Octubre de 1994, la selección de Brasil campeona del Mundial de Estados Unidos envía una pequeña delegación a la entrega de trofeos de un torneo de fútbol formativo organizado por la Associação Portuguesa de Desportos, club más conocido como Portuguesa. Entre ellos, el joven Ronaldo Nazário que no pudo disfrutar de ni un solo minuto en la cita mundialista.
Cosas del destino, en la cantina de las instalaciones del club de São Paulo, Ronaldo coincide con Maurício de Oliveira Anastácio, que vive sus últimos días en la Portuguesa antes de irse al Ulsan Hyundai. Ambos delanteros se saludan, y deciden inmortalizar el momento. Lo que no sabe el improvisado fotógrafo, es que acaba de realizar una fotografía histórica en la que también entra en el encuadre un jovencísimo Ronaldinho, por aquel entonces en la cantera del Grêmio Foot-Ball Porto Alegrense. El resto es historia.
