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Leônidas da Silva, la primera superestrella brasileña

 

Leônidas da Silva fue la primera superestrella de la selección absoluta de Brasil, con la que llegó a disputar dos Mundiales: Italia 1934 y Francia 1938, siendo máximo goleador del segundo con siete dianas. Los uruguayos le llamaron “Diamante Negro”, los franceses le apodaron “Hombre de Goma”, para algunos fue el inventor de chalaca, y hasta lanzaron al mercado una chocolatina en su honor.

Su talento futbolístico, comparable al de Arthur Friedenreich (considerado como la primera estrella de la selección brasileña), fue magnificado mediaticamente a través de las retransmisiones de radio, su participación en diversas películas y hasta dando nombre a productos de gran consumo.

 

 

A lo largo de su carrera el idilio con el gol fue su constante con más de 400 dianas, con un promedio de un tanto por partido con la “canarinha”. Por aquel entonces Brasil aún no se había convertido en la selección potente que todos conocemos hoy en día, no tenía ningún título mundialista ni se destacaba por tener una estrella en su equipo.

 

 

Se trata de uno de los dioses del balompié menos valorado y es que destacó en un tiempo en el que las retransmisiones de los partidos por televisión no era muy habituales. Para los historiadores tan solo han quedado los testimonios de los que lo vieron jugar en directo, crónicas de prensa y radio de la época, escasos vídeos y alguna que otra película futbolera donde participó.

 

 

El nacimiento de la primera de las superestrellas brasileñas

Leônidas da Silva, nacido en Río de Janeiro el 6 de septiembre de 1913, fue hijo de un marinero y de una empleada doméstica. De niño no dudaba en escaparse de las clases para jugar al fútbol, pero su relación con el balompié evolucionó a otro nivel cuando a los 13 años pasó a trabajar como repartidor de ollas. Entre sus clientes se encontraban los jugadores del São Cristóvão, con los que hizo una gran amistad, y gracias a ello pudo probar suerte en las categorías inferiores de este modesto club que en los años 90 descubriría a otro talento superlativo, Ronaldo.

Pese a ganarse la confianza de los técnicos del fútbol base, no pudo seguir desarrollando su formación. Tuvo que ponerse a trabajar para ayudar a su madre, y siguió jugando en equipos de los barrios cariocas hasta que le invitaron a probar suerte en el Sirio Libanés, que militaba en la Liga de Río. Con ellos debutó en el primer equipo a los 17 años. En 1931 marchó al Bonsucesso, al cual exigió un par de trajes de última moda y dos pares de zapatos como primas. Además de jugador de fútbol, Leônidas pasaría a ser conocido como un de los hombres más elegantes de la noche carioca.

 

 

Al año siguiente llegó la convocatoria para la selección, su debut con Brasil dejó claro que se trataba de un jugador diferente. Fue en la final de la Copa Río Branco de 1932, ante Uruguay, en el estadio Centenario de Montevideo. Brasil ganó 1-2 con dos dianas de Leônidas. El delantero impresionó tanto a los uruguayos, campeones del mundo, que le dieron el apodo de “Diamante Negro”. Dejó tan buena imagen en el país vecino que, en 1933, fue contratado por el Peñarol de Montevideo.

Sin embargo, no consiguió adaptarse lejos de la vida carioca y en 1934 volvió a Brasil para jugar con el Vasco de Gama. Esa temporada ganó la Liga de Río y anotó el único gol de Brasil en el Mundial de Italia (1-3 ante la España de Zamora). El año posterior ganó de nuevo la Liga de Río, esta vez con el Botafogo, y en 1936 fichó por el Flamengo. Con los “rubonegro”, Leo se convirtió en ídolo, pero la consagración llegaría en 1938, lejos de los campos brasileños.

 

En la Copa del Mundo de Francia, el nombre de Leónidas se hizo famoso. Terminó como máximo realizador al anotar ocho goles. Cuatro de ellos fueron marcados en el primer partido contra Polonia (6-5), el último en la prórroga y con el pie descalzo. Marcó en los dos partidos ante Checoslovaquia (1-1 y 2-1), pero debido a una lesión no pudo jugar la semifinal frente a Italia. Brasil perdió (1-2) pero Leônidas garantizó, con dos goles, el tercer puesto para los brasileños contra Suecia (4-2).

Además de goleador del Mundial, Leônidas volvió de Francia considerado como el mejor futbolista de la época y con el apodo del “Hombre de Goma”. Su popularidad llegó hasta el punto que una empresa de chocolates lanzó un producto bautizado como “Diamante Negro” en homenaje al crack. Avanzado a su tiempo, contrató a un periodista para que se ocupara de su imagen y de sus actividades sociales.

La fama y la gloria no le apartaron de los momentos desagradables. Tuvo problemas con su técnico en el Flamengo, Flavio Costa, incluso siendo el héroe del título de 1939, y protagonista del documental “Copa Roca: Primeiro Jogo” del director Humberto Mauro. En 1941 fue encarcelado, acusado de falsificar documentos para no servir al ejército. Pasó ocho meses entre rejas, pero él mismo calificó aquella etapa como una de las mejores de su vida, pues “todos los oficiales y los otros detenidos eran mis fans”.

 

 

Al dejar la cárcel, y a causa de su mala relación con el entrenador del Flamengo, fichó por el São Paulo en 1942 en el que fue el traspaso más caro hasta ese momento en el fútbol sudamericano, y triunfó por todo lo alto. En 1950 decidió colgar las botas con 537 goles en 593 partidos amistosos y oficiales. Fue así como decidió convertirse primero como técnico-asistente en el mismo club, y un año después asumió el puesto de entrenador, aunque no duró mucho en el cargo. Entre ambas fechas tuvo de tiempo de realizar su primera aparición como actor en la película “Suzana e o Presidente” de Ruggero Jacobbi, donde se interpretaba a él mismo como futbolista estrella, compartiendo el cartel con los actores Vera Nunes y Orlando Villar.

 

 

Posteriormente, daría el salto como comentarista radiofónico, pero en la década de 1970, el alzhéimer y la diabetes ya comenzaban a dañar seriamente sus facultades. Leônidas murió en 2004 en Cotia, São Paulo, por complicaciones de la enfermedad de Alzheimer, la cual padecía desde 1974. Está sepultado en el Cementerio Morada da Paz de São Paulo.