spot_img

«El Burrito» Ortega en la Unione Calcio Sampdoria

«El Burrito» Ortega en la UC Sampdoria pudo olvidar su paso por el Valencia CF, donde nunca acabó de brillar como lo había hecho anteriormente en River Plate. Su fichaje postmundialista por los Blucerchiati supuso la primera vez del centrocampista ofensivo en la exigente Serie A italiana, donde tuvo que justificar los 23 millones de liras pagados por él desde el primer minuto.

El equipo italiano no tuvo mucho éxito durante aquella temporada y acabó descendiendo a la Serie B, pero Ortega ofreció un buen rendimiento jugando como segunda punta, disputando 27 partidos y marcando 8 goles. El más recordado es el que le convirtió al Inter de Milán, efectuando una vaselina por encima del guardameta en una histórica goleada por 4-0. También histórico fue su gol de tiro libre a la Juventus.

 

 

El desembarco de un crack

El 29 de julio de 1998, «El Burrito» desembarcó en Italia con un gran sueldo y el peso del dorsal número 10 sobre sus espaldas. Inmediatamente, se prodigaron las muestras de afecto y el Marassi entonó cánticos de júbilo por el talentoso argentino.

El fantástico argentino de la escuela riverplatense, con mucho genio y otras tantas intemperancias, jugaría al lado de Montella, en aquella Samp que veía a Spalletti en el banquillo, Ferron en la portería, Moreno Mannini en el centro de la defensa junto a Nava, Balleri y Pesaresi, el inolvidable Pierre Laigle junto a Pecchia, Sgrò y Vergassola, Francesco Palmieri (ídolo en el Lecce el año anterior) otro delantero centro junto al Aeroplanino. Había todos los ingredientes para soñar con una temporada memorable. Y, sobre todo, había un número diez como no se había visto en Génova desde los tiempos de Roberto Mancini.

 

 

Aquella temporada fue de contradicciones y lamentaciones para la Sampdoria. A pesar de Ortega, a pesar de Montella, a pesar del cambio de entrenador -fuera Spalletti en diciembre, luego el breve interregno de David Platt (sin licencia, Giorgio Veneri en el banquillo con él) y finalmente el regreso de Luciano- y a pesar de un equipo más que decente que la Samp se encontró en la Serie B al final de la temporada. Ariel fue el emblema del sube y baja de aquel campeonato: grandes jugadas, asistencias, regates, goles, todo el repertorio de un «fantasista» de talla mundial como era entonces «El Burrito», con la contrapartida de vida loca. En la memoria de todos, un Mercedes zigzagueando por el centro de Génova, Ortega conduciendo, con él, y los sudamericanos Caté y Córdoba. Una buena noche, la policía parando el coche, multa y polémica. Y decir que hasta la noche del 7 de diciembre, Ariel desmentía la mala fama con la que había llegado de Valencia. En el campo, cuando tuvo su día, fue el jugador estrella de siempre.

 

 

Piacenza, Empoli, Salernitana y Udinese fueron sus mayores víctimas, pero el AC Milan, la Juventus y el Inter también tuvieron que arrodillarse ante él. Dos tiros libres y un remate entre los más bellos vistos en la Serie A desde que se tiene memoria, destellos dentro de unos meses que decididamente no fueron memorables, sobre todo teniendo en cuenta las expectativas iniciales.

Finalmente, la Sampdoria cayó a la Serie B y «El Burrito» Ortega fue vendido al Parma FC, que lo compró por 28 millones de liras, que equivalen a 9,4 millones de euros.