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Sebastián «El Loco» Abreu en el Deportivo de La Coruña

 

Sebastián Abreu llegó con 21 años al Deportivo de La Coruña en el mercado invernal de la temporada 1997-98, después de que el club gallego desembolsara por él 10 millones de dólares. A San Lorenzo le quedaron limpios seis millones y medio (el resto para el jugador), club argentino en el que se convirtió en el máximo goleador del Clausura, en el que había anotado 13 goles.

A pesar del desafortunado «no gol» ante River Plate que lo hizo famoso a nivel internacional, llegó como gran apuesta personal de Augusto César Lendoiro, que creyó más que nadie en su talento y lo defendía ante la prensa de la época. «Él sabía que iba a triunfar, era infinitamente mejor jugador de lo que en España se hablaba. Quizás excesivamente joven. La gente a veces habla de más. Un tío que fue internacional con Uruguay, que marcó tantos goles y hacerle chistes con aquel fallo. Una cosa es hacer chistes del famoso gol, ha demostrado lo bueno que es marcando infinidad de goles».

 

 

Su fichaje, anunciado el 17 de diciembre de 1997, buscaba ser el gran revulsivo en el ecuador de una temporada muy irregular, en la que el club gallego flirteaba peligrosamente con la zona media baja de la clasificación, con un juego insulso y extremadamente escaso de brillantez a pesar de la nómina de artistas internacionales presentes en aquella plantilla. Para cambiar la dinámica, ¡el Deportivo de La Coruña llegó a gastar en aquel mercado de invierno la friolera de 2.000 millones por 5 nuevos refuerzos!

En el banquillo también corrieron tempestades varias, primero tuvo lugar la destitución de Carlos Alberto Silva, posteriormente llegaría el desacuerdo en el fichaje de Wanderley Luxemburgo (por aquel entonces en el Santos) como su sucesor, y la paz llegaría gracias a José Manuel Corral, que tomaría el cargo de forma provisional (por segundo año consecutivo), hasta la llegada de Jabo Irureta al inicio del siguiente ejercicio. «Al Dépor llegué en diciembre de 1997. Era el ‘Super Dépor’, pero estaba peleando por el descenso y lo pudimos salvar y nos clasificamos a la Intertoto. Fue duro en lo futbolístico y en lo profesional, porque en ese momento no estaba preparado para dar el salto al fútbol europeo», recuerda el uruguayo.

 

 

A pesar de que el ambiente no era el mejor, el vestuario lo acogió de la mejor de las maneras, ayudándolo en todo momento y «perdonándole» sus excentricidades. «El fútbol español era muy exigente y profesional. El delantero debía ser goleador y se le exigía mucho. Yo venía de una cultura en la que el goleador era el mimado y conmigo no fue así. Además en el Deportivo, como había tantas religiones ibas con cierto miedo. Yo tenía mi altar, pero el grupo no participaba. Cada uno hacía su ritual y todos nos respetábamos. Bassir sacaba su alfombrita y donde estuviera se ponía a rezar, incluso en el pasillo del autobús. En el Beitar Jersusalén me miraron raro cuando saqué todas las vírgenes, yo no les molestaba con mi rinconcito», recuerda Abreu.

 

 

En ese primer semestre en el Deportivo, «El Loco» Abreu dejó varias escenas para el recuerdo, más allá de pasearse por las calles de la ciudad con un BMW M3 amarillo y descapotable. Por ejemplo, tras un gol al Real Oviedo, en la jornada 28, el delantero uruguayo decidió soltar toda su rabia contra una valla publicitaria, a la que dedicó varias patadas de frustración por las ocasiones que había errado anteriormente, siendo sofocado por Leo Scaloni. O en un partido ante el Real Madrid en Riazor, en el que tras una jugada en la que su bota izquierda se le salió del pie, el uruguayo acabó pegando una patada, descalzo, a su propia bota, en la que fue una escena totalmente inusual.

Más allá del anecdotario el uruguayo Sebastián Abreu no acabó de demostrar en Galicia la fama de goleador que traía desde Argentina. Jugó 18 partidos en la segunda vuelta en aquella temporada (3 de Copa del Rey) y apenas contabilizó 3 goles (1 en Copa del Rey) y 1 asistencia. El mejor de ellos, el que le marcó al FC Barcelona en Riazor y que sirvió para que el Dépor le ganase a los culés por tres goles a uno.

 

 

¡Cedido durante 6 temporadas!

Su periplo en A Coruña, incluso sumando partidos de pretemporada posteriores a 1998, fue realmente breve como jugador de la plantilla teniendo en cuenta que estuvo en nómina deportivista hasta 6 temporadas más antes de ser traspasado definitivamente el 31 agosto de 2004 a Nacional de Montevideo en 2001.

En el mercado de verano español de 1998 fue enviado a préstamo al Grêmio FBPA de Brasil, y para la 1999-2000al Tecos de la UAG, donde se consolidó como una de las máximas figuras del campeonato mexicano (con hattrick en 7 minutos frente al Necaxa), compartiendo plantilla con el hermano de Ronaldinho. Para la 2000-2001 fue cedido al conjunto argentino de San Lorenzo de Almagro donde sumó 42 partidos y 13 goles. La segunda parte de 2001 volvio a Nacional, mientras que de 2002 al primer semestre de 2003 se unió al Cruz Azul. Posteriormente llegarían las cesiones a Nacional, Club América, Tecos de la UAG y finalmente el traspaso al Nacional de Montevideo.