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El día que el Perugia quiso fichar a una mujer para su equipo masculino

 

Todos los aficionados al fútbol italiano tienen una anécdota favorita de Luciano Gaucci, expresidente del Perugia, un presidente que a su manera intentó cambiar el calcio llevando al modesto Perugia al estrellato de una forma muy innovadora. Primero fue el fichaje de Nakata, después el de Ma Ming Yu (primer chino del fútbol italiano), después el del líbio Al-Saadi Gaddafi (hijo del coronel), y en 2003 llegó su intención de fichar a una futbolista para la sección masculina del Perugia.

 

 

En 2003 Gaucci admitió a los medios de comunicación que la elección para su próximo fichaje estaba entre la delantera sueca Hanna Ljungberg y la centrocampista noruega Solveig Gulbrandsen, y reconoció que estaba enganchado a la Copa Mundial Femenina para seguir sus progresos. Negando que se tratara de un truco, insistió en que si se detenía en el proceso de este fichaje «las mujeres de todo el mundo se rebelarían».

La primera en declinar la propuesta fue Solveig en enero, y en noviembre llegó el rechazo de Ljunberg en el último momento cuando parecía que el fichaje estaba cerrado, y la historia no dio más de sí. Gaucci adujo en todo momento que el reglamento del calcio no hacía ninguna alusión al sexo como factor de discriminación a la hora de incorporar futbolistas, por lo que si las jugadoras hubieran aceptado la Federación Italiana hubiera tenido que actuar de oficio para frenar su fichaje.