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El día que Ronaldo brilló sobre el patatal del Spartak de Moscú

 

El 14 de abril de 1998 en el estadio BSA Luzhniki de Moscú hacía frío, mucho frío, y el terreno de juego del Spartak de Moscú estaba totalmente congelado, la hierba había sido sustituida por puro barro, y el resultado era un verdadero patatal. Un terreno de juego con tales características hoy en día hubiera sido motivo suficiente para suspender el partido sin ninguna duda, pese a ello el Inter, el propio Spartak y los años 90 eran de otra pasta.

 

 

En la ida, en San Siro, el Inter había derrotado al Spartak de Moscú por 2-1. Y la vuelta había comenzado de la peor manera, con el gol de Tikhonov dando la momentánea calificación a los locales para la final de la Copa de la UEFA de 1998. Una disputa competitiva, la del equipo entrenado por Romantsev, congelada, vale la pena decirlo, desde el gol del empate en el minuto 44′ de la primera mitad de Ronaldo: un movimiento en el área, un derechazo lleno de oportunismo tras un rebote para lograr el 1-1.

 

 

No, no era suficiente para estar seguros. Y luego, 15 minutos antes del final, el Fenómeno sacó de la manga uno de sus más legendarios goles. Toda su técnica y potencia expresada en un campo donde era prácticamente imposible jugar al fútbol: control con regate para avanzar, toque para Zamorano, devolución de balón y amague para esquivar dos defensas, otro amague para sacar al portero y el balón termina en las redes. Con una facilidad y naturaleza increíble.

 

 

Un gol hermoso y fundamental, que llevó al Inter a la final en París, donde el 6 de mayo venció a la Lazio por 3-0. Ronaldo también fue clave en aquel encuentro, donde firmó un gran partido y marcó el tercer tanto del equipo italiano, tras los goles de Zamorano y Zanetti. Por aquel entonces, el brasileño, de tan solo 21 años, llevó al Inter a la gloria al conseguir la que fue su tercera Copa de la UEFA.