Francisco «Kiko» Narváez Machón, conocido como «Quico» durante su época en el Cádiz CF, disputó 83 partidos anotando un total de 16 goles, ganándose así el corazón de la afición del Ramón de Carranza, antes de ser traspasado al Atlético de Madrid. Una trayectoria coronada con el oro olímpico en Barcelona 92 y el debut con la selección absoluta en un España 5-Letonia 0.
Parte de su repertorio de trucos con el balón los aprendió durante aquella etapa compartiendo charlas y vestuario con el «Mágico» González. «Al campo ibas con la ilusión de ver algo diferente, a ver qué hace hoy el Mago. Había un momento que el Carranza se callaba y de repente empezaba ¡ahora, ahora, ahora! Ese gesto con el exterior hacia adentro y luego el empeine exterior hacia fuera levantando la pelota… Era un genio, lo que muchos soñaban, él lo hacía con los ojos abiertos. Era un jugador más para disfrutar que para imitar porque la integridad física podía correr peligro. Hacía cambios de orientación de 40 o 50 metros de rabona”, recuerda Kiko.
El origen del «Arquero sin flechas»
Nacido el 26 de abril de 1972 en Jerez de la Frontera, en el barrio de La Granja, concretamente en plaza Ubrique, al lado de la farmacia, Francisco Miguel Narváez Machón empezó su formación futbolística en el Xerez alevín, con 10 años. Pero como no jugaba de titular, creó junto a unos amigos un nuevo equipo con un nombre muy particular, la UFRA (Unión de Feos y Raros Andaluces). De ahí saltó al CD Pueblo Nuevo, y con 13 años hizo las pruebas de acceso para incorporarse a las categorías inferiores del Cádiz CF.
En Cádiz le pagaron los estudios y aprovechó para sacarse algunos cursos como carpintería, automoción y auxiliar de clínica. Kiko dormía en una pensión y comía en un restaurante concertado por el club. «Me fui al Cádiz porque estaba en Primera División, ya que me pagaban absolutamente todo y el sueño de ser futbolista era mucho más fácil estando en las categorías inferiores de un equipo que estaba en Primera», confiesa el exjugador.
Fue en aquel periodo cuándo conoció por primera vez al «Mágico» González. “Le molaba venir a vernos jugar. Se sentaba con nosotros, era un tipo superculto y profundo, bohemio. Le escuchabas y parecía un poeta. Nos hablaba de la vida, de ser serios y responsables, de que teníamos una oportunidad y de que, con el paso del tiempo, no nos pudiésemos arrepentir de haberla desperdiciado. Escuchaba las historias del «Mago» de por la noche y luego le veías hablando con nosotros de día… Prenda por la noche, poeta de día. Como «El Trinche». Maestro y discípulo”.
Leyenda del Carranza
Con sus espectaculares actuaciones se convirtió en el futbolista más destacado de un Cádiz B que llegó a ser campeón del grupo X de Tercera División, y su debut en la Primera división de la liga española de fútbol llegó el 14 de abril de 1991 en el partido Cádiz-Athletic. Lo hizo sustituyendo a otro gaditano, Jose González, en el minuto 60 del Cádiz 2 – Athletic de Bilbao 3. La oportunidad en el primer equipo del Cádiz CF le llegaba de la mano de Ramón Blanco, que había sido su entrenador en el Cádiz B, cuando tenía tan solamente 18 años. Los amarillos perdían 0-1 con un gol de Andrinúa (22′), y tras la entrada en el campo de Quico y de Indio Vázquez, consiguieron empatar con un gol de Dertycia (70′), gracias a una jugada del jerezano, pero un minuto después Valverde ponía de nuevo la ventaja para los leones. Oliva marcaba el 2-2 en el minuto 78, pero a falta de cuatro para el final, Luque ponía el definitivo 2-3.
En declaraciones a Canal Sur, Kiko decía entonces que «estoy muy satisfecho, puesto que he debutado en Primera y el primer gol ha venido de una jugada mía, pero me siento algo mal por el resultado».
Aquella fue una temporada agónica para los gaditanos, a pesar de que pasó a la historia por haber goleado 4-0 al FC Barcelona un 12 de mayo, los cadistas iban a conseguir eludir el descenso y jugar la promoción gracias al delantero jerezano en un Cádiz-Zaragoza. Su salida al campo en el minuto 81 fue el revulsivo necesario para darle la vuelta al marcador, un penalti y un gol en apenas dos minutos, pusieron el 2-1 en el marcador que le dio al equipo cadista la posibilidad de quedarse en Primera superando en la promoción al CD Málaga. «Del gol que me siento más orgulloso es el primero que marqué en Primera en Zaragoza, porque con ese gol no bajamos a Segunda y nos quedamos en Primera con el Cádiz. Desde los 13 años, cuando iba con mi bolsita en los Comes, iba soñando siempre con eso. Cada vez que hacía mi viaje a Cádiz y dejaba a mi familia y a mis amigos en Jerez. Y se cumplió. Marcar un gol en Primera y encima ese gol con el que salvas a tu equipo de bajar a Segunda y que se quede en Primera… te puedes imaginar. Si jugué en las Olimpiadas fue por ese gol. Si a mi padre lo quité del andamio fue por ese gol, fue el momento en el que tú te crees que puedes llegar a ser. Fue una inyección de moral y de confianza».
La temporada siguiente dio el salto definitivo al fútbol profesional y se convirtió en uno de los pilares del Cádiz. Disputó 41 encuentros, fue titular en 38 ocasiones y marcó 8 goles. Fue uno de los jugadores revelación del curso futbolístico y se ganó una plaza en la convocatoria de la selección sub-23 para participar en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92.
Finalmente, no pudo evitar el descenso de su club a la Segunda División A, tras quedar en el puesto número 19. Su aportación aquella última temporada en el club gaditano fue de 34 partidos y tan solo 3 goles. Algo que no evitó que fuera traspasado al Atlético de Madrid para la temporada 1993-1994.
En 2004 Kiko Narváez encabezó la expedición de exjugadores del Cádiz para jugar un partido homenaje a Jorge «Mágico» González, y vistió por última vez sobre el terreno de juego la camiseta del club que lo vio nacer como futbolista profesional.