El «Mundial de la Patagonia» fue la respuesta a la ausencia de grandes competiciones de fútbol durante la década entre 1939 y 1949 a causa de la Segunda Guerra Mundial. Oficialmente la Copa del Mundo, que ganó Italia en 1938, solo se jugó nuevamente 12 años después, en 1950, en Brasil.
Durante aquel periodo se intentó dar vida a un Mundial en Argentina, concretamente en 1942, primero de forma oficial y posteriormente de forma totalmente amateur. Aunque hoy día se dispone de muy poca información veraz y fotografías de lo que realmente pasó en aquel torneo, se han escrito libros y realizado documentales, que han usado la imaginación para rellenar los vacíos provocados por la ausencia de documentación histórica, y que han estado tomados como verídicos por un gran número de medios de comunicación que desgraciadamente no acostumbran a contrastar su información…
Ciñéndonos exclusivamente en la parte más o menos creíble de esta historia, a continuación os detallamos como transcurrió aquel «Mundial de la Patagonia».
La semilla obrera del «Mundial de 1942»
En 1939 un grupo de ingenieros eléctricos alemanes del Tercer Reich viajaron hasta Argentina con el objetivo de instalar la primera línea telefónica en la represa Barda del Medio. Su intención consistía en comunicar al Pacífico y el Océano Atlántico con Berlín. En sus ratos libres organizaban una pequeña liga entre ellos, la cual llamó la atención de Vladimir Otz por su gran organización.
Otz era un noble europeo que se alejó de la guerra para instalarse en la Patagonia, en parte para poder conservar su gran fortuna, y también era un gran amante del deporte rey. Su sed de fútbol no era saciada con tan solo presenciar los partidillos de los alemanes, así que decidió contactar con la propia FIFA para ofrecerse como patrocinador de un Mundial. Los principales diarios argentinos de la Patagonia de inicios de los años 40 informaban del acuerdo al que se había llegado entre la FIFA y Otz, el cuál actuaría como patrocinador para hacerse cargo de todos los gastos de la competición. Así fue como se acordó la celebración de un Mundial oficial en Argentina en 1942, una idea que poco después de su anuncio se fue al traste tras estallar el inicio de la Segunda Guerra Mundial paralizando Europa por completo.
A pesar de este grave contratiempo que daba por finalizado su sueño, Otz se empeñó en que se disputase el torneo, la FIFA se negó, y el obstinado conde tuvo que buscar una solución.
La solución para celebrar el «Mundial de 1942»
Vladimir Otz se percató de que en la construcción de la línea telefónica no solamente participaban alemanes, sino obreros de diversas nacionalidades como Francia, Chile, Argentina, Inglaterra, Polonia, Italia, España e incluso guaraníes y mapuches. En su mente se acababan de formar las 8 selecciones participantes.
Los ingenieros alemanes formaron la selección de Alemania; Argentina, fue representada por obreros locales; Polonia, por sacerdotes y obreros allí establecidos; Francia, compuesta según se relata por intelectuales allí afincados y tres chilenos que completarían el combinado galo; España, con los almaceneros del lugar; Paraguay, representada por veteranos de guerra guaraníes en el conflicto con Bolivia; Inglaterra, con sus obreros del ferrocarril y los mapuches, pueblo aborigen que habitaba en el sur de Chile y el suroeste de Argentina y que conformarían un octavo combinado sin patria reconocida. Todos estos internacionales improvisados tomarían el sitio de las estrellas de la época como Stanley Matthews, Leonidas da Silva o Valentino Mazzola.
Los partidos se jugaron en terrenos de cien metros con pasto cortado a machetazos, tubos como porterías carentes de redes y el arbitraje a cargo de William Bret Cassidy, hijo del recordado ladrón de trenes y bancos, Butch Cassidy, que se mudó a Argentina tras huir de Estados Unidos. El fotógrafo Guillermo Sandrini fue el único periodista «acreditado» de la cita, para inmortalizar con sus fotos aquella bonita iniciativa, alejada del conflicto y la guerra.
En el «Mundial de 1942» la Patagonia tuvo su propia selección tras reunir a los indios mapuches y a los guaraníes del territorio donde se disputó el campeonato. El conde quería una selección que promocionase su torneo entre el público local y de paso les ayudaba a sentir que era una manera de reivindicar su estado propio (esta zona es propiedad territorial de Argentina y Chile).
La final del torneo llegó el 19 de diciembre de 1942. Alemania y la Real Patagonia (como así se hizo llamar la selección de Patagonia) fueron los dignos finalistas. El encuentro comenzó con una fina lluvia, pero con el paso de los minutos se convirtió en un temporal memorable que aún hacía mucho más épica la final. Mucho se ha escrito sobre este partido, algunas cosas tan surrealistas como que los teutones salieron con cascos y alfileres para protegerse o que el mismo día de la final, irónicamente, el teléfono a Berlín comenzó a funcionar para avisar por adelantado la victoria de la raza aria sobre los mapuches.
Los últimos testimonios con vida siempre relataron que la Real Patagonia se impuso con un último gol, aunque este fue dado por bueno a posteriori…
«Il Mundial Dimenticato», el documental que explora esta obra de arte del fútbol del pueblo
Ninguna federación internacional nunca ha dado validez oficial al Mundial de 1942, además no existen papeles oficiales que reafirmen la existencia de aquel campeonato tras una gran inundación que borró las únicas pruebas (trofeos, documentación…) de este evento celebrado en el territorio de la Patagonia, entre Argentina y Chile. Actualmente solo queda el testimonio de los veteranos aficionados al fútbol de la zona.
Es aquí donde entran en juego los directores italianos Lorenzo Garzella y Filippo Macelloni, que decidieron crear el documental «Il Mundial Dimenticato», publicado en 2012, intentando recopilar toda la información posible para revivir aquel mítico torneo amateur.