Paul Gascoigne llegó a su máximo nivel con el Tottenham Hotspur FC, convirtiéndose en una de las grandes estrellas del fútbol inglés de finales de los años 80. Fichado del Newcastle, su explosión en Londres lo convirtió en un talento internacional indomable y uno de los referentes de la selección inglesa en el Mundial de Italia de 1990. Gazza, con un carisma sin igual, se ganó el cariño de los aficionados spurs en la grada del White Hart Lane a base de goles y grandes actuaciones.
En sus dos primeras temporadas anotó 14 goles en 75 partidos con una final de la FA Cup, mientras que sus dos últimas campañas estuvieron marcadas por las lesiones y otros problemas extradeportivos. Gascoigne llevó a los Spurs a la final de la FA Cup de 1991 con un gol de falta en semifinales ante el Arsenal FC. Pero en la final del campeonato se rompió el ligamento cruzado de la rodilla derecha cuando intentó hacer una fuerte entrada a un jugador del Nottingham Forest en la rodilla, por lo que no pudo celebrar la victoria con sus compañeros de equipo al estar ingresado en el hospital. Todo acabó con su fichaje por la SS Lazio de la Serie A italiana.
Rumbo al Manchester United y cambio de última hora
“Hablé primero con el Liverpool. Cuando Kenny Dalglish me llamó, no entendí nada de lo que dijo y la negociación fracasó. Luego hablé con Alex Ferguson, que me dijo: ‘me voy de vacaciones, cuando regrese habrás fichado por el Manchester United’. Mi padre me dijo: ‘dinero’. Le dije que definitivamente iba a firmar. En dos días, iba a fichar por el United, iban a pagar los 2,2 millones de libras”, recuerda. Pero luego llamó el Tottenham: “mi padre dijo: ‘No estás firmando por los Spurs, estás firmando por el United’. Le dije eso al presidente Irvine Scholar. Él contraofertó: ‘Le compraremos una casa a tus padres’. Se lo dije a mi padre, que dijo: ‘Bueno, ¿qué diablos estás esperando, hijo? Dile que necesito un coche. Quiero un BMW y también la casa’. Mientras conducía para firmar con el Tottenham, pasé Old Trafford y estaba temblando”.
Le entraron dudas pensando en Ferguson y lo que pasaría cuando se enterase. Pero llamó su hermana y mantuvo su decisión: “Estaba a una milla de distancia de los Spurs y recibí una llamada de mi hermana que me dijo: ‘¡Si mamá y papá van a tener una casa, yo quiero una tumbona!’. Así que creo que el trato se hizo por una tumbona”. Tras ello Sir Alex llegó a escribirle una carta para, de forma bastante grosera, decirle que se había equivocado. “Recibía docenas de cartas de admiradores y de pronto recibí una muy grande. Era de Sir Alex Ferguson”, recuerda ‘Gazza’. “Me has ‘jodido, estúpido, gordo bastardo’. Le llevó seis años volver a hablarme”, añade entre risas.
“Era el mejor jugador de su época, un soplo de aire fresco porque jugaba con una sonrisa. Alrededor de 1987, cuando el Newcastle rondaba la zona de descenso, jugamos contra ellos y mis tres centrocampistas ese día eran Bryan Robson, Norman Whiteside y Remi Moses, todos ellos grandes futbolistas, y él los destrozó. ‘Robbo’ y Whiteside lo perseguían arriba y abajo del campo y no podían alcanzarle”, declaró el técnico escocés pasados los años.
La cúspide de su juego en Londres
Paul Gascoigne se había quitado de encima el cartel de talento precoz, y era el líder de la selección inglesa sub-21. El interés del Tottenham venía de lejos, después de que marcara los dos goles contra los Spurs en una victoria por 2-0 en enero de 1988. Una actuación que el entrenador de los Spurs, Terry Venables, describió como una de las mejores que había visto en alguien tan joven.
El Tottenham pagó 2,2 millones de libras al Newcastle, un nuevo récord para el club. Su talento sorprendió incluso a los jueces más severos, sus compañeros de profesión. Durante su primer partido de entrenamiento en los Spurs, cogió el balón, superó a 8 jugadores y lo estrelló contra el techo de la red. Todo el mundo se puso en pie y aplaudió. Su entrenador dijo que verle jugar así ponía los pelos de punta.
Durante los siguientes años llegaría a inspirar a sus compañeros para conseguir cotas mayores, pero los efectos tardaron en aparecer. Su esperado debut para la 1988-1989 se retrasó una semana, ya que las obras en White Hart Lane provocaron el aplazamiento del primer partido contra el Coventry, por lo que su estreno fue en el campo del Newcastle, con un empate a dos. La afición local no se mostró muy entusiasmada con su regreso. Esquivaba las barritas Mars voladoras cada vez que se acercaba a la línea de banda; un día mejor para las tiendas de dulces locales que para Gazza, quizás.
Gascoigne recibió una bienvenida mucho más calurosa en su primer partido en casa, contra su acérrimo rival, el Arsenal, y no tardó en hacerse querer por el público con un descarado gol. Al controlar un balón en profundidad de Waddle, perdió la bota al entrar en el área penal, pero, aun así, se las arregló para sortear al portero y marcar con su derecha. Sin embargo, ese partido se perdió por 3-2 y los Spurs lucharon por encontrar el impulso. Con dos puntos menos por el aplazamiento del Coventry y una sola victoria en la liga, eran los últimos en la primera semana de noviembre.
Sin embargo, la carrera de Gazza iba mejor. Sus actuaciones individuales estaban cosechando buenas críticas y le valieron para debutar por fin con Inglaterra el septiembre de 1988 bajo las órdenes de Bobby Robson, empezando como suplente contra Dinamarca. Con el técnico desarrollaría una relación de amistad increíble (recomendable ver el documental de Bobby Robson: More than a manager), que perduraría hasta el último de los días del bueno de Bobby, antes de que un cáncer se lo llevara por delante el 31 de julio de 2009.
Su siguiente gol, un tiro libre con efecto contra el QPR a finales de noviembre, inspiró la remontada, ya que los Spurs empataron 2-2 después de ir dos abajo en el descanso. Este humilde punto supuso una progresiva mejora de la suerte. Una derrota en diciembre, más los dos puntos recuperados, hicieron que los Spurs terminaran el mes en la seguridad de la 9ª posición. Los tiros libres de Gascoigne se convirtieron rápidamente en su buque insignia; otro se coló por la escuadra contra el Millwall.
Cualquier impulso significativo se disipó a principios de año en un campo embarrado de Bradford, cuando los Spurs quedaron eliminados de la Copa en la tercera ronda. Otra de sus señas de identidad, el rollo de grasa en la zona media del cuerpo, ya había desaparecido, y la llamativa brillantez individual del joven iluminó meses de mediocridad en la zona media de la tabla. En febrero, contra el Norwich, superó al portero y marcó el primer gol de la victoria por 2-1. En marzo, otro lanzamiento de falta superó la barrera para conseguir otros tres puntos, seguido de un gol en solitario en el campo del Luton. Cinco victorias en los últimos siete partidos impulsaron a los Spurs a una posición final de 6º.
Su mejor socio, Gary Lineker
Paul Gascoigne comenzó la temporada 1989-1990 en un gran estado de forma, que se vio reflejado en su capacidad goleadora. Su primer gol llegó a finales de agosto en el campo del Manchester City, seguido de otros tantos en casa ante el Chelsea y de un rebote en el poste en el campo del Norwich. Sin embargo, la admiración que suscitaba su creciente contribución a la fluidez del fútbol del Tottenham no se correspondía con los resultados. La defensa perdía demasiados goles y los Spurs estaban a uno de los últimos puestos después de 6 partidos, con solamente el triunfo por 2-1 de la primera jornada contra el Luton Town. En octubre, Gascoigne marcó en una contundente victoria por 3-1 en el campo del Charlton (su cuarto gol en seis partidos de liga), con su característica carrera directa y acelerada, llevando el balón desde el centro del campo hasta el área, dando dos o tres zancadas para equilibrarse y batiendo al portero. Tres semanas más tarde, atravesó la defensa del Southampton de forma similar, y esta vez remató el balón rodeando al guardameta Tim Flowers.
Su gol en la Copa de la Liga contra el Tranmere a finales de mes fue el último hasta finales de abril, pero a medida que los goles se fueron agotando, su influencia se disparó, formando sociedad con Gary Lineker, fichado en la última temporada procedente del FC Barcelona, tenía ahora un compañero perfecto para explotar al máximo su talento. No solamente era este supremo goleador el beneficiario agradecido de toda la gama de pases de Gascoigne, sino que los movimientos de Lineker creaban espacios para él y para sus compañeros. Si se desviaba hacia el exterior, Paul podía conducir hacia el espacio.
Cuando los defensores se agrupaban, Lineker se introducía en los huecos resultantes. El entendimiento que llevó a Lineker a marcar 26 goles en la liga y en la copa parecía extraordinariamente clarividente, pero la realidad era más prosaica, ya que se basaba en un sistema de señales. El cabeceo y la carrera corta de Lineker hacia la portería contraria era, de hecho, un amago y Gascoigne golpeaba el balón en corto, mientras que un gesto de dedo giratorio imitaba el giro del delantero para alejarse de su marcador en busca de un balón más largo hacia el espacio detrás de la defensa. No importa: 8 victorias en los últimos 10 partidos, coronadas por una memorable exhibición en la primera parte contra el Manchester United, cuando Gascoigne marcó e hizo el otro para Lineker, lograron una posición final en la liga, la tercera.
El clímax en Londres
En Italia 90, Gazza volvió a ser el hijo predilecto de la nación, pero antes inició la temporada previa, la 1989-1990, con una serie de actuaciones espectaculares y goles de auténtico artista. Anotó en la victoria de la primera jornada contra el Manchester City y contra el Derby ganó él solo el partido con un triplete, dos de los cuales fueron tiros libres clásicos, desde un lugar prácticamente idéntico a treinta metros, con la única diferencia de que uno fue a la izquierda de Shilton y el otro a su derecha. Ambos fueron sencillamente imparables, al igual que el propio Gascoigne, incontenible e hipnotizante en una serie de brillantes exhibiciones. En la Copa de la Liga, el Hartlepool recibió cuatro goles de Gazza en una victoria final de 5-0. En rondas posteriores, marcó el gol de la victoria contra el Bradford y otro contra el Sheffield United en la quinta ronda de la competición. Después de un período de sequía, marcó dos goles en diciembre en dos derrotas a domicilio contra el Chelsea y el Manchester City, su última en la Liga.
Pero la dependencia del Tottenham del rendimiento de su estrella era peligrosa, y cuándo Gazza tuvo un bajón en liga, debido a una hernia que arrastró hasta una inevitable operación, el equipo se desplomó después de un comienzo estable, ganando solamente dos partidos de Liga en 1991 y quedando en una decepcionante undécima posición. En la FA Cup, fue otra historia y después de una sólida victoria a domicilio ante el Blackpool en la tercera ronda, Gascoigne tuvo dos actuaciones brillantes, marcando dos goles contra el Oxford, incluyendo una impresionante jugada individual, y de nuevo en el Portsmouth en la siguiente ronda, el gol de la victoria tras un balón largo, una zancadilla y un imparable zurdazo desde el borde del área.
En la quinta jornada, en casa ante el Notts County, expió un error inicial con una actuación memorable que levantó al equipo, y que culminó con el gol de la victoria en los últimos instantes, después de que pareciera que la intensa presión de los Spurs iba a quedar en nada. Gascoigne estaba en su mejor momento, inspirado por la magia de la Copa. Tal vez sea una de las razones por las que los aficionados le adoraban, era por su bravuconería que transmitía un potencial casi ilimitado.
La tensión crecía a medida que los Spurs se acercaban a la semifinal, que no era un partido cualquiera ni siquiera en su ilustre historia, ya que se trataba del primer encuentro de este tipo contra su acérrimo rival, el Arsenal, y de la primera semifinal que se celebraba en Wembley. Gascoigne volvió con dificultad, su única preparación fue medio partido en la derrota liguera frente al Norwich; fue sustituido. Su estado físico se confirmó solamente unas horas antes del comienzo del partido, pero Paul, que no se dejó amilanar por tal drama, no se contuvo. Un tempranero tiro libre, a treinta metros de distancia, golpeó con dulce certeza en la esquina superior, improbable, milagroso, glorioso, golazo. Gazza saltó en el aire con una alegría incontenible. Asistió a Lineker en el segundo gol y participó plenamente en la victoria por 3-1 que muchos aficionados de los Spurs siguen considerando la actuación más memorable de la era moderna. El día de la final contra el Nottingham Forest, el dramatismo se había disparado. Como siempre en el Tottenham, las turbulencias fuera del terreno de juego sirvieron de catalizador para el teatro que iba a seguir en él.
El rescate de la agobiante deuda solamente era posible mediante la venta de su principal activo. Gascoigne se enfrentó al partido sabiendo que iba a ser el último que jugaría con el club, ya que se había acordado con el Lazio una cuota de 8,5 millones de libras. Comenzó de forma frenética, pero esta vez el peso de las expectativas resultó ser demasiado grande. Un desafío totalmente imprudente sobre Garry Parker quedó impune, sin embargo supuso una señal de peligro. Más tarde, el árbitro reflexionó que, de haber sido amonestado en ese momento, podría haberse calmado.
Así las cosas, unos minutos más tarde, otra peligrosa embestida en el borde del área dejó a Gazza y al lateral Gary Charles en el suelo. Después de ser atendido, Paul se levantó con cautela y vio cómo Stuart Pearce marcaba en el tiro libre resultante. Gascoigne tuvo la suerte de no ser expulsado, pero se marchó en camilla, lo que supuso un final ignominioso para su carrera en el Tottenham, aunque los Spurs se impusieron por 2-1 en la prórroga. Sus compañeros de equipo, victoriosos, se unieron a él en su cama de hospital para las celebraciones. La lesión resultante le obligó a estar un año fuera de los terrenos de juego, y finalmente se produjo su traspaso a la SS Lazio.