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«El gol imposible» de Vieri sin ángulo con el Atlético de Madrid

 

Jesús Gil bautizó el gol sin ángulo de Vieri ante el PAOK como «el gol imposible», «ya he ordenado que se hagan copias del vídeo para que los niños de la cantera guarden en su memoria el gol. Ya no somos el ciclón. Ahora somos Terminator. El partido es una obra de arte, porque el Atlético es la química del espectáculo. Mejor, es el espectáculo en sí».

Vieri salió del Calderón raudo del vestuario y raudo se fue hacia su coche, perseguido por una multitud de periodistas. Le llovieron las preguntas, pero él no abrió la boca. Cuando se le comentó el asunto a Antic, este bromeó: «Será que tiene prisa por irse a Italia para jugar con su selección. Y para marcar otros tres goles».

 

 

Christian Vieri pasará a la historia como uno de los killers italianos y nómadas más temibles de los años 90. Un tanque goleador que nos deleitó con goles asombrosos capaces de hacer enloquecer a las aficiones de los clubes en los que jugó. En su libro autobiográfico con Mirko Graziano y publicado por Rizzoli, “Chiamatemi bomber”, revela que detrás de su gol sin ángulo desde la línea de fondo hay una historia que merece ser contada.

 

 

“Era un 18 de octubre de 1997, metí tres goles al Zaragoza y ganamos 5-1. Cuatro días después recibimos al PAOK de Salónica en dieciseisavos de la copa de la UEFA. En la víspera de este partido hablo con Futre. Paulo es el protegido del presidente, Jesús Gil. Le dije entre risas: ‘tienes que decirle al presidente que si marco también tres goles en copa espero un Ferrari 550 Maranello de regalo’. Futre me hizo caso y fue a decírselo a Jesús Gil. Después volvió y me dijo: ‘Bobo-como le conocen en Italia cariñosamente-, si vuelves a hacer un triplete el Ferrari es tuyo’. Era una especie de broma que nadie se creía. ¿Cuándo se ha visto a un jugador anotar dos tripletes en 4 días? En el partido contra el PAOK apareció la magia. En la primera parte ya había marcado dos goles y después llegó la obra maestra. Ese tiro imposible desde la línea de fondo, casi desde el banderín de córner. Las imágenes de ese gol me hacen dar la vuelta al mundo, pero nadie sabe que ese gol valía un Ferrari. Toda la afición coreó mi nombre. La misma noche que ganamos al PAOK voy a cenar con Futre. Vamos en Madrid a elegir mi 550 Maranello, me llegaría unos meses después, genial… Me llamaron en septiembre de 1998 para ir a por el Ferrari, pero nunca lo hice. Yo estaba esperando mi fichaje por la SS Lazio e iba a romperle el corazón a Jesús Gil. Tenía demasiada nostalgia de Italia, me fui casi como un ladrón. Así que dejé allí el Ferrari, como forma de pedir perdón a un hombre que me quiso bien, de verdad”.