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Andrés Escobar, el sueño truncado en el AC Milan

 

Andrés Escobar, el mítico defensa internacional colombiano, tenía un sueño que prácticamente se hizo realidad, fichar por el AC Milan de Italia y dar el salto a la mejor liga del mundo por aquel entonces.

El acuerdo del verdolaga con la entidad “rossonera”, a falta de la firma del contrato, le confirmaba ante la prensa internacional como el elegido para tomar el relevo generacional al mítico Franco Baresi en el eje de la zaga milanesa, un reto y premio mayúsculo a uno de los mejores talentos colombianos de la historia, como persona y jugador. En 1994, después de brillar en la consecución del torneo local colombiano con el Atlético Nacional de Medellín, y con 6 meses de experiencia previa en tierras europeas con el Young Boys suizo, Andrés se erigió en una de las grandes promesas del fútbol colombiano e internacional, hecho que provocó el contacto e inicio de negociaciones con el Associazione Calcio Milan durante el periodo de preparación para el Mundial de Estados Unidos.

Ni su famoso gol en propia meta influyó en la decisión final que tomaron previamente Silvio Berlusconi y Fabio Capello. Los “rossoneri” querían al líder de la defensa de Colombia, sí o sí en sus filas, para forjarse al lado de sus leyendas. Su traspaso al AC Milan hubiera supuesto un antes y un después para las aspiraciones de los jugadores colombianos en el extranjero, por la relevancia del equipo de destino. Esa temporada en el estadio de San Siro hubiera tenido la oportunidad de compartir vestuario con otros nombres de la talla de Costacurta, Tassotti, Panucci, Zvonimir Boban, Desailly, Albertini, Dejan Savicevic, Paolo di Canio, Massaro, Marco Simone o los astros holandeses Ruud Gullit y Marco van Basten.

 

 

Pero la vida, siempre más cruel que bonita, se permitió el lujo de desgarrar el futuro de un futbolista en plena madurez deportiva que desafortunadamente murió a los 27 años a manos del Cartel de Medellín después de una discusión que tuvo lugar el 2 de julio de 1994 en el parking del estadero El Indio de Medellín. Andrés fue víctima de burlas e insultos de algunos fans de la selección cafetera que no le perdonaban su error ante EE. UU., entre los que se encontraban los narcotraficantes David y Santiago Gallón Henao. En el aparcamiento del local, ya con Andrés subiendo a su coche esquivando el enfrentamiento con los narcos, estos se abalanzaron sobre el jugador y el chófer de ambos, Humberto Muñoz Castro, sin mediar palabra se acercó a él y le descargó seis tiros en su cabeza.

Este fue el triste final sin sentido de una persona que nunca se mereció un final tan trágico. Días después la policía arrestó a Muñoz, quien fue condenado a 45 años de prisión, pero salió libre el 2005. En cambio, los hermanos Gallón Henao, a quienes siempre se les relacionó con el crimen, solo fueron acusados por encubrimiento y soltados meses después del asesinato. El fiscal que llevó el caso, Jesús Albeiro Yepes, dijo años después al diario El Espectador que, pese a que los narcos debieron ser acusados como cómplices e investigados como autores intelectuales del crimen, no sucedió por los contactos que estos tenían en el Estado. Solamente años después, otro de los hermanos Gallón Henao fue extraditado a Estados Unidos, Santiago fue condenado por financiar grupos paramilitares en 2010 y sobre David no se sabe nada. La justicia siempre sobre la fina línea de la corrupción del poder y la política.