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«La Naranja Mecánica», el fútbol total de Rinus Michels y Johan Cruyff

 

La Naranja Mecánica de Rinus Michels y Johan Cruyff ha trascendido a lo largo de la historia por su concepto ofensivo, pese a perder en su gran momento clave. Aquella Holanda de 1974 propuso un nuevo funcionamiento en el panorama táctico, aplicando la presión adelantada, jugando con extremos, y donde cada jugador atacaba y defendía al mismo tiempo, intercambiando constantemente su posición.

Una apuesta pionera que incluso nos introdujo el concepto del falso 9 en ataque. Un sistema que evolucionó, a su manera, el embrión táctico del visionario húngaro Gusztáv Sebes (entrenador de la Hungría de los años 50) y que llevó a la selección oranje a volver a un Mundial después de hacerlo por última vez en 1938.

 

 

La primera clave, como en casi todos los equipos que se adelantaron a su tiempo, era la preparación física aplicada a una idea futbolística. El juego colectivo era la máxima, y en ese colectivismo se alineaban todos los aspectos necesarios y todos los mecanismos para desarrollar una verdadera máquina de ganar y con espectáculo: defensa y ataque, con el ‘pressing’ como vínculo y arma principal de ambos. “Es un arte en sí mismo componer un equipo titular, encontrando el equilibrio entre los jugadores creativos y los de poder destructivo, y entre la defensa, la construcción y el ataque, sin olvidar nunca la calidad del rival y las presiones específicas de cada partido” aseguraba el entrenador Rinus Michels, creador del concepto Fútbol Total.

Su equipo en la cita mundialista de 1974 se alineó ostensiblemente en un 4-3-3, dando relevancia a la posesión del balón, presión sobre el rival, pases, toques y triangulaciones hasta llegar al área rival. Los actores protagonistas de interpretar aquella disruptiva historia sobre el terreno de juego fueron principalmente los Johan Cruyff, Johan Neeskens, Johnny Rep, Rob Ressenbrink y Ruud Krol. Además del portero Jan Jongbloed, que llevaba el número 8 a la espalda pese a ser guardameta, y futbolistas como Wim van Hanegem, Wim Jensen, Arie Haan, Wim Rijsberger, Wim Suurbier o los hermanos René y Willy van der Kerkhoff. La fuerza del conjunto y su funcionamiento, con la exactitud de un reloj, lo eran todo.

 

 

Rinus Michels, el ingeniero

Un hombre de pocas palabras, un pensador que nos regaló una versión casi definitiva del llamado Fútbol Total. Rinus Michels fue un verdadero profeta del fútbol. Nacido en la Ámsterdam de 1928, disfrutó de una excelente carrera como jugador, irrumpiendo en el panorama futbolístico holandés al marcar cinco goles en su debut con el Ajax en una victoria por 8-3 contra el ADO Den Haag en 1946. En total fueron 121 goles en 269 partidos con los ajacied y cinco partidos como internacional con Holanda que acabaron en drama: perdió los cinco con 21 goles en contra y solo cuatro a favor. Sin embargo, fue después de su paso a la dirección técnica cuando se hizo realmente un nombre, primero en el panorama de los clubes europeos con el Ajax y después en la escena mundial con su país. Su credo: fomentar tanto la cohesión del equipo como la imaginación individual.

Aunque su carrera como entrenador también le llevó a Estados Unidos, Alemania y España, Michels siempre estuvo sentimental y existencialmente ligado al club de su ciudad natal, el Ajax, y a la oranje. Ello es debido a que la historia en su tierra natal fue intensa desde el primer momento, cuando fue nombrado entrenador del Ajax el 22 de enero de 1965, y se hizo cargo de un equipo inmerso en la lucha por el descenso. En pocas temporadas lo convirtió en un aspirante a Europa, y en 1971 se proclamó campeón continental, en el que fue su último partido al frente del equipo. El equipo que construyó ganaría otras dos Copas de Europa consecutivas, pero Michels, un hombre brillante y serio, apodado “El General” por su carácter inflexible, buscó un nuevo reto en el acalorado mundo del fútbol español en el FC Barcelona.

 

 

Para entonces, era conocido por su énfasis en los movimientos inteligentes sobre la pizarra táctica y su versatilidad ordenando sus jugadores sobre el campo. Ganó un título de liga con los catalanes, pero, al ser la opción natural para dirigir a Holanda en Alemania 1974, aceptó sin pensárselo dos veces.

La figura más asociada a sus grandes logros era Johan Cruyff, una superestrella con asombrosa capacidad para leer un partido. En medio de un caleidoscópico cambio de jugadores, que entraban y salían de la defensa y se arremolinaban en torno al balón, Johan era la brújula en el campo que daba vida a las ideas de Michels. Ambos trabajaron juntos en el Ajax y en el Barça, pero fue en la oranje, en la primera etapa de Michels al frente del equipo, a los 46 años, cuando Cruyff y un grupo de compañeros entregados a la causa mostraron al mundo un nuevo estilo de fútbol. “El fútbol consiste básicamente en dos cosas. Primero, cuando tienes la pelota, debes ser capaz de pasarla correctamente. Segundo, cuando te pasan la pelota, debes ser capaz de controlarla. Si no la controlas, tampoco puedes pasarla. Puedes jugar mucho, pero si no la metes, no ganas”, aseguraba el gran Johan.

 

 

El Mundial de 1974

Irónicamente, no se esperaba mucho de aquella selección holandesa en 1974 y Michels, nombrado tras la clasificación al Mundial en sustitución de Frantisek Fadrhonc, asumió el cargo y el checo se convirtió en su ayudante. Solo tuvieron tres partidos amistosos para preparar la competición, sin embargo, aquel equipo compuesto en su mayoría por jugadores del Ajax y del Feyenoord se unió rápidamente bajo el mando de su nuevo entrenador, que hizo un trabajo extraordinario al crear armonía en el vestuario, uniendo facciones que parecían destinadas a estar reñidas entre sí.

 

 

Aquella era la tercera participación mundialista para los tulipanes, 36 años desde la última en Francia y, por lo tanto, no eran favoritos para avanzar a la segunda fase, ni mucho menos para disputar a las grandes selecciones del momento la Copa Mundial. 16 equipos fueron los participantes en la Copa Mundial de Fútbol de Alemania Occidental, marcada por la Guerra Fría. Holanda obtuvo la clasificación al quedar primera del grupo 3 de la zona UEFA.

El equipo superó con lucidez su primera fase de grupos, venciendo a Uruguay (2-0), empatando con Suecia (0-0) y goleando a Bulgaria (4-1). En la segunda fase, jugadores de la talla de Jonny Rep, Johan Neeskens y Rob Rensenbrink ayudaron a Johan Cruyff a demostrar la diferencia de categoría entre el equipo de Michels y sus rivales. Arrollaron a su paso a Argentina (4-0), Alemania del Este (2-0) e incluso el vigente campeón, Brasil, sin su gran estrella Pelé (2-0).

 

 

Aquella cita mundialista de 1974 obtuvo una de las finales más míticas de la historia, la Alemania Occidental de Franz “El Kaiser” Beckenbauer contra la Naranja Mecánica de Johan Cruyff, dos leyendas que acapararon todos los focos en ausencia de “O Rei”. Ambos jugadores lideraron a sus respectivas selecciones hasta aquella final que se disputó en Múnich el 7 de julio ante 75.200 espectadores.

“Holanda no tenía un sistema de juego. Tenía varios y los aplicaba según las necesidades del partido. Nos importaba saber cómo jugaba el adversario, sus puntos fuertes y sus flancos débiles. Pero sobre todo nos interesaba saber que éramos capaces de hacer», así definía Cruyff el espectacular juego de Holanda durante aquel Mundial.

 

 

Johan Neeskens adelantó a los oranje en el primer minuto, gracias al famoso penal provocado antes siquiera de que los alemanes pudieran tocar el balón, pero Paul Breitner empató el partido con otro penal y “Torpedo” Müller, justo antes del descanso, marcó el gol que dio vuelta al marcador. Del mismo modo que había hecho 20 años antes contra «Los Magiares Mágicos» de Ferenc Puskás, el combinado germano se alzó con el triunfo tras remontar un marcador adverso. La derrota, sin embargo, no evitó que Johan Cruyff fuera elegido como mejor jugador del Mundial y que meses después recibiera su tercer y último Balón de Oro.

«Él fue el mejor jugador, pero yo soy campeón del mundo», se quejó entonces Beckenbauer cuando conoció que Cruyff era el ganador del Balón de Oro. La FIFA recuerda aquella final en su página web con el titular: «Holanda se lleva los aplausos; Alemania, el título», un buen resumen de lo acontecido en aquella cita mundialista para la historia.

 

 

Rinus Michels más allá de la Naranja Mecánica

Después de Alemania 1974, Michels regresó al FC Barcelona, aunque nunca se alejó demasiado del Ajax o de la selección nacional. Tampoco consiguió nunca tantos logros en otros lugares como en su país. En sus cuatro etapas al frente de la selección, consiguió 30 victorias y 14 empates en 54 partidos. Y lo que es más notable, condujo a una generación completamente nueva de jugadores a la gloria europea en 1988.

 

Michels se vengó del Mundial de 1974 cuando su equipo derrotó a la anfitriona, Alemania Occidental, por 2-1 en la semifinal de aquella Eurocopa de Alemania Federal, y se impuso por 2-0 a la rocosa Unión Soviética en el partido decisivo. Aquel nuevo equipo contaba con una columna vertebral formada por el letal Marco van Basten en el ataque, el magnífico Ruud Gullit en el centro del campo y el compuesto dúo de Frank Rijkaard y Ronald Koeman en la defensa. Aunque se había conseguido adaptar perfectamente el concepto de “Totaal Voetbal” a los nuevos tiempos, el equipo de Michels seguía contando con jugadores hábiles en todo el campo y con el compromiso de jugar un fútbol ofensivo y creativo. Su decisión de alinear a Rijkaard y Koeman en el centro de la defensa fue una prueba de ello. Los aficionados al buen fútbol agradecieron que por fin el destino diera un reconocimiento al fútbol neerlandés, levantando por fin su primer gran trofeo bajo la mirada de su entrenador de 60 años.

Cuatro años más tarde, Michels estuvo a punto de repetir la jugada, llevando a su equipo a la semifinal de la Eurocopa de 1992, donde solamente fue eliminado por la favorita del torneo, Dinamarca, en la tanda de penaltis. Fue el último capítulo de una historia realmente apasionante.