spot_img

Oli, uno de los grandes goleadores del fútbol español de los 90

 

Oliverio Jesús Álvarez González, más conocido como Oli, es un exdelantero internacional español que destacó en el Real Oviedo, tuvo un rendimiento más o menos correcto en el Real Betis Balompié y brilló más tarde en el Cádiz CF.

 

 

Nacido en Oviedo el 2 de abril de 1972, su carrera empezó a desarrollarse en el equipo de fútbol de la Universidad de Oviedo, donde sus grandes actuaciones llamaron la atención del Real Oviedo. Con el conjunto del Carlos Tartiere debutaría en Primera División en 1992, con apenas 20 años, de la mano del entrenador Jabo Irureta. Allí se consolidó la temporada 1994-1995, tras alternar el primer y segundo equipo, en un periodo en el que marcó 23 tantos en dos campañas en 2B, y seis en la Copa del Rey. Su ascensión fue tal que no solo consiguió ganarse el cariño de la afición, sino que robó el puesto al croata Janko Janković, formando pareja con otro gran goleador español de los 90, Carlos Muñoz.

 

 

Sus registros goleadores fueron aumentando progresivamente, convirtiéndose así en uno de los delanteros españoles más destacados de por aquel entonces, aunque sin conseguir el favor de Javier Clemente en la selección. Debutó en Bratislava con la selección española, ante Eslovaquia, en un partido de clasificación del Mundial de Francia en 1997 formando dupla con Raúl, aunque solamente jugó un partido más, un amistoso disputado en El Molinón, contra Islas Feroe. España ganó 3-1 y Oli marcó el segundo gol.

 

 

«Ir con la selección es lo más grande que le puede pasar a un futbolista. Todos los niños cuando empiezan sueñan con ponerse la camiseta de España, y yo tuve la suerte de ser convocado para 8 partidos y jugar 2 partidos, de la mano de Javier Clemente. Me quedé a las puertas de ir al Mundial de Francia de 1998, pero no le guardó rencor al seleccionador por esa decisión, porque me dio la oportunidad de debutar, algo que le agradeceré toda la vida. Además, soy consciente de que por delante había jugadores muy buenos: Morientes, Urzaiz, Julen Guerrero, Kiko Narváez… Para mí fue una experiencia extraordinaria. Encima uno de los partidos que jugué fue en el Molinón, con toda mi familia en la grada y tuve la suerte de hacer un gol. Mi experiencia con la Selección se podría decir que fue mi cima como futbolista», confesó posteriormente.

 

 

 

10 goles en la 94-95, 13 en la 95-96 y hasta 22 en la 96-97, no sirvieron ni para ser un habitual de la Roja ni salvar al Real Oviedo del descenso. Fue entonces cuándo el Real Betis, que había conseguido una meritoria cuarta posición y un subcampeonato en la Copa del Rey (que le permitiría disputar la Recopa), pagó mil millones de pesetas para hacerse con sus servicios. El Benito Villamarín conseguía así su tridente soñado: Oli, Alfonso Pérez y Finidi George.

 

 

Las dos primeras temporadas del ariete vestido de verdiblanco fueron bastante productivas, con once dianas por temporada, pero todo empezó a torcerse en la 1999-2000. Perdió la titularidad, marcó tan solo un tanto menos que el guardameta Toni Prats (2), y acabó descendiendo a la Segunda División A, junto al Sevilla y el Atlético de Madrid.

 

 

Tras tres años en Sevilla, regresó a Asturias y pasó otras tres temporadas en el Real Oviedo. Se le repetía la pesadilla, y los 15 goles que firmó en la 2000-2001 fueron insuficientes para que el conjunto de Radomir Antić esquivara el drama del descenso.

 

 

La 2002-2003 se acabó consumando otro descenso, esta vez a la Segunda División B, con desenlace fatal por la grave crisis económica que padecía el conjunto ovetense.

 

 

Los jugadores, liderados por Oli, su capitán, denunciaron a la entidad por los impagos, una realidad que, al no alcanzarse ningún acuerdo sobre los avales que debían garantizar el cobro de las nóminas, le acabó costando al Oviedo un descenso administrativo a Tercera, y flirteando con su desaparición. De esta forma pasó de ser el ídolo absoluto de la afición carbayonesa a uno de sus mayores villanos.

 

 

Busco una salida precipitada del club y recaló en el Cádiz que aspiraba a volver a disputar la Primera División. El 18 de junio del 2005, Oli se erigió en un héroe inmortal del cadismo al certificar, con un gol extraordinario, el tan deseado ascenso. Lo hizo con un golazo desde más de treinta metros. El equipo acabó regresando a Segunda División A la campaña siguiente, y posteriormente Oli colgó las botas para hacerse cargo del banquillo del Cádiz.