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Japhet N’Doram, patrón de Nantes

 

Mucho antes de que aterrizaran los jeques en la Ligue-1 en 2011, antes de que a principios de los 2000 el Olimpique Lyonnais de Paul Le Guen, capitaneado por Juninho Pernambucano, sometiera al resto de equipos del campeonato a un régimen estricto de 7 años (03-10), y justo después de que el Olimpique de Marsella fuera el equipo dominador durante un lustro (89-93), en Francia se abría un periodo precioso de alternancia y competitividad para ser el mejor equipo de la Liga.

Ser campeón iba caro, ningún equipo fue capaz de repetir título consecutivamente entre el 94 y el 2001; repartirían la gloria: PSG, Girondins, Auxerre, Mónaco, Lens y Nantes, ciudad donde nos detendremos, a la orilla del Loira, para recordar el club y en uno de sus emblemas en su etapa reciente más gloriosa: Japhet N’Doram.

 

 

No sería el Chad un lugar amable para nacer, menos aún en 1966, justo un año después de que estallara una larga guerra civil, que se perpetuó durante los años que Japhet creció en la capital Yamena. Son varias las actividades que los niños y jóvenes chadianos hacían y siguen haciendo, buscando una inyección de optimismo y evadirse de la realidad incómoda, una de ellas, el fútbol.

En este estado de conflicto permanente disputaba con el Tourbillon FC el complejo campeonato del Chad. No era raro ver jugadores descalzos, campos de arena con alguna piedra y partidos donde un malentendido o una entrada a destiempo podía acabar fácilmente en una auténtica batalla campal. Con 18 años, N’Doram peleaba por esos campos por pasión y la esperanza de ser futbolista. Jugó 5 temporadas (84-89) para el equipo entonces controlado y financiado por la Sociedad Nacional Azucarera.

Con 23 años, dispuesto a dar un paso más, decide emigrar en Camerún para ir a jugar al Tonerre Yaundé, que un año antes había traspasado a un tal George Weah al Mónaco … quizás menos, pero una liga igual de compleja que la camerunesa. Esa temporada el Tonerre fue campeón de Copa.

 

 

En la antigua colonia anglo-francesa, eran habituales los observadores caza-talentos de los clubes europeos; tras seguirlo aquella 89-90 y verlo en acción en un partido con la selección de su país, el Nantes propone su fichaje al ver en él un potencial enorme, un joven de 24 años, fuerte, de zancada amplia y poderosa, técnico y con una izquierda de seda.

La 90-91, N’Doram inicia la aventura del Loira con los «canarios». La primera temporada vive un proceso de adaptación lógico al fútbol francés, pero ya empieza a dar muestras de su clase siempre que tiene la oportunidad. Le cuesta entrar en el equipo, pero una vez instalado se gana rápidamente el afecto de la grada de La Beaujoire. La calidad, la humildad y la solidaridad del Africano, casa perfecto en el engranaje y la dinámica de Jean Claude Suaudeau, técnico que se fija como objetivo, hacer de los «Amarillos te Verdes» un bloque competitivo que a la vez aproveche y promueva el talento emergente de su bien trabajada cantera.

El Nantes baila al compás que marca el maestro N’Doram, que comienza a alternar la posición de media punta con la de delantero puro, así la segunda temporada (91-92) ya supera los 10 goles y en la 92-93, llega el primer éxito de los «canarios», que se plantan en la final de la Coupe de France, y pese a perder por un contundente 3-0 contra el PSG de David Ginola, aquel subcampeonato de Copa les marca el camino.

 

 

Si bien el equipo se va mostrando competitivo, será el período 94-96 lo que quedará para siempre grabado en la memoria de los aficionados. La 94-95 el Nantes es una máquina casi perfecta, consistente, preciso, un equipo solvente y ganador. N’Doram con 28 años está en su mejor momento, el chadiano se mueve más cerca del área y el Africano anota 16 goles entre todas las competiciones, haciendo 12 en la Liga, siendo decisivo y el eje del juego del equipo, liderando a los jóvenes Karembeu, Makelele, Ouedéc y Loko entre otros. Un grupo aquel, capaz de sumar 79 puntos en la liga y sacar 10 al O.Lyon, segundo clasificado, perdiendo solamente un partido en toda la temporada en Francia.

 

 

La 95-96 es mágica en Nantes, el club juega la Copa de Europa, aunque les acaba pasando factura en la competición doméstica donde no es el equipo sólido del año anterior, más aún después de traspasar a Loko al PSG, una dificultad que sumada a la lesión de larga duración de un Ouedéc que debía ser la referencia ofensiva, hacen que los goles y el liderazgo del centroafricano, que hace 15 en liga, cobren más importancia si cabe. Ningún reproche para los canarios que finalizan en séptima posición, una Ligue-1 que acabaría llevándose un gran Auxerre con «monsieur» Blanc en el eje de la defensa.

En Europa el equipo sí hace una gran campaña. Una hazaña histórica llegando a semifinales, eliminados por la efectiva Juventus los Peruzzi, Di Livio, Vialli, Ravanelli, Deschamps y un joven Alessandro Del Piero.

En aquella eliminatoria, el centroafricano lesionado, se pierde el partido de ida jugado en Turín. Las malas lenguas divagaban entonces del mal juego de la Vechia Signora, pero el equipo de Marcelo Lippi, siempre competitivo, no perdonaba. Los del norte de Italia se impusieron por 2-0 poniendo pie y medio en la final, partido y resultado que en la ciudad francesa aún siguen convencidos de que hubiera sido bien diferente con el Africano sobre el campo y en plenas facultades.

La vuelta jugada en La Beaujoire, los franceses se impusieron 3-2, ya con N’Doram sobre el verde, haciendo un gran partido y marcando uno de los goles. Una victoria insuficiente para remontar el oficio de la «squadra» italiana, pero que mantenía intacto el orgullo de la afición «jaune et verte».

 

 

Pasado el trance, la 96-97 fue la última de Japhet N’Doram como jugador del Nantes, el equipo acaba tercero y el chadiano era otra vez decisivo, marcando 21 goles en liga. De hecho terminaría siendo el final de un ciclo histórico en Nantes, con la marcha también del técnico «Coco» Suaudeau, Claude Makelele y Pignol.

Así, el Mónaco que precisamente había sido el campeón aquella última temporada y que jugaría en la máxima competición europea, apostaba por el fichaje del Africano. Pintaba muy bien aquel primer año en el Principado, pero solamente puede jugar 13 partidos de liga y todo se tuerce después de una grave lesión de rodilla, que acabaría no solamente con la aventura monegasca, sino también con su carrera prematuramente a 32 años.

Le quedaría para siempre la espina de no haber jugado en la Liga Española, recientemente explicó a una entrevista que le hubiera encantado, pero nunca, por increíble que parezca, tuvo opciones reales de abandonar Francia.

No sabemos si historias como las de Japhet N’Doram serían posibles en la actualidad, donde el romanticismo y la particularidad de haberse 7 temporadas en una misma entidad, más aún no siendo esta aspirando a todo, es poco menos que una utopía. Quizá por eso, en la ciudad del Loira le juran amor eterno, y aún hoy es venerado por los aficionados canarios como una de las leyendas del club, y es que la historia del Nantes quedará ligada para siempre a N’Doram y la de N’Doram a Nantes.

 

 

Los aficionados de mientras, soñarán con otra catarsis, pondrán su aliento, fiel y pasional, esperando ver la amarilla y verde donde se merece, y los cánticos que aún resuenan en las gradas de La Beaujoire, explicarán a los nuevos que vengan, que un día vieron un jugador del Chad con el 10 en la espalda que entusiasmarlos y les hizo sentir lo que son, únicos.

 


Oscar Flores Lopez
@Oscar_Fleurs