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Raymond Domenech, de Sudáfrica a Nantes

 

Raymond Domenech es uno de los nombres más míticos en Francia por su pasado como jugador y presente como entrenador. Con raíces familiares en Catalunya, la temporada 2020-2021 volvió a la Ligue 1 para entrenar a un equipo de fútbol diez años después de dejar la selección francesa.

Empezó su andadura por el mundo del fútbol a los 8 años, cuando fichó por el Olympique de Lyon. Por su físico y disciplina, los entrenadores le dieron el lateral derecho de las categorías inferiores. A los 18 años, ya estaba en el primer equipo y se fue consolidando como titular y ganándose la etiqueta de jugador duro.

 

 

“El fútbol es la guerra”, declaró durante su juventud. Ya apuntaba maneras. Estuvo siete temporadas (1970-77) en Lyon y luego pasó por el RC Strasburg (1997-1981), PSG (1981-1982), Girondins de Bordeaux (1982-1984) y se retiró en Mulhouse (1984-86), donde ejerció de entrenador-jugador. Empezaba así la carrera de uno de los entrenadores más curiosos de los últimos tiempos.

Los buenos resultados con el club de Alsacia lo llevaron al banquillo del equipo de su vida, otra vez al Olympique de Lyon en 1988. Los de Rhone-Alpes estaban en la segunda división y los consiguió hacer ascender de nuevo a la categoría de oro en el primer año. Dos temporadas más tarde, los clasificaba para Europa quedando quintos.

En 1993 dio el salto que todo entrenador francés sueña en realizar: Raymond Domenech entró en la Federación Francesa de Fútbol. Se encargó de dirigir las promesas, donde coincidió con jugadores como Christophe Dugarry, Lilian Thuram, Zinedine Zidane y Claude Makelele. Estos solamente son los primeros jugadores que el entrenador dirigiría.

 

 

También entrenó y formó otros históricos de ‘les Blues’ como Robert Pires, Ludovic Giuly, Thierry Henry, David Trezeguet, Nicolas Anleka o Djibril Cissé. En once años en Clairfontaine (1993-2004) consiguió 76 victorias en 124 partidos y formó la generación que en 1998 levantaría la primera Copa del Mundo de la historia de Francia.

En 2004, su experiencia con las promesas de la selección le llevó a ser seleccionador de la absoluta. Se retiraba la generación ganadora y era necesario una revolución. Domenech cogió las riendas y empezó su show particular por los banquillos y salas de prensa. “Hace falta cambiar los hábitos y la gente. El equipo de Francia no pertenece a nadie”, toda una declaración de intenciones.

Su relación con la prensa no fue la mejor posible y nunca fue respaldado por los medios de comunicación. Un ejemplo: en vez de dar la convocatoria del Mundial de 2006 en formato papel como era habitual, dejó un mensaje grabado desde su teléfono móvil a los periodistas y solo podían acceder aquellos que tuvieran acceso mediante una contraseña.

Consiguió llevar a Francia a la final del Mundial de 2006, que ganó Italia en la tanda de penaltis. La reacción tras perder fue inédita: al ser preguntado sobre sus planes de futuro en directo en la televisión, comentó que había que pasar pronto página y pidió en ese mismo momento matrimonio a su novia, la periodista Estelle Denis.

 

 

Esta es solo una de las muchas anécdotas que dejó. La pasión por la cultura la llevó al vestuario, entregando informes sobre el país al que se enfrentaban o convocando a los jugadores a teatros y museos. Pero si hay una pasión por la que será recordado, esta es la astrología. Llegó a dejar futbolistas como Pires, Giuly o Trezeguet fuera la lista porque su signo zodiacal no encajaba con el del equipo: “He hecho cartas astrales para conocer la personalidad de los futbolistas y poder comunicarme con ellos, pero nunca para hacer una alineación”.

Sus rarezas fueron enrareciendo el clima del vestuario. Todo explotó en 2010 en un triste episodio con Anelka. El delantero francés, de carácter muy fuerte, insultó de gravedad al entrenador en el descanso del partido contra México de la fase de grupos y el seleccionador le mandó hacer las maletas y regresar a Francia.

 

 

Los jugadores, con el capitán Patrice Evra en cabeza, redactaron un comunicado alineándose con su compañero y dejando solo al cuerpo técnico. “La FFF nunca ha intentado proteger al grupo. Ha tomado una decisión unilateral basada en hechos relatados por la prensa. Como consecuencia, y para mostrar nuestra oposición a esta medida, todos los jugadores han decidido no participar en la sesión de entrenamiento de hoy”, decía la carta que le hicieron leer a Domenech ante los medios de comunicación. Un motín en toda regla.

 

 

Aun así, jugaron el último partido de la fase de grupos, perdiendo contra Sudáfrica (2-1). Se terminaba así el paso del entrenador por el banquillo de la selección. Aunque fue duramente criticado por su gestión del vestuario en el conflicto con Anelka, desde el Gobierno de Nicolas Sarkozy llegaron a comentar sobre el motín de los jugadores que “es una caricatura de Francia, realmente un folletín espantoso”.


Oriol Quintana
@urikingkat