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El Zaragoza campeón de la Recopa y el gol de Nayim

 

El Zaragoza campeón de la Recopa y el gol de Nayim formarán parte para siempre de la historia del Parque de los Príncipes. Aquella mítica final tuvo lugar el miércoles 10 de mayo de 1995, y enfrentó al Arsenal FC y el Real Zaragoza, campeones nacionales de copa de sus respectivos países la temporada anterior. En aquella edición participaron 44 clubes pertenecientes a 43 federaciones nacionales diferentes.

 

 

La final, disputada a partido único, enfrentó al Real Zaragoza con el vigente campeón, el Arsenal FC, en el estadio Parc des Princes, en París, donde venció el conjunto maño por 2-1.

 

 

Aquella final siempre será recordada por el último minuto de su eterna prórroga, Nayim disparó desde medio campo contra la portería del Arsenal defendida por David Seaman. Era la última jugada de la final, una auténtica locura disparar desde aquella distancia, pero la pelota completó una parábola imposible y se acabó convirtiendo en un gol antológico. Aquel tanto excepcional, quizá el más extraordinario de una final europea, le dio al Real Zaragoza el título más grande de su historia. Los jugadores del Arsenal acabaron totalmente desmoralizados, destrozados, hundidos, en especial su portero, “sabía que me metía en un lío cuando le vi chutar, porque me había adelantado un poco y Nayim sabía lo que hacía. Como portero, uno puede ser un héroe durante 119 minutos y de repente, ¡bum! Sé de lo que hablo. Me pasó cuando Nayim disparó desde tan lejos. De repente pasó lo que pasó. Una pesadilla. El último segundo, el último disparo de un partido… El recuerdo de ese gol me perseguirá toda mi vida”, se lamentó David Seaman.

 

 

En 1995 hacía 29 años que el Zaragoza no alcanzaba una final continental —la Copa de Ferias de 1966 que los ‘Magníficos’ perdieron contra todo pronóstico frente al Barcelona—, y la expectación desbordó todas las previsiones. Veinte mil aragoneses se desplazaron a París, y otros treinta mil se concentraron en la plaza de toros y el pabellón Príncipe Felipe, donde se habían instalado dos pantallas gigantes, para propiciar un ambiente festivo en la ciudad. Más de 200.000 personas recibieron a los campeones un día después en la Plaza del Pilar. Aquella fue una celebración colosal, con el desaparecido Sergi ejerciendo como gran maestro de ceremonias. Inolvidable.