Muchos grandes clubs visten sus campañas de marketing con buenas palabras, incluso en sus estatutos, pero otra cosa muy diferente es la realidad de las acciones que practican. A lo largo de la historia encontramos a diversos clubes relevantes que han sido, de forma puntual, protagonistas de hechos totalmente contrarios a su credo, y el FC Barcelona es uno de ellos.
Posiblemente, el día que más «seny» y «valors» perdió el club blaugrana, fue durante la semifinal de Champions League ante el Inter de José Mourinho, disputada un 28 de abril de 2010. Esta quedó en la memoria de los aficionados al fútbol por tres acciones reprobables: la «pillada» de Sergio Busquets registrada por las cámaras, la pasada de rosca de Víctor Valdés interceptando por la fuerza a José Mourinho y un miembro de su staff para que no celebraran la victoria con su afición, y la ya mítica activación de los aspersores al final del partido para acabar con la fiesta de los jugadores del Inter y de su entrenador, considerada, por una parte de la afición culé como «una auténtica provocación».
El Inter de Milán, hizo valer en el Camp Nou la renta de 3-1 (con gol en fuera de juego de Diego Milito) obtenida en el partido de ida en el Giuseppe Meazza, un primer encuentro muy complicado para los blaugranas que tuvieron que viajar en autobús hasta Milán por la irrupción del volcán Eyjafjallajokul, que obligó a cerrar todo el espacio aéreo europeo.
Así pues, el mísero 1-0 en el Camp Nou fue insuficiente para el Barça, que cayó eliminado, y eso que el Inter de Milán se quedó con diez jugadores en el minuto 28 de partido tras la expulsión de Thiago Motta. El brasileño vio su primera tarjeta en el minuto 10 por una entrada al argentino Leo Messi en el centro del campo, y antes de la primera mitad de partido, el brasileño vio la segunda por un claro manotazo, cuando protegía la pelota, a Sergio Busquets, que cayó al suelo, aunque las cámaras lo pudieron mostrar fingiendo más gravedad de lo que realmente fue.
El Inter de Milán protestó airadamente la decisión del colegiado belga Frank Bleeckere: Mourinho aplaudió varias veces tanto al árbitro como a la afición culé, en actitud provocativa marca de la casa, y Motta le recriminó a Busquets la acción agarrándole del cuello cuando el catalán, ya de pie, bebía agua.
Tras la polémica jugada de la expulsión de Motta, hubo un periodo de confusión con varios frentes abiertos. Los jugadores del FC Barcelona se fueron a por Motta, que se encaraba con Busquets; los jugadores del Inter, indignados, se comían al colegiado belga; y Mou, con su sonrisa y aplausos irónicos, buscando la provocación en todo momento, tuvo tiempo para acercarse a Pep Guardiola. Cuando el técnico catalán daba instrucciones a Zlatan Ibrahimović, se le acercó el entrenador portugués, que le tocó la cabeza y le dijo algo ante la cara de perplejidad de Guardiola que no podía creer lo que estaba sucediendo.
Otra de las acciones más destacadas del partido fue cuándo el colegiado De Bleeckere anuló de forma errónea un golazo de Bojan Krkić, que acudió a la llamada de socorro de su equipo, y que podría haber desatado la locura en el Camp Nou además de decantar la eliminatoria. El colegiado consideró que Touré Yaya había tocado el balón con la mano, y decidió anular la jugada que hubiera sido decisiva para poner rumbo a la final del Santiago Bernabéu, aquella final tan anhelada que los de Pep Guardiola finalmente no pudieron jugar. «Cuando la pelota entró me alegré mucho, pero luego me di cuenta de que algo estaba pasando. La sensación que rodeaba al estadio y a los jugadores no era precisamente de entusiasmo. Así me di cuenta de que habían anulado el gol. Era un tanto clave porque culminaba la remontada y nos metía en una final de la Champions muy especial porque se jugaba en el Bernabéu», recuerda Bojan.
Tras el pitido final, Mourinho eufórico, cruzó todo el campo a lo ancho, desde su área técnica, para dirigirse a la zona de Lateral, donde, en la Tercera Gradería, se instaló la afición neroazurri. Fue en aquel momento cuándo Víctor Valdés salió disparado a parar al staff del Inter, y posteriormente los operarios del club pusieron en marcha el riego automático para dar por finalizada la celebración del conjunto visitante. ¡Qué noche!
José Mourinho aún recuerda muy bien aquellos encuentros de medianos de 2010, y, en especial, el sacrificio de algunos de sus jugadores, que le permitieron al técnico portugués levantar su segunda Champions League. Es el caso de Samuel Eto’o, que había llegado al Giuseppe Meazza aquella temporada. El delantero camerunés, toda una leyenda en el Camp Nou, nunca dudó a la hora de ponerse el mono de trabajo, y, en una eliminatoria especial en la que quería reivindicarse ante el técnico que lo «echó» del Barça, demostró una implicación total con la idea de Mourinho para superar al conjunto barcelonés.
«En un partido con el Inter en la semifinal de la Champions League jugamos contra el Barcelona con 10 jugadores (por la expulsión de Thiago Motta en el minuto 30) y Samuel Eto’o uno de los mejores delanteros de la última década, jugó como lateral derecho y nos cualificamos, 15 días después ganamos la final e hicimos historia. Entonces, uno de los mejores delanteros del mundo jugó como lateral derecho porque el equipo y la estrategia lo necesitaban. Y creo que esto solo es posible por el liderazgo, que fue capaz de hacerle pensar que lo que él quería no era importante, el equipo y los objetivos son lo más importante», explicó Mourinho pasados los años.