El 23 de abril de 2003, Old Trafford fue digno testigo de una de las grandes actuaciones individuales del campeón del mundo brasileño Ronaldo, cuando este anotó un hattrick con la camiseta del Real Madrid en los cuartos de final de la Liga de Campeones. “El fenómeno brasileño marcó ocho goles en la Copa Mundial de la FIFA de 2002 para alcanzar el título, pero (debido a las lesiones) solamente había marcado dos goles en su primera temporada en la UEFA Champions League con el Madrid. Con Raúl ausente, ¿podría él llevar esa carga adicional?”, rezaba el portal de la UEFA antes del encuentro.
Sin duda alguna fue una de las grandes noches que nos ha ofrecido la Champions League a lo largo de su historia, con legiones de estrellas internacionales como Barthez, Ferdinand, Keane, Verón, Giggs, Solskajer, Van Nistelrooy, Beckham, Neville, Casillas, Hierro, Roberto Carlos, McManaman, Makelélé, Figo, Zidane o el propio Ronaldo. Todos arbitrados por Pierluigi Collina, el árbitro más mítico de la historia.
Los Galácticos habían vencido al United por 3-1 en el partido de ida en el Bernabéu, con un magnífico gol de Luís Figo y un doblete de Raúl González Blanco, antes de que la torre holandesa Ruud Van Nistelrooy marcara el último gol para los «red devils». «Tenemos un partido de vuelta muy difícil, pero el único rayo de esperanza es el gol de visitante. Si somos capaces de marcar primero, será una noche interesante», dijo Sir Alex Ferguson tras la derrota en Madrid.
Y Fergie acertó de pleno con su predicción, ya que el United se impuso al Real en un emocionante encuentro por 4-3, para caer eliminado finalmente por 6-5 en el global.
El primer gol de la noche
Las esperanzas del Manchester United pasaban por marcar primero, y los anfitriones empezaron de forma brillante, con Van Nistelrooy y Ryan Giggs obligando a Iker Casillas a realizar excelsas paradas. No obstante en el espacio de 17 segundos, el United pasó de estar bombardeando el área del Real Madrid a retroceder hasta la línea de medio campo con un gol en contra.
Zidane robó el balón a Juan Sebastián Verón en el borde del área antes de triangular con Roberto Carlos y Steve McManaman. Figo devolvió el balón a Zidane, que envió un precioso pase para encontrar a Guti en el espacio del círculo central. Fue en ese momento cuando Ronaldo, el 9 por excelencia, dejó atrás a su marcador, Rio Ferdinand, e hizo el resto.
El pánico
Mientras que el centro del campo del Real Madrid acosaba y presionaba siempre que el United tenía la posesión, a Ronaldo se le podía encontrar merodeando en algún lugar del campo contrario, sin alejarse demasiado del borde del círculo central. El concepto del pressing era completamente ajeno al brasileño que solo se preocupaba por estudiar y regatear a sus rivales, con la única finalidad del gol. La sensación de pánico era tangible en la zona defensiva del United.
El brasileño recibió un pase de Figo a unos 25 metros de distancia, de espaldas a la portería. Después de girarse para jugar de cara con Michel Salgado, se acercó al área antes de lanzarse en un sprint de 10 metros en el momento preciso. Después de perderse dos años de fútbol debido a terribles lesiones, y ganar algunos kilos de más, el ariete brasileño sabía exactamente cuándo debía esforzarse y no desperdiciar energía en ningún otro momento. La inseguridad en la zaga de los de Ferguson era constante.
Solamente un centro de Salgado, ligeramente sobrepasado, impidió que Ronaldo marcara de cabeza el segundo gol. En su lugar, McManaman, que supuestamente jugaba en el mediocampo defensivo, consiguió desviar una volea hacia atrás, para deleite de los aficionados del United, que abucheaban cada toque del exjugador del Liverpool.
El segundo
Los dos equipos llegaron al descanso empatados, después de que Van Nistelrooy rematara un balón al fondo de la red, pero el United necesitó otros tres goles para llevar la eliminatoria a la prórroga. Después de cinco minutos de la segunda parte, la prórroga quedó fuera de la ecuación y los Diablos Rojos necesitaron marcar otros cinco goles.
Figo estuvo a punto de repetir su gol del partido de ida con un tiro al larguero, pero los blancos mantuvieron la posesión del balón y, segundos después, Ronaldo se convirtió en un cazador furtivo que lo introdujo en la portería vacía después de que Zidane y Roberto Carlos hubieran cortado la defensa.
Wes Brown y John O’Shea se limitaron a observar con impotencia, sabiendo que deberían marcar a Ronaldo…
El hattrick final
El United empató por segunda vez solamente dos minutos más tarde, sin embargo mientras forzaba el balón sobre la línea con garra y determinación, esta vez cortesía de un gol en propia puerta de Iván Helguera, el Real se contentaba con destellos de inspiración.
En el minuto 59, Claude Makélélé regateó a dos jugadores y siguió avanzando líneas en busca de Figo, que pasó el balón a Ronaldo, que hizo una finta hacia la izquierda antes de soltar el hombro para irse a la derecha. Brown se quedó parado, Mikael Silvestre se distrajo con la carrera de Figo, y Ferdinand se quedó parado en el borde del área ante la invasión del brasileño que ya solo veía la portería. El tercer gol de Ronaldo era cuestión de un instante, la pureza de su golpeo, cuando el balón sale disparado de los cordones de sus Mercurial Vapors y vuela por encima de Barthez, fue el momento más poético de toda la noche.
La ovación
El entrenador del Madrid, Vicente Del Bosque, decidió finalmente mostrar algo de piedad y sustituyó a Ronaldo por Santiago Solari a falta de 23 minutos para el final.
Cuando el mejor delantero del mundo se marchó del terreno de juego, todo Old Trafford se levantó para aplaudir al brasileño. Ferguson lo definió perfectamente: «No se puede legislar para alguien que produce momentos como ese».
Debido a sus numerosos problemas con las lesiones y la forma física, Ronaldo solamente fue el mejor jugador del mundo durante períodos concretos, pero en días como aquel 23 de abril de 2003, «O fenômeno» fue uno de los futbolistas más ridículamente emocionantes de todos los tiempos.