazione Italiana Arbitri) le otorgó el Premio Bernardi como mejor novato de la Serie A la temporada 91-92; el Premio Dattilo como mejor árbitro internacional la temporada 96-97; el Premio Mauro como mejor árbitro de la Serie A la temporada 98-99.

La Associazione Italiana Calciatori, dentro del evento “Gli Oscar del Calcio”, pidió a los jugadores que votaran al mejor árbitro y en tres de cuatro ediciones: en 1997, 1998 y 2000, Collina fue el árbitro más votado como prueba de la estima que le tenían los jugadores por su honestidad.

 

 

La Federación Internacional de Historia y Estadística del Fútbol, la IFFHS, lo eligió como el mejor árbitro del mundo de 1998 a 2003. Su actuación en el partido Francia-España de la Eurocopa 2000 fue considerada la mejor de todo el torneo por la Comisión Técnica de la UEFA. En julio de 2007 fue nombrado por el Comité Nacional de La Haya, el nuevo designador de los directores de las series A y B.