José Luis Chilavert, arquero de Vélez y Diego Maradona, quien daba sus últimos pasos como futbolista profesional en Boca Juniors, protagonizaron una jugada para la historia del fútbol argentino. El 16 de setiembre de 1997, el Fortín de Liniers fue testimonio de una de las mejores respuestas de un portero a un no menos excelente lanzamiento de falta a la escuadra.
Aunque el encuentro acabaría empatado a cero goles, aquella falta ejecutada magistralmente por Diego Armando Maradona a cuarenta metros de distancia, parecía inalcanzable para el arquero. Sin embargo, Chilavert se estiró con sumo esfuerzo y pellizcó el esférico, que impactó en el caño derecho de su pórtico.
Maradona, reconociendo la increíble atajada del paraguayo, se le acercó y lo felicitó, momento que quedó grabada en la memoria deportiva como uno de los encuentros icónicos entre dos figuras que se pasaron gran parte de su vida enfrentados dialécticamente. “Debió ser la única vez que nos saludamos” aseguraba el paraguayo.